HABILIDADES DEL PENSAMIENTO

En la gacetilla pasada se planteaba la necesidad de poner en juego las "Competencias Centrales". A petición de mis numerosos lectores en Afganistán de las chirimoyas voy a comentar sobre algunas de las habilidades del pensamiento que se mezclan para formar la competencia central. 

Y digo "algunas" porque hay tantas listas como autores implicados, pero, en fin, no me interesa tanto escribir sobre un tema didáctico, como proponer un tema polémico; (me encanta esto de escribir con esdrújulas).

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La lista de habilidades
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De entre las habilidades elementales se puede enumerar: percibir, observar, discriminar, nombrar, emparejar, detallar, recordar, comparar, clasificar e inferir; nótese que "enumerar" no aparece en la lista, no me explico por qué, si la acabo de usar y no la puedo sustituir con ninguna de las listadas.

Pues, de la misma manera, tampoco encuentro "intuir" y, sin embargo, es algo que hacemos varias veces al día y casi todos los días; cuando decimos "me late" o "tengo una corazonada"estamos usando la intuición para predecir un futuro incierto, del que tenemos poca o nula información y que, sin poder explicar cómo, tomamos una decisión con el corazón, es decir, con las emociones, de ahí las metáforas cardiacas. 

Aquí se acomodan decisiones como la compra de un billete de lotería, el llenado de una planilla del Melate, la apuesta a un tiro de dados o las propuestas indecorosas sin protección. Son eventos cuyos desenlaces son impredecibles usando los hechos presentes: sus resultados dependen exclusivamente del azar.

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Para adueñarse del futuro
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Sin embargo, cuando se dispone de datos confiables y se acomodan dentro del contexto que  interese en ese momento, la mente los procesa de las maneras de las enumeradas en el tercer párrafo y entonces infiere (predice o estima) una conclusión que se puede confundir con la intuición, pero que se distingue de ésta en que una inferencia se basa en datos y no en corazonadas inexplicables.

Para que una inferencia tenga posibilidades de predecir exitosamente el futuro, tiene que haber una correlación entre las causas observadas y los efectos que se pretende anticipar; por ejemplo, si se predice que el equipo A de futbol le va a ganar al B porque van a usar el uniforme de color fucsia, estamos ante una intuición; si se analizan las tablas de puntos, las estadísticas de goleo, la alineación de jugadores y el estadio donde se juega, es factible inferir quién va a ganar. Aunque a veces nos falle por culpa del árbitro, factor impredecible de por sí.

El punto no es la semántica de los términos, sino que las habilidades del pensamiento son complejas y se combinan de varias maneras para formar las competencias centrales. Una persona que no perciba los detalles, que no los observe, que no pueda distinguir los cambios, que no pueda comparar el desempeño de los delanteros frente a los defensas, que no recuerde quién le ganó a quién, cuándo y en qué condiciones, no podrá inferir nada; se tendrá que conformar con intuir que si los del equipo B salen con el uniforme rojo con rayas amarillas van a ganar y si salen con el uniforme amarillo con rayas rojas van a perder.

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¿Qué hacer?
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La tarea del mai es tejer la tela de su asignatura específica de manera que el discípulo vaya desarrollando sus habilidades del pensamiento poco a poco, disfrutando del descubrimiento de lo que  estaba frente a su nariz, pero que no lo veía, jugando con sus habilidades para solucionar problemas, generalizando sus modelos.

La tarea del mai NO es dictar a una cátedra soporífera sobre Georgia(el país, no el estado) ni decir cuál es su capital, ni siquiera dónde está o quién la fundó, porque todo eso se puede guglear (neologismo derivado de "buscar con google en la red"); la tarea del mai es lograr que los discípulos descubran por qué es importante Georgia para Rusia y, lo más retador de la tarea del mai: que disfruten de la investigación, que adquieran y defiendan una opinión sobre lo que pasa.

Alguien dirá: ¿y de qué les sirve saber eso? -probablemente de nada, lo que sirve es el proceso de desarrollo de sus habilidades del pensamiento. Cada asignatura es una oportunidad para desarrollar ambas comptencias, las objetivas y las centrales.

Las otras habilidades que mencioné al principio son: comparar, clasificar, explicar, identificar causas y efectos, predecir o estimar, analizar, resumir, generalizar, solucionar problemas, opinar y argumentar.


COMPETENCIA CENTRAL

No, no me refiero a las olimpiadas comunistas, ni al politburó del deporte nacional.

Se habla mucho en el ambiente escolar de la educación basada en competencias que, en pocas palabras, es lograr que el discípulo sepa hacer algo útil en determinada disciplina y lo demuestre ejecutando ciertas acciones prescritas. Por ejemplo, supongamos que el curso es "Ciclismo" (igual podría ser "Química molecular") ; antes bastaba con que el estudiante memorizara la definición de bicicleta y la pudiera seleccionar exitosamente de entre cinco opciones; en la educación basada en competencias se tiene que subir en la bicicleta y ejecutar limpiamente ciertas pruebas de destreza, dentro de tanto tiempo y sin romperse la crisma en el intento.

Cuando una persona domina una disciplina quiere decir que opera, que actúa consistentemente bien en todas tareas de su área de conocimientos y habilidades, y se dice que es competente

Nuestra tarea, para llegar a ser mais competentes, es sacar las castañas del fuego con la mano del gato; es decir, no basta lanzar una cubeta de sabiduría al salón y esperar que los oyentes se empapen en ella sin que se desperdicie nada; tenemos que demostrar que nuestros discípulos saben hacer lo que nosotros les enseñamos. De nada sirve un mai que domina al revés y al derecho las integrales múltiples si sus pupilos no saben ni plantear una regla de tres simple.

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¿Qué es la Competencia Central?
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Aun si un joven, gracias a un Mai (con mayúsculas) logra ser competente en una especialidad, no bastará para garantizar su éxito en la vida real porque ésta no está dividida en compartimentos separados; la vida real es un guisado muy complejo, con muchos ingredientes que trabajan al unísono para dar una sabor agradable; aunque las papas estén muy buenas, si falta la sal o los huevos están pasados, la tortilla de papa no sale bien.

La competencia central es la habilidad de integrar todos los conocimientos para dar solución a un problema; es como la labor de equipo, pero dentro de una sola persona. 

Vamos a suponer que un flamante administrador, recien egresado de la facultad de alta dirección de la baja sajonia, domina las relaciones públicas como un mago y se encuentra ante el problema de cómo enfrentar la competencia de productos importados de Krypton, manufacturados con mano de obra esclava. 

¿Bastará que ponga en juego la única competencia que realmente domina? ¿podrá con el magnetismo de su sonrisa obtener pedidos por su producto? 

No; tendrá que acudir a las autoridades supremas del comercio para obtener protección arancelaria; deberá diseñar una agresiva campaña publicitaria para pregonar las bondades de su producto y la superioridad contra los productos extranjeros; habrá de implantar un riguroso plan de reducción de costos de maufactura; diseñará sistemas computarizados para eliminar los costos de venta; pondrá a pan y agua a su departamento de diseño hasta que inventen nuevos productos que tengan ventajas técnicas sobre los Kryptonianos, buscará la protección de patentes y marcas, ¡ah! y también irá a comer con sus clientes para hacer valer sus encantos publi-relacionistas, pero esto será el último recurso.

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Y eso, ¿dónde se compra?
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Alguno de mis cuatro lectores dirá: -¿y dónde se contrata un genio con todas esas competencias? - no es necesario, le diré. Lo que sí es necesario es que nuestro flamante administrador sepa analizar el problema, formular la estrategia, y coordinar los esfuerzos. Esas tres habilidades, más otras dos que ahora les digo, constituyen la competencia central de un líder, de cualquier tipo y en cualquier negocio; no importa si es la priora de un convento o el jefe de una banda de asaltantes; no importa si es especialista graduado en finanzas o en astrofísica.

Para redondear el perfil del liderazgo: quien dirige debe evaluar el avance hacia la meta. Esto significa que tiene que saber a dónde va y comparar la posición actual de su nave contra la posición de la meta, y si no coinciden en rumbo, hay que hacer los cambios oportunamente; a esto se le llama controlar, y no significa restringir, sino orientar o redistribuir los esfuerzos hacia la meta .

Nuestras dotes y talentos, nuestros gustos, y las competencias que aprendimos en la escuela son como las raíces de un árbol; la competencia central es el tronco que las transporta y las pone en juego, y las ramas son los frutos de nuestro trabajo; son productos, mercados, áreas de trabajo, familia, deportes y aficiones que producimos. Todo lo que hacemos refleja nuestra competencia central, o la falta de ella.

Y lo mejor de todo es que estas competencias centrales las podemos enseñar a nuestros discípulos como parte de nuestra disciplina consentida, sin esfuerzo, sin perder tiempo... basta con que nuestra asignatura, en cada sesión contenga uno, varios o todos estos elementos, y que nuestros pupilos tomen conciencia de que lo que estemos haciendo sigue un patrón claro, un proceso ordenado.

La competencia central de una organización también es un tronco, pero esa, es otra historia...

 

ONTOGÉNESIS Y FILOGÉNESIS


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La pregunta y el sartenazo
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Platicando el otro día con una mai, surgió la pregunta, la polémica y por poco me cae a bofetadas con sartén: ¿de qué depende la mejor educación? Antes de entrar en la respuesta que yo le di, y por la que me hice merecedor de toda clase de violencia, permíteme sentar unos precedentes.

Aunque estábamos hablando de la educación superior, la Educación (así, con mayúsculas) no está dividida en compartimentos como "primaria", "secundaria", et cétera; la Educación es un continuo que empezó hace unos 13 billones de años, más o menos, y que no termina nunca porque aún después de incinerados, los átomos de carbón que nos componen, serán incorporados a la cadena infinita de reciclamiento de la naturaleza y aprenderán a integrarse a otras estructuras diferentes a las que soportan actualmente nuestras vidas humanas.

Pero limitémonos a la educación escolarizada de los cinco a los ventipocos años.

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Filogénesis
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Para empezar, la inteligencia del ser humano es un cocktail genético al que contribuyeron nuestros padres y nuestros ancestros; es decir, es hereditaria. Pero también son hereditarias otras características del ser humano, lo que pasa es que la inteligencia, como atributo hereditario, se parece más a la masa corporal, que a la estatura, es decir: es poco lo que se puede hacer estirando a los hijos para que rebasen la estatura de sus padres. Sí, el deporte ayuda y puede que dormir colgado también lo haga, pero es muy limitado su efecto sobre el crecimiento; la desnutrición nos puede dejar chaparros, pero la fuerza genética sigue siendo la más dominante.

Por otro lado, la masa corporal sí puede ser alterada en un sentido u otro; una dieta rigurosa puede corregir una obesidad congénita, un control hormonal también tiene efectos pasmosos y, por el otro lado, un descontrol en la ingesta de comida rica en vitamina T (tortillas, tacos, tostadas, tamales, tlacoyos, tortas, tejuino, tlayudas y tecates), hace Timbón hasta al hijo de una bailarina de ballet, y puede duplicar la masa corporal de manera irreversible de cualquiera en unos cuantos años.

Por eso digo que la inteligencia, siendo hereditaria, se parece más a la masa, que a la estatura, porque uno nace con ciertas dotes genéticas, pero lo que hacemos con ese capital intelectual puede variar mucho; o sea, la Educación cultiva, acelera o detiene a la inteligencia.

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El futuro es incierto en el mejor de los casos
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Segundo punto. La educación es como las inversiones: el desempeño histórico no garantiza el desempeño futuro. Esto significa que un joven puede haber pasado con honores por una escuela y esto no garantiza que en la vida práctica vaya a tener éxito; lo contrario también es cierto; cuántos de nuestros discípulos pasaron a tropezones por nuestras aulas y tienen gran éxito en la jungla de asfalto.

La Educación desarrolla, o debería desarrollar, los conocimientos, las habilidades y las emociones humanas; sin embargo, el joven las medio alcanza de todas maneras, en la escuela, afuera de la escuela y a pesar de la escuela. El desarrollo intelectual humano, como la masa corporal, no se puede detener, sólo se puede desviar, estimular o retrasar, Lo que pasa es que hay casos e instancias en las que ciertos ambientes propician más o menos el desarrollo de algunas habilidades del pensamiento, y aquí nos encontramos con una piedra en el camino: 

La vida es práctica, hasta las emociones más sublimes tienen efectos reales, pero no toda la educación confronta al sujeto con la realidad; hay mucho de teoría, de memorización de abstractos y de actos de fe. No estoy hablando de doctorandos en física molecular, sino de las tablas de multiplicar y de la regla de tres compuesta.

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Ontogénesis
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Finalmente, el ser humano es un ser racional y el adulto va tratar de maximizar los recursos que lo  inmortalizarán en el código genético depositado en sus hijos. Considerando el talento de cada uno, enviaremos a nuestros hijos a la mejor escuela que podamos sufragar, desde preescolar hasta la carrera universitaria que más les guste y esperaremos que sea la de más demanda laboral para cuando la termine; ¡ah! y también creemos que las instituciones de mayor abolengo y pedigree, cobran en proporción directa de su capacidad de formar profesionistas de primera calidad.

Todo lo dicho se puede resumir en una igualdad:

Grado de éxito = Talento del discípulo +  calidad del medio educativo

Sí, pero no. Casi.

Falta algo; algo que la sociedad ha perdido de vista: para aprender bien algo, lo que sea, nos tiene que gustar no sólo la materia de aprendizaje, sino la manera de asimilarlo. ¿quién no se ha dado cuenta de la extraordinaria habilidad de los jóvenes con los juegos de video? ¿quién no se maravilla de la pasión con la que algunos se dedican a los deportes que les gustan? Hasta los adultos nos sumergimos en las lecturas, la tele, el cine, la red y los temas o las aficiones que nos gustan.

Esto es porque es más facil entender lo que nos gusta, es más fácil dominarlo cuando lo practicamos y es más sólida la retención cuando se conecta un concepto con la realidad.

Lo que quiero concluir es que, dados el nivel de inteligencia, la inclinación o gusto por algún tema y ciertas condiciones escolares mínimas, el factor más decisivo en la educación de un joven es el mai; somos tú, yo y los que no están leyendo esto.

El mai es quien atrae la mente juvenil hacia el descubrimiento de la naturaleza; el mai va metiendo a sus discípulos en los laberintos de la realidad y les va planteando retos para que los enfrenten con su  habilidad y astucia; los va encandilando hacia la satisfación del saber, del saber hacer y del saber crear.

La escuela importa porque es el caldo de cultivo, el exceso o la falta de disciplina no son buenos medios, pero ni las paredes, ni el piso ni el techo son indispensables; ahí donde hay un mai y un discípulo, ahí está la escuela.

Sin embargo, ¡cuidado! el mai es tan importante, que no puede ser medianía, no puede ser indiferente o indolente porque la mediocridad docente engendra odio por los conocimientos y desprecio por la sabiduría; recuerda,  nuestra materia más odiada casi siempre está asociada con un(a) mal(a) profe(a).

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La prueba
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Y para comprobarlo, veamos lo que pasó en la Escuela "Francisco Villa" en San Juan Panamá, en el estado de Chiapas, a tres horas de Escuitla y cinco de Tapachula. La SEP hizo durante el ciclo escolar 07-08 una prueba de conocimientos generales (Español, Mate y Ciencias) en alumnos de educación básica llamada ENLACE; los alumnos de esta escuela tienen sólo un mai para todos los grados que coexisten en un aula para los tres grados. Los 38 alumnos obtuvieron ¡el mejor promedio (8.5) de las 85000 escuelas y de los más de 8 millones de estudiantes del País!, incluyendo públicas y privadas, urbanas y rurales, con internet y sin internet; de prestigio internacional y de las otras, habiendo desayunado o no. 

La foto de esos niños está al principio de la gacetilla.

El Mai se llama Miguel Rincón y uno de sus discíplulos se llama Robelsi Obed; él obtuvo 9.5 en Matemáticas y en Español y proviene de una familia que vive de lo seis sacos de café que cosecha al año en su pequeño terreno, más la ayuda mensual del gobierno federal que beca a los estudiantes con 150 pesos mensuales para que no tengan que trabajar en la milpa. Las despensas a veces llegan y a veces no. Seis horas trepando la montaña desde Tapachula son muchas horas y demasiadas cosas pueden pasarles. 

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De nuevo la pregunta
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Pregunto ahora: ¿qué es lo más importante para la educación de Robelsi? Yo dudo mucho que sea la filogénesis porque no hay razón para creer que esos 38 jóvenes hayan recibido mejor carga genética que los otros ocho millones de alumnos del País; estoy seguro de que tampoco la ontogénesis tiene mucho que ver porque su aula no es mejor que las de las otras 85 000 escuelas. 

De lo que estoy seguro es de que ese Mai hizo algo que los demás no hemos hecho.

¿Cuándo fue la última vez que tus discípulos te aplaudieron al terminar una cátedra?
¿Cuándo obtuvieron tus discípulos un premio académico?

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Mi respuesta y el sartenazo
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La respuesta por la que me gané el sartenazo mencionado al inicio de la gacetilla fue: "El aprendizaje es un fenómeno que se da dentro del cráneo del discípulo y lo único que puede cambiar la calidad de la educación es el mai, lo demás no importa"

Favor de anotar sus sartenazos, sus opiniones  y las respuesta a mis últimas preguntas en los comentarios (anónimo está bien).

El mai -con minúsculas-.



¿DÓNDE ESTÁ LA FELICIDAD?



Todo depende de lo que sea la felicidad.

Se dice que la diferencia entre éxito y felicidad es que el éxito es tener lo que se quiere y la felicidad es querer lo que se tiene; yo digo que son dos cosas diferentes y que no son mutuamente excluyentes, pero el asunto no es tan simple.

Hace un par de millones de años nuestros ancestros, el Homo Abilis (foto de la izquierda),  tenían la frente plana y las mandíbulas prominentes. Hace unos 200 000 años nuestro antecesor directo, el Homo Sapiens (foto de la derecha), desarrolló el lóbulo frontal y su frente se hizo abultada; la masa encefálica creció casi al triple y comenzó una nueva etapa en la evolución del hombre moderno. 

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Simulador de experiencia
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Una de las muchas consecuencias de ese crecimiento radica en la corteza prefrontal que es la que nos permite simular experiencias a partir de estímulos externos o de evocaciones internas; por ejemplo, (regresando a nuestro Homo Sapiens) la imagen de un animal, digamos un tigre, seguramente disparaba reacciones automáticas de huída o defensa; sin embargo, también en su mente se formaban imágenes de otras experiencias relacionadas con la realidad presente como: transformar al animal en hamburguesas, desforrarlo y hacerse un abrigo o proteger a su familia de la amenaza.

De aquí se desprende la idea de que en la mente coexisten dos imágenes: la de la realidad y la que el cerebro sintetiza; quien tenga la menor duda sólo recuerde sus sueños (o sueñe con sus recuerdos) y verá que cuando uno está soñando, por unos instantes todo se siente como una realidad absoluta; hasta hablamos, nos movemos y nuestros ojos se agitan.

La felicidad proveniente de la realidad es lo que sentimos cuando obtenemos lo que queremos, y la felicidad sintética es lo que sentimos cuando NO obtenemos lo que queríamos;es decir, lo que la mente fabrica en sustitución de lo que no pudimos alcanzar, y que lo coloca alrededor de lo que pudimos lograr.

Cualquiera diría que lo que sentimos es frustración y, sí, al principio, cuando sólo existe la realidad, nos sentimos frustrados; pero poco a poco, el lóbulo frontal va construyendo satisfactores y va neutralizando a la frustración. si, por ejemplo, queríamos comprar una prenda y a la hora de las ofertas, la talla o el color que nos gustaba, se acabaron, es posible que compremos otra talla del color que nos gusta, u otro color de la talla que nos queda; al poco tiempo veremos que nuestra elección fue todo un éxito, que nos sentimos satisfechos con lo que tenemos y hasta lo preferimos por encima de lo que no conseguimos.

¿recuerdas la fábula de la zorra y las uvas verdes?; casi siempre es mayor la satisfacción sintética que la que obtenemos de objetos reales.

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Opciones, opciones, ¡opciones!
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Cualquiera diría que la felicidad sintética es inferior a la proveniente de la realidad, pero no es así; cuando tenemos muchas opciones para escoger, generalmente somos descuidados y casi indiferentes a la selección; ¡hay tantas alternativas!... ¿recuerdas el menú en esos restaurantes que te ofrecen 45 sopas, 63 platos principales y 900 postres? ¡No se puede uno decidir entre tantas posibilidades! y acaba uno equivocándose. "-Como que la sopa Azteca no se lleva bien con las puntas Strogonoff-" dice el comensal frustrado "¡Tráigame una Crème Brûlée con refuerzo de nieve de limón!" -agrega, como sellando su infelicidad.

¡Ah! pero entonces aparece una tarjetita en medio del menú o el mesero la saca de entre sus bolsillos y nos dice: "la especialidad de hoy es..." y nos da cuatro opciones (de las cuales ya se agotaron dos); con cuidado escogemos una y al terminar la comida defendemos nuestra elección con pasión sibarita. ¿qué pasó? que cuando tenemos pocas opciones, cuando los recursos son limitados, somos más cuidadosos y obtenemos mayor satisfacción -sintética- de nuestro buen gusto que cuando tenemos muchas y las desperdiciamos.

Sucede con frecuencia que en determinados restaurantes consumimos casi siempre, casi lo mismo; es más, vamos a propósito a ciertos lugares porque ahí sirven algo que nos gustó mucho las 498 veces anteriores que hemos ido. Yo nunca he consumido en ninguna fonda japonesa una sopa que no sea Misoshiru y en España hay quien recorre 300 Km para comer unas chuletas de cordero que ha comido ahí desde que era niño.

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¿Es la libertad de escoger el enemigo de la felicidad sintética?
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No, lo que pasa es que, cuando estamos limitados en nuestras opciones, somos mucho más cuidadosos y derivamos más felicidad de nuestra selección; cuando hay demasiadas opciones nos descuidamos y es común equivocarnos; por esta razón sentimos que nuestros libros son mejores que los que se quedaron en la librería, que nuestra colección de música es mejor que la que no compramos, que la pintura que cuelga de nuestras paredes es mejor que la que no pudimos comprar; nuestra carrera profesional es mejor que las que no estudiamos y yo le voy a los Pumas aunque ganen y al Barça aunque pierda.

También aquí se aplica la filosofía de Forrest Gump; "La vida es como una caja de chocolates: nunca sabes lo que vas a sacar", y le agrego: "pero este que me acabo de comer, ha sido el mejor de todos"

El Mai

POR QUÉ CREEMOS LO QUE CREEMOS

Tal como se dijo en la gacetilla sobre la cosmogonía, cada pueblo se define como hecho a mano por su dios, y todas las culturas, por remotas que sean, han desarrollado un concepto equivalente un ser omnipotente.

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La religión del miedo

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Para el hombre primitivo la noción de dios, y del culto o religión, nació del miedo: miedo al hambre, a las bestias salvajes, a la enfermedad y a la muerte. Puesto que en esta etapa se sabía poco de la microbiología, del clima o de la agricultura, el hombre creó seres ilusorios más o menos análogos a sí mismo, cuyas acciones producían los temidos episodios.


El hombre trató de apaciguarlos y de propiciar sus favores mediante liturgia y ofrendas conforme a tradiciones pasadas de generación en generación. En este sentido se habla de una religión basada en el miedo. Para estabilizar al sistema aparece una casta sacerdotal como mediadora entre la gente y los seres a quienes teme, que se erige como una hegemonía con el monopolio del miedo y de la administración del bienestar proveniente de su dios.


En muchos casos, el líder o la clase privilegiada cuya posición se basaba en la fuerza o en la lana, combinaba sus funciones de autoridad seglar con funciones sacerdotales con objeto de reforzarlas entre sí o, si estaban separados, la casta política y la sacerdotal hicieron causa común con sus propios intereses.

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La religión de la providencia

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Los impulsos sociales fueron otra fuente de cristalización de la religión; los padres y las madres, que eran entes de respeto y autoridad, envejecían y su sabiduría y liderazgo se extinguían: porque son mortales y falibles. El deseo de guía, de amor y de apoyo, hace que el hombre se forme una concepción moral de dios; este es el dios de la providencia, quien protege, dispone, premia y castiga; el dios que, de acuerdo a los límites del creyente, ama y protege la vida de la tribu, de la raza humana o de la vida misma.


Este dios consuela en las penas y empuja en las aspiraciones; es quien preserva las almas de los muertos. Esta es la concepción social o moral de –ios (no, no se me olvidó la “D”)

El desarrollo de una religión de miedo a una religión social es un gran paso en la vida del ser humano. Las escrituras judías ilustran admirablemente el paso de una a la otra; desarrollo que continúa en el nuevo Testamento. En la actualidad todas las religiones, particularmente las provenientes de oriente, son una mezcla de ambos estilos con la salvedad de que en las sociedades más desarrolladas predominan las religiones morales.


Es común que en casi todas aparezcan figuras antropomórficas de –ios. En general, sólo los individuos excepcionales y comunidades extraordinariamente dotadas se levantan por encima de este nivel.

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La religión de la sensación cósmica

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Porque hay otra etapa en la experiencia religiosa que pertenece a todas las religiones aunque raramente se la encuentre en su forma pura; le llamaré la religión de la sensación cósmica. Es muy difícil explicarla porque esa sensación no puede asociarse a una figura antropomórfica.


El individuo siente la futilidad de las metas y los deseos humanos, y percibe lo sublime y maravilloso del orden que se revela en la naturaleza, en su ser y en su propio pensamiento. La existencia individual le parece a uno como una prisión y quisiera incorporarse al universo como un todo significativo.

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uno tiene la sensación de pertenecer a un orden superior, infinitamente complejo

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Los principios de un sentimiento religioso cósmico aparecen muy temprano en el desarrollo humano; está, por ejemplo, en los Salmos de David y en algunos escritos de los Profetas; el Budismo, como hemos aprendido de los escritos de Schopenhauer, contiene elementos muy fuertes de esto.


Los genios religiosos de todas las épocas han sido iluminados por este sentimiento que no conoce dogmas ni concibe a –ios a imagen y semejanza del hombre, que no tiene una iglesia ni un culto cuyas enseñanzas centrales estén basadas en revelaciones.


Es precisamente entre los herejes donde encontramos este tipo de sensaciones; muchos de ellos fueron considerados como ateos y otros como santos. Visto así, hombres como Demócrito, como San Pancho de asís y como Spinoza están muy cerca uno del otro.


¿Cómo se puede comunicar esta sensación religiosa de una persona a otra, si no se puede presentar ni siquiera una noción definitiva de -ios o una teología? Desde mi punto de vista, para eso es el arte y la ciencia: para despertar esa admiración por un orden superior y para mantenerla viva.

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Ciencia Vs. Religión

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Y así llegamos a concebir una relación entre la ciencia y la religión muy diferente a la acostumbrada. Cuando uno ve el asunto históricamente, uno se inclina por verlas como enemigos irreconciliables. Quien se comprometa seriamente con el principio de causalidad no puede aceptar que exista un ser que intervenga para premiar o castigar los actos del hombre que, finalmente, actúa en respuesta a sus necesidades, como lo hace un objeto al caer por efecto de la atracción gravitacional.


Por esto se acusa a la ciencia de minar los principios morales; pero esto es injusto; la conducta humana debería estar basada en la empatía, la educación, y los compromisos sociales; seríamos unos seres muy pobres si actuáramos sólo por la promesa de un premio o la amenaza de un castigo después de la muerte.



Para las mentes curiosas o incrédulas; aquí les pongo una liga a un video que demuestra dos cosas: una, que las matemáticas pueden ser tanto divertidas, como útiles, y dos, que la ciencia y el arte son expresiones sublimes de la mente del ser humano; son la mano de -ios jugando.


http://www.ted.com/index.php/talks/robert_lang_folds_way_new_origami.html


Tengan paciencia, dura unos 18 minutos, pero les garantizo que se sorprenderán


El Mai.