PROPÓSITOS DE FIN DE AÑO


Si el mai alguna vez hubiera logrado cumplir todos sus propósitos de fin de año, podría escribir una gacetilla que se llamara algo así como: "siete maneras de cumplir la lista de año nuevo". Pero no, el mai sólo es experto en cómo NO cumplir con sus buenos propósitos.

Así que, se podría esperar que escribiera "mil y un maneras de NO cumplir con las metas del año" pero no te voy a aburrir con tantas formas de fracasar, sino sólo con unas cuantas.

La primera regla que he encontrado en este asunto de los objetivos personales es que la única manera de no fallar en el cumplimiento de los objetivos es no hacer listas de objetivos. Fácil ¿no? es imposible fallar de esta manera.

Así, todo lo que uno logre en los siguientes 364 días se vuelve un éxito muy reconfortante y no hay fracaso posible, ni desmotivantes remordimientos por haber perdido el papelito donde uno escribió sus propósitos.

Si no está en papel, no existe
Esta manera de actuar es muy favorecida, Muy poca gente escribe, ya no digamos en su cuaderno personal o en su bitácora diaria, sino siquiera en el reverso de un boleto del metro, lo que se pretende hacer en el año que comienza y, por eso, esta manera de no actuar es mi favorita para fallar en mis metas: porque es fácil perder los papelitos.

Si uno no se da importancia, nadie se la dará a uno
Manera número dos. Hay que ponerse unas veinte metas, y mientras más, mejor. De esta manera siempre se podrá decir que uno es muy ambicioso, que no alcanzó el tiempo para trabajar en todas, y que las que se intentaron no se pudieron cumplir porque se diluyó el esfuerzo.


Esta manera tiene una ventaja adicional: se ve uno más importante y ocupado cuando tiene uno 23 objetivos de altísima prioridad, que cuando sólo tiene dos; esto hay que dejarlo para otras personas cuyo tramo de atención sea corto.

Como corolario, si a uno le interesa sólo una meta, hay que rodearla de 22 adicionales para que la gente no sepa qué es lo que uno realmente se comprometió a hacer y de esta manera no se nota tanto la falla.

Tres.
Otra manera segura de fallar sin remordimientos vanos, es ponerse metas imposibles. Créeme, en ésta soy experto. Hay variantes de apoyo que son muy lucidoras, por ejemplo, la del plazo imposible, aquella que no hay manera de cumplirla en el tiempo asignado con recursos simplemente humanos.

En esta categoría caen las metas de titulación de una carrera en tres meses, las de aprendizaje de un idioma en seis o las que dependen de fuerzas externas incorruptibles, como la fuerza de gravitación universal ("Voy a bajar 23 Kg de peso en 20 días")

Cuatro.
Hay que fijarse objetivos que uno no quiera realmente cumplir, de esta manera, la voluntad, la inercia y el instinto empujarán todos en la dirección contraria al propósito. No falla.

Porque cuando uno se propone algo que desea profunda y violentamente, uno es capaz de cometer actos tan reprochables como actuar diario para alcanzarlo, o dejar de hacer otras actividades menos útiles como comer y dormir.

Una buena lista de propósitos de fin de año estará incompleta si no incluye metas "de castigo", de esas que implican el sacrificio de los más caros, apreciables y placenteros gustos, así, cuando se haga el balance, uno podrá decir "no, pues no lo cumplí porque habría que estar loco para pagar un precio tan alto por una meta tan absurda; debo haber estado loco cuando me la impuse"

Cinco.
Del otro lado de la simetría: ponerse metas fáciles es una excelente manera de no cumplirlas porque este tipo de objetivos tienden a caer al fondo de las prioridades y como tales, no pasa nada si no son cumplidos. No es indispensable que sean propósitos banales, pueden ser muy útiles e importantes, basta que se les asigne un valor cuantitativo muy pequeño para que automáticamente los pueda uno posponer para revisión en octubre o noviembre, cuando ya sea demasiado tarde para cumplirlos, sin que esto cause autocrítica, frustración e insomnio.

No hay que confundir este tipo de objetivos con aquellos que uno tiene asegurado que van a ser alcanzados, especialmente si ya fueron logrados y sólo falta publicar los resultados. En términos rancheros se dice que están "cinchos" y no cuentan para estas técnicas de manejo de objetivos personales precisamente porque terminan en éxito, y no en falla.

Y así podríamos seguir varias páginas más de maneras, técnicas y consejos prácticos, pero no sería útil. Ahora, si lo que buscas es cómo hacer una lista de metas anuales, comienza por eliminar la palabra "propósitos" y comienza a usar esa, la que acabo de escribir, sí, esa: "Metas". Porque los propósitos no implican compromiso alguno más que querer, desear, aspirar y gustar; mientras que metas u objetivos implican un compromiso.


Luego, invierte todas las sandeces que escribí allá arriba. Escribe tus metas, sácale seis copias, ponlas en la mesa del desayuno, en la pared de tu lugar de trabajo, en la cabecera de tu cama, en tu cartera, en el baño y dale una copia a tu pareja; ella (o él) no te dejará olvidar tu compromiso.

Ponte una, dos o tres metas. Ni una más (y tres son demasiadas); No untes la mantequilla en demasiados panes, concéntrate, enfócate, ataca con furia y pasión lo que quieras hacer, no te des la oportunidad de fracasar por dilución de esfuerzo.

Piensa, si te pones seis metas, tendrás que cumplir una cada dos meses o todas en diciembre, y esto, aparte de todo lo demás que tienes que hacer en tus labores normales bajo presión normal.

Fija metas difíciles, pero alcanzables en tiempo y forma. La cosas fallan, los tiempos fallan, la gente falla, los recursos fallan, todo puede fallar, pero si te pones metas realistas se te quitan los pretextos para que falles tú.

Escoge metas personales, al menos una. Piensa en algo que realmente quieras para ti, no lo que la familia, el trabajo, el culto o la sociedad esperan de ti; esas metas te llegarán solas. Al menos una tarea para el siguiente año debe ser algo personal porque no se debe descuidar la estructura interna; bueno, algunas almas santas viven para sacrificarse por el prójimo, pero este mai no es de esas.

Cuantifica las metas. Describe tus metas con precisión numérica, fechas, montos, cantidades concretas, observables, medibles; no digas, por ejemplo, "voy a ser feliz", sino "En junio me voy de vacaciones a París 10 días y me voy a gastar 2 000 Euros en ropa, perfumes y conciertos" (nótese que dice "me voy", no dice: "tengo el propósito de...")

Extra
Escribe algunos objetivos en otra hoja que se llame "Plan B" por si fallan los propósitos primarios. Asegúrate de no perderlos y de que los puedas cumplir en los últimos días del 2010; ¡Ah! y recuerda: todos los consejos son peligrosos porque todos los caminos pueden acabar mal, así que, no lo dudes, tampoco lo creas... mejor chécalo
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Con este número se cierra un año de publicación de la gacetilla, doy por cumplida una meta del 2009, me impongo la misma para 2010, y espero que tú, Mai (con mayúscula), te propongas leerla. Si tienes alguna idea, aplauso o jitomatazo, déjame un comentario en el espacio provisto unas líneas más abajo o mándame un Post it y te aseguro que será agradecido sinceramente, leído con atención y pegado en lugar visible.

el mai

EL GRINCH, SCROOGE Y OTRAS BENDICIONES


Si eres mujer, imagina que estás sumamente embarazada, que te quedan escasos tres días para dar a luz. Por órdenes del jefe de gobierno de tu delegación política tienes que ir a tu lugar de origen a votar por el candidato de moda, vives lejos y eres pobre. Ni modo, tu marido alquila un taxi desvencijado adquiriendo una deuda de dos años para pagar el viaje.

Es invierno y apenas tienes con qué cubrirte del frío que se cuela por las ventanillas rotas del carrito; cuando llegas a tu pueblo te encuentras con que todo mundo dejó para lo último sus obligaciones cívicas y aquello es una romería desordenada y delirante, la cola del empadronamiento y el voto es para varios días, y no puedes dejar de cumplir so pena de perder tu identidad, la de tu hijo y derecho a votar por el candidato de moda.

Sacas tu ficha y te dicen que regreses en tres días; con la espalda adolorida por el contrapeso y por el traqueteo del taxi, le pides a tu marido que busque alojamiento y comienza de nuevo tu peregrinar. Van de hotel en hotel, de posada en posada y de hostal en hostal; donde hay lugar no aceptan la tarjeta de crédito que ya le sale lumbre de tanto usarla, y en los demás no hay ni un rincón donde sentarse. El hambre de siempre te muerde la boca del estómago

Ya es jueves y cae la noche, la llovizna helada se vuelve nieve tiznada de hollín de las fogatas, nada que ver con las postales del vaquero Marlboro sobre el paisaje recién nevado. De pronto, tu incomodidad se vuelve una intensa punzada: llegó la hora de la hora, hay que buscar abrigo en donde sea.


Si eres hombre, imagina que eres carpintero, no ebanista de biblioteca o de cantina de político, sino de esos que hacen muebles rústicos con herramientas rupestres usando la fuerza de tus propias manos. Hace unos meses tu mujer quedó embarazada, pero eso no tuvo nada que ver contigo.

Tu compadre te dijo que no te preocuparas, que el embarazo había sido obra de un espíritu y que tenías la obligación de honrarla cuidando a su hijo como si fuera el tuyo. Lo aceptas porque la quieres mucho y sigues trabajando para acomodar una boca más dentro de unos meses.

En eso te avisan que tu esposa tiene que a empadronarse y votar en su lugar de origen, sacas la cuenta de lo que va costar el viaje y vendes hasta los agujeros de los clavos que vas a poner en el futuro; te abres paso a tarjetazo limpio y rentas una charchina para emprender el viaje. Es invierno y si tus sandalias pisan un chicle, sabes de qué sabor era; la túnica sobre tu espalda es más transparente que un velo de bailarina tubera.

El parto es inminente, pero el plazo político es perentorio; hay que cumplir so pena de perder hasta el apellido. Comienza el viaje, cada tantos kilómetros hay que bajarse a reparar el carrito: si no es la banda, es el bendix y si no, los frenos o el clutch o el GPS, pero ahí van avanzando.

Cuando llegas se te caen los calzotines, no hay forma de entrar, la masa humana es impenetrable. Mediante una corta feria obtienes una ficha para el jueves y, como puedes, sales a buscar a tu mujer que se ha quedado atrás. Minutos después comienzan a peregrinar de casa en casa en casa y de puerta en puerta buscando alojamiento por unos días, pero no hay nada... todo está reservado para la gente importante del partido.

En las afueras de la delegación, por donde están los establos, rondas por los campamentos de ambulantes y cirqueros, pero no hay suerte ni lugares para pernoctar, deja de llover y comienza a nevar, baja la temperatura, el hambre acecha y, en eso... escuchas un gemido de dolor, la hora ha llegado, hay que moverse ¡ya!

Encuentras un establo en ruinas; ha sido embargado por el jefe de gobierno para construir vivienda de interés social en beneficio de sus electores, es más una cueva que una construcción a la que ni los pastores han querido entrar. Adentro hay un burro viejo que se esconde de la carga de su dueño y un buey cansado de contar sus años.

El piso tiene un poco de paja. Se acerca la media noche, no hay ni velas para celebrar la fiesta de las luces, mucho menos para alumbrar tu miseria y tus angustias, los dolores se aceleran, sube su intensidad y, de pronto... en medio de lágrimas, gritos y sangre... tienes un hijo.

Lo arropas con unos trapos que llevabas, limpias como puedes a tu esposa y la cubres con tus propios andrajos. Escarbas en el fondo de tu morral y encuentras migajas del último latke.

No se si esto haya sucedido así, pero así me lo imagino y no creo andar muy lejos de la verdad. La fecha exacta se desconoce, pero la tradición y los concilios, después de un par de ajustes al calendario para combatir las fiestas romanas, la han puesto en diciembre de hace unos 2000 años, como por estos días que hoy vivimos.

La historia no cambia, la celebración sí
Desde finales de octubre, terminando la colecta de Halloween, las fiestas de los muertos y demás parafernalia del otoño, comienza el ataque de la mercadotecnia sobre el dinero de los aguinaldos y los bonos de fin de año.


Al principio son discretas campañas de "aproveche, aparte sus juguetes", luego sube de tono la presión y escucha uno los embates de "compre ahora y comience a pagar en febrero" o "¡Todo a 30, 60 y 90 años!. Ya para el viernes negro, o sea el último viernes de noviembre, pasando la ecuménica celebración de acción-de-gracias-y-vamos-a-tragar-como-cerditos, la orquesta comercial toca a todo lo que da.

Hanukkah se funde con las posadas, la Noche Buena dura 48 horas y se consuma el puente Guadalupe-Reyes.

Ofertas, campañas, regalos, rifas, sorteos, promociones, descuentos, crédito, premios, millas, puntos, sorpresas, paquetes, combos, saldos, intercambios, fiestas, comilonas, beberecuas, pulcatas, brindis... lo que sea, ¡compra, comPRA, COMPRA!

No hay salvación, si no compras y regalas, es que no quieres a tu pareja, a tus hijos, a tus padres o a tus parientes, ni que decir de tus colegas y tus jefes, te la juegas si no regalas por lo menos un perfume de modelo anoréxica o una loción de actor puñal.

¿O sí hay salvación?

Yo creo que sí. Por eso existen los Scrooge y los Grinch: para recordarnos que hasta un trapito limpio es un gran regalo cuando tenemos frío. Este año el monstruo verde (el Grinch, no el Hulk) me invadió con su maravilloso espíritu invernal desde octubre. El de Scrooge nunca me ha dejado, pero esa es otra historia y no es noticia.

Este año pocas personas la tendrán fácil, muchos perdieron el empleo, el negocio, la pareja y hasta la casa, querido Mai (con mayúsculas), querida Mai (con mayúsculas) este año enciende una vela por cada posada, regala un trapito limpio y seco; perdona una ofensa, escribe un E-Mail de dos párrafos, llama a alguien por Skype, manda un SMS a un(a) amigo(a) y para el año que entra, recuerda que lo único que importa son tus discípulos, o tus hijos, si no eres Mai.

Y si acostumbras hacer "wish list" o pliego petitorio con emplazamiento a huelga, no olvides pedir una caricia en tus mejillas, un abrazo fuerte, un beso suave, y que la gacetilla semanal no falte.

No importan los reglamentos adversos, ni las exigencias absurdas; ni el frío o el calor. Si no hay espacio, ni dinero; si no te dan crédito ni en tu casa, y si ya empeñaste las joyas de la familia, la compu y hasta los gises, no importa... Donde hay un Mai (con mayúsculas, como tú), y un discípulo... ahí hay una escuela.

Date un gusto, no lo compres.

el mai Sonzo McScrooge Von Grinch.

OTRA DE GURUS: ACKOFF


Es difícil imaginarse un peor título para un libro que: "Introducción a La Investigación de Operaciones"; sin embargo, el Mai Russ Ackoff se lo aplicó a un mamotreto que escribió en complicidad con otro mai: Sasieni, en 1959, y su libro pronto se convirtió en la simiente de una nueva manera de buscar la optimización de un negocio.

La Investigación de Operaciones es una oscura rama de la ingeniería y la administración, que aplica las matemáticas más rupestres a los problemas más complejos de la estrategia militar, la mercadotenia, el merchandising, la logística, los inventarios, la manufactura secuencial, los seguros del transporte, la construcción, las bodas y cuanta actividad humana requiera que varias cosas sucedan para completar a tiempo y al menor costo posible un resultado.

Ackoff escribió 30 libros más antes de que se le acabara la fuerza de la mano izquierda. Con su primer libro inició su carrera como uno de los hechiceros de la administración más influyente del siglo XX. Sus ideas sobre el pensamiento sistémico han sido de vital importancia durante las épocas de crisis económica, no tanto en las de bonanza, porque cuando sobran los recursos está uno tan ocupado gastando, que es difícil preocuparse por la eficiencia.

La crisis actual es el resultado de una serie de fallas catastróficas en el sistema financiero, pero también en los sistemas económico y político. Esta manera de analizar el todo es lo que hizo de Ackoff el evangelista en jefe del pensamiento sistémico.

Todo está conectado con todo
Esto significa que si un deportista pretende romper un récord de velocidad, no podrá lograrlo si trae un piedrita en el zapato, no por lo que pesa, sino por lo que jode. Los adictos a la teoría del caos dicen que si una mariposa aletea en el Amazonas, se desata una tormenta de de nieve en Suiza; bueno, eso es tal vez un poco exagerado, pero captas la idea.

Hasta que el concepto se le ocurrió a este mai, la idea generalmente aceptada era que las disciplinas de estudio o de gobierno estaban separadas en compartimentos; el mai de mate no se habla con la mai de biología; la secretaría de educación no tiene nada que ver con la de salubridad. Esa era una visión "atómica" no en el sentido de energía nuclear, sino en el sentido de que, para solucionar un problema complejo, había que simplificarlo, dividiéndolo en sus partes.


El gran mago de la física Richard Feyman, Premio Nobel de Física 1965, decía que "... Todo es física" para indicar que la física es la ciencia fundamental que explica la química, la biología, la realidad que nos rodea y, algún día, explicará la vida. Andaba cerca de esto cuando dijo: "La física es como el sexo: seguro tiene una utilidad práctica, pero no es por eso que lo hacemos" El tío era francamente deslumbrante.

Otro mai llamado Albert Einstein, se le ocurrió la puntada de decir que "... no se puede solucionar un problema usando la misma manera de pensar que se aplicó para crearlo" Y esto es una piedra en la que se tropieza uno a cada rato: el ser humano tiende a no salirse de su zona de confort, aunque esa zona esté inundada de problemas; seguimos dividiendo los problemas en partes, sin poder distinguir las causas de los síntomas.

Hablan las runas
El pensamiento sistémico de Ackoff está claramente descrito en su libro "Redesigning the Futuro: A Systems Approach to Societal Problems" de 1974: hay que enfocarse en el desempeño total de un sistema sin dividirlo en sub-sistemas, ni medirlo como la suma de pequeños resultados individuales suponiendo que la suma de éstos dará un resultado total satisfactorio.

La única disciplina que de manera natural desarrolla sus funciones como un sistema es la Arquitectura (y la Ingeniería en general), porque el proceso de diseño se inicia contestando a la pregunta: "¿Qué clase de edificio (o de máquina) hay que hacer?" en vez de: "Tengo estas partes, ¿que se puede hacer con ellas?"

Esta falla es muy notoria en los negocios cuando la empresa se concentra en crecer, más que en desarrollarse, o en hacerse más grande, y no en ser mejor. Se nota cuando el volumen de ventas es más importante que proveer los recursos (utilidades) para satisfacer sus necesidades internas (instalaciones, equipo, productividad), las de sus empleados (capacitación, remuneración, seguridad) y las de sus clientes (calidad, servicio, confiabilidad, valor). De nuevo, todo está conectado con todo: la institución crece porque su gente crece y, con ella, crecen las instalaciones, los clientes, los ingresos, la fama... todo

La empresa no es muy diferente a una persona que sigue desarrollándose muchos años después de que dejó de crecer; ¿por qué no podemos ver el desarrollo de la sociedad de esta manera?

En parte, los mais tenemos la culpa porque no hemos podido convencer a nuestros discípulos de que lo importante no es pasar, sino saber; que su educación no termina cuando salen de la escuela porque la evaluación escolar sólo premia el hecho de estar en lo correcto y saber resolver exámenes, pero no estimula el aprendizaje derivado de los errores (Esta idea del aprendizaje basado en nuestros errores es muy original y muy poco difundida).

De ahí que las empresas sean desconfiadas y cautelosas, y que el empleado evite los errores o los oculte cuando los comete. Según Ackoff, los tres mejores arquitectos de los EEUU, Henry Hobson Richardson, Louis Sullivan, y Frank Lloyd Wright, jamás tomaron un curso universitario de Arquitectura. No faltará quien se pregunte ¿y quién les firmó los planos?.

Y esto, ¿para qué sirve?

Nuestros discípulos se lo preguntan diario. Los mais necesitamos encontrar urgentemente la manera de inculcar el pensamiento sistémico en nuestros discípulos, que se den cuenta que el micro-mosaico de un tema forma parte de la cúpula de una catedral, para que, cuando lleguen a ser quienes tomen las decisiones importantes o quienes formulen las políticas generales, lo hagan viendo el total del asunto, y no sólo lo más inmediato o el beneficio de lo fragmentario.

En la empresa vemos consagrada en la contabilidad, la visión de que hay que evitar los errores cometidos, mas nunca se registra la omisión de actos que debieron haber sido ejecutados y no lo fueron, con la posible excepción del pago de impuestos y obligaciones. El resultado es una organización cautelosa y una cultura aversa al riesgo y a la innovación. Más de un prócer del refrito literario recomienda no componer lo que no está descompuesto y no hacer olas para no bambolear la chalupa, pero esto puede llegar a ser fatal.

La crisis financiera del 2007 al 2009 es un ejemplo del peligro de ver los mosaicos chicos y no ver el mural completo; cuando uno ve los detalles financieros de una empresa, sin ver la estructura general del sistema, es fácil dejarse llevar por las cifras de utilidades sin darse cuenta de que las cuentas por cobrar son incobrables... hasta que todo el castillo de naipes se desmorona cuando nadie paga nada.

Las cosas no son diferentes en el salón de clase: la matrícula baja porque el discípulo no recibe el producto que compra, aunque sea barato. Regalar calificaciones no aumenta su satisfacción en el largo plazo; cuando un mai regala una nota, el discípulo no está adquiriendo el conocimiento y éste le será necesario para su futuro desempeño y, si no lo tiene, no podrá prosperar en el mercado laboral.

Lo que no mata, fortalece
El sistema de la supervivencia funciona así: cuando la liquidez de un mercado se seca, las empresas robustas (y los profesionistas capaces) son quienes sobreviven y hasta salen, por sí mismos, fortalecidos de la crisis. Concretamente: las adversidades nos fortalecen porque nos obligan a ejercitar los músculos de la mente y del carácter, golpe a golpe, día con día, una y otra vez.

Por esa razón la economía informal es tan tenaz: porque gran parte de sus operaciones son ejecutadas en efectivo y, así, el micro-empreasario sólo comprará lo que pueda pagar y sólo venderá lo que pueda cobrar. También por eso la economía informal es más sólida que la estructura de la economía formal: porque no depende de la disponibilidad regulada del crédito, sino sólo del efectivo en manos del gran total de pequeños empresarios (aunque sean informales) que arriesgan su capital en mano para poner frijoles en la mesa diaria de su casa. El microempresario es fuerte porque todos los días ejercita sus competencias comerciales y administrativas.

Ackoff era un optimista contagioso; él pensaba que los sistemas funcionaban a pesar de sus grandes reguladores porque estaban movidos por fuerzas fuera de su alcance y hasta de su conocimento.

el mai

MBA NEW AGE


En junio de 2008, esta gacetilla se estrenó hablando de los títulos universitarios como ecualizadores y hasta como ventajas sociales desde el punto de vista del estudiante; hoy hablamos de lo que significa un posgrado desde el ángulo de quien contrata a la persona que lo porta.

Imagina el aula de un posgrado de negocios hace unos 20 años; la mayoría de los asistentes estarían escribiendo notas con letra de monje medieval, pero con furia de futbolista. Casi todos cabrían en una plantilla estándar: hombres, de clase media o superior, todos egresados de una licenciatura afín cuatro o cinco años antes, empleados de una firma famosa o herederos del negocio familiar, todos de rigurosa corbata de rayas diagonales y enfundados en un traje de marca famosa o de sastre con apellido italiano.

Lo único constante es el cambio
La impresión de esta misma aula hoy es muy diferente. Para empezar, el número de mujeres que estudian grados avanzados ha crecido mucho; la U de Pennsylvania -Escuela Wharton de Negocios, informa que el 40% de su matrícula son mujeres y en México, la ANUIES reporta que ellas representan, desde 2007, la mitad de los egresados de todos los posgrados en México, y su origen, nivel socio-económico, tipo y estatura son tan diversos, que ya no se puede hablar de que un posgrado es un ecualizador social y, tal vez, ya ni siquiera sea una ventaja para encontrar un empleo mejor remunerado.

Uno estaría tentado a decir que las barreras de género se han roto y que se ha alcanzado igualdad de género, mas no es así; la diversidad no es más que una máscara que esconde un nuevo tipo de conformidad. Detrás de toda esa variedad social podrían estar las mismas actitudes y ambiciones de una generación de capitanes de industria clonados y con el mismo sello en todas partes del mundo; después de todo, los libros de texto y los sitios de Internet que visitan son los mismos

Muchas de las corporaciones que originaron la crisis financiera y económica de la que apenas estamos saliendo, fueron las mismas que contrataron a esta generación de MBAs, lo cual demuestra que un posgrado no soluciona el problema de falta de liderazgo o de falta de integridad.

¿Qué se puede hacer para tener líderes más efectivos?

Según Valerie Gauthier, Vice-decana de la Escuela de Estudios Superiores de Comerciales (HEC) de París, la clave está en el proceso mediante el que se admite a los estudiantes de posgrados en administración. Actualmente la admisión de candidatos a las escuelas de primera línea se basa en criterios académicos, en su desempeño profesional, ciertas cualidades analíticas, habilidad para solución de problemas y capacidad para procesar números, y las de no-tan-primera-línea admiten a cualquiera que tenga una licenciatura, mirada casi humana y pueda pagar el posgrado.

Rara vez se investiga qué valores mueven a un aspirante y esto es lo que realmente puede hacer que una empresa, una industria y hasta un país entero se comporte de una manera u otra. Sin una visión clara de los valores y tendencias de un postulante al posgrado, de nada sirve pasarlo por cursos de ética, responsabilidad social y desarrollo sustentable.

Cada entidad de nuestra estructura social y económica, desde la microempresa hasta la unidad de gobierno de un país, necesita un líder bien formado que, aparte de ser vigoroso, audaz e inteligente, tenga respeto por las personas, que se mueva sobre una escala de altos valores,  que no tema operar en una organización plana (sin muchos niveles burocráticos), y que sea responsable, confiable y leal.

Son duros de matar
Aunque los líderes estridentes, carismáticos y elocuentes no hayan desaparecido, es muy fuerte la tendencia hacia líderes con una imagen pausada, que sepan armar acuerdos más que arrasar oponentes y, sobre todo, que sepan cómo obtener la lealtad, responsabilidad y colaboración de sus compañeros y subalternos.

Estas cualidades no pueden ser aprendidas en un curso de 56 horas-aula, aunque lo imparta un súper Mai; tienen que ser inculcadas en miles de horas, poco a poco, desde la casa, hasta el aula del posgrado. Los valores no se memorizan, se vive con ellos, se actúa con ellos, se aprenden de los padres y de los Mais de los niveles previos, y los aspirantes a una educación meta-superior deberían de ser evaluados para medir su capacidad de relación, su liderazgo natural, su integridad y su habilidad de adaptación a las adversidades.


Varias universidades de primer nivel, como Stanford y MIT, están adoptando la prueba GRE, Graduate Record Examination, como examen de admisión en lugar del GMAT, Graduate Management, Admission Test, porque permite evaluar cualidades como: capacidad para trabajar en equipo (sin abusar del equipo para beneficio propio), creatividad (sin copiar y pegar de Internet), ética (aunque no me estén viendo) y resistencia a la presión o al fracaso (sin pedir ayuda).


Hay que empezar por las pruebas de ENLACE y de PICASA
Lo dicho Mai: para que tus discípulos tengan éxito, deben saber, saber hacer y saber ser, sin embargo, ¿Cuántos de ellos podrían pasar alguna de estas pruebas? aquí está una muestra de la de GMAT, y aquí encuentras un ensayo de la de GRE.

el mai.