LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS

Hace poco recibí dos sugerencias y una revelación camino a Damasco (parafraseando a Saulo, hoy San Pablo)

La primera era sobre la idea de Daniel Coyle acerca de cómo el ser humano construye una competencia hasta llevarla a la grandeza.

La segunda fue una idea de Darkgoyle impulsando la redacción de un libro sobre cómo se hace un buen Mai.

Y la tercera fue la lectura de una antología de artículos semanales de Arturo Pérez-Reverte. Un gran periodista.

Daniel Coyle plantea, con gran lucidez, que para llegar a la grandeza hay que practicar la competencia, no en el sentido de participar en torneos, olimpiadas y concursos, sino en el sentido de ser competentes y superarse a uno mismo.

El punto central es que el cerebro opera como un emisor-receptor de señales electroquímicas que recibe información de los sentidos y envía órdenes a los órganos y que, para procesarlas, utiliza las redes neuronales, algo no muy diferente a los proveedores de servicios de internet (información que va y viene por el mismo canal y en paquetes).

Siguiendo la analogía, para aumentar el caudal de información se debe aumentar la cantidad de información (como ensanchar el canal de un río) para que cada paquete de datos fluya a mayor velocidad (el caso de la neurona, sólo viaja un impulso por línea, pero hay mucha líneas en paralelo).

Tal como sucede en el mundo de la telefonía, la TV por cable o el timbre de la puerta, para evitar la fuga de las señales transmitidas, el forro del alambre o de la fibra óptica tiene que estar completo y ser más grueso a mayor velocidad de transmisión. Lo mismo pasa en el axon de las neuronas.

La práctica hace al Mai
El forro del axon se llama mielina y se engrosa con la práctica de un acto, o se pierde por el desuso u otras causas fisiológicas y enfermedades. La práctica puede ser un acto de origen externo, como los ejercicios de la terapia física para recuperar el uso de una articulación o un músculo después de una intervención. El  deportista que repite su rutina está engrosando el forro de mielina de sus redes neuronales, está aumentando la velocidad de respuesta de su sistema motriz hasta el punto de hacerlo perfecto y sin pensar en lo que hace; todo se vuelve un acto reflejo.

¿Has visto a esos basquetbolistas que parece que caminan en el aire, malabareando una pelota y encestándola en medio de una nube de manos que buscan impedirlo? ¿O a esos pianistas que se saben de memoria las partituras de su repertorio? ¿Y qué me dices de la pareja que se sabe de memoria todas las fallas que has cometido en los útimos 58 años de la relación? Pues eso se logra sólo con la práctica.

Ya en el terreno de la práctica docente, un buen Mai no se hace leyendo un librito con 1501 secretos de Confusio (el otro, el de las confusiones), ni cursando, en calidad de bulto, una licenciatura, dos especialidades y tres maestrías.

El buen Mai se hace, como sugiere Daniel Coyle, practicando hasta ser un buen Mai, o más concretamente: detectado los errores y practicando hasta coregirlos.

Eso no va a pasar leyendo de vez en cuando un panfleto, así la haya escrito Federico Froebel o la Madre Teresa. Eso pasa repitiendo muchas veces los actos de la buena práctica docente. Lo cual nos lleva a la segunda sugerencia.

Cómo se hace un buen Mai
Es lo mismo que si te pregunto cómo se anda en bicicleta; pues, pedaleando y no cayéndose. ¿Cuál es la ciencia? No se necesita saber física (que todos deberíamos) estática o dinámica, cualquier niño aprende a no caerse sin necesidad de calcular el coeficiente de fricción de la rueda sobre el pavimento o las leyes de la inercia giroscópica.

Pues así se hace el buen Mai. No tiene ciencia; en el fondo todos sabemos cómo serlo, pero más en el fondo, no queremos practicarlo. Nos vencen otras costumbres que hemos repetido con mayor frecuencia; nos vence el ego, la ira, la soberbia y la inseguridad. No se requiere una nueva teoría de la psicología educativa, ni un nuevo modelo, vamos, ni siquiera nueva tecnología digital-de-alta-resolución-inalámbrica-de-banda-ancha en el aula. Donde haya un alumno y un maestro, ahí estará la escuela.

La bibliografía y la cursografía acerca de cómo hacer buenos profes es demasiado larga, hay miles de libros, sitios de internet y subsecretarías de estado dedicadas a decirle a los Mais cómo aplicar tal o cual metodología para mejorar la experiencia lúdica de enseñanza-aprendizaje, o sea: la clase. Esa es otra, en este negocio hay que hablar de manera que sólo entiendan los iniciados, y no es necesario, ni conveniente, que lo entienda todo mundo.

Este mai, con minúsculas, ha predicado sólo tres reglas, hay que:
  • Preparar la clase. La mejor manera de aprender es tener que enseñar; para saber dónde se va a tropezar el alumno hay que, por lo menos, leer el tema, entenderlo, hacer los ejercicios, pensar cómo el sujeto lo va a recibir, y responder la evaluación. Para una nueva asignatura o la primera vez que intentamos ser Mais, por cada hora frente a grupo, se requieren dos horas de preparación.
  • Ser puntual. No nada más checar el reloj a tiempo y luego tomarse el tiempo para llegar al aula. ser puntual significa que, a la hora señalada -en punto-, saludas y se inicia la clase. También significa cumplir el programa, planear el curso, obtener los materiales, calificar pronto las tareas y exámenes, y entregar notas en 24 horas.
  • Respetar al alumno. El trato de "Usted" mantiene una sana distancia y es señal de respeto mutuo; no importa mucho. El punto, sin embargo, es más que el trato verbal: es tratar al alumno como una dama o un caballero; como queremos que llegue a ser, como nos gustaría ser tratados y, lo mejor: como nos gustaría que trataran a nuestras hijas e hijos. Sin insultos, sin gritos, sin abusos de ninguna índole; siendo justos, equitativos con todos y obrando de la misma manera que predicamos.
El alumno es lo que el Mai es
Eso es todo; no hay secretos ni fórmulas mágicas. Hay muchas ramificaciones de cada regla, pero no te confundas ni te agobies; ante la indecisión de actuar de una manera u otra, sólo pregúntate: Si hago esto, ¿qué aprende mi alumno?; y si lo aprende, ¿será un mejor ser humano, mejorará su oferta laboral, aumentará su bienestar cultural, social o económico? Si las respuestas son negativas, no lo hagas y si, con tu influencia sobre el alumno, no lo mejoras, considera seriamente un cambio de actividad.

Camino a Damasco
El cristianismo no sería hoy lo que es, si Saulo, el apóstol de los gentiles, no se hubiera dedicado a diseminarlo por los países del Mediterráneo después de haber sido iluminado. Buena o mala, todos tenemos una iluminación, una epifanía en nuestra vida, y la mía fue haberme tropezado con el Capitán Alatriste y con su autor, a quien ya citamos en la gacetilla 108 "En todas partes se cuecen habas"

Pues bien, después de haberla leído, junto a otras muchas piezas editoriales de la misma pluma, me he dado cuenta de que no tengo nada que hacer pontificando sobre ningún tema. Ya lo decía un sabio doctor de la ley (con minúsculas) conocido en mi anterior reencarnación: ..."si no sabes de lo que hablas, mejor calla", y como yo se que no se... (sin acento diacrítico)

Hace poco más de dos años, mis hijos me sugirieron que escribiera un Blog, como tantos miles de blogs que existen. "Cualquier pelagatos escribe un blog..." me dijeron, puesto que me gusta cumplirles uno que otro capricho, me inventé El Mail del mai, un mensaje del mai allá.

La coloqué en el género de "gacetilla" porque pienso que mi idioma es lo suficientemente rico como para darme una palabra sin tener que recurrir a lo gabacho. En fin, las primeras gacetillas son de risa y las recientes son patéticas. Vista con ojos críticos realistas, la gacetilla no tiene ni pies ni cabeza; no trata de un tema con ilación (sin hache), no es novedosa, interesante, escandalosa, sabrosa, morbosa, ni revela ningún secreto compló político, artístico o deportivo. Es un galimatías semanal.

Gracias a otras sugerencias de mi vástaga y de mi vástago (¿ven qué ridículo es esto de la igualdad de género y génera?) ahora voy a intentar publicar libros en la red. Tengo un par de ellos terminados, sobre un tema que parece que sí conozco, y otros dos en proceso de pulimento.

Quiero dedicarle tiempo a la redacción de mi autopsia, una biografía no autorizada, titulada "Todos los días son sábado" y me ha gustado esto de ilustrar libros con caricaturas. Así que pronto aparecerá un discípulo de Son-zo: nacerá Men-so, el proto-artista.

Así que, mis fieles 40 lectores semanales -en promedio-, con esta gacetilla cierro un capítulo de la vida del sabio filósoso de la antigua China milenaria: el gran Son-zo, mai de muchos y consuelo de tontos. Aprendiz de todo y oficial de nada. Todólogo-caigólogo y yerba mala oportunista.

Nos vemos en la próxima reencarnación.

el mai (con minúsculas)



MANEJO DE CONFLICTOS POR E-MAIL

El correo electrónico, los foros, chats, mensajes cortos, sitios sociales y el resto de la panoplia de las comunicaciones actuales son fantásticos. Nos mantienen conectados, nos permiten comunicarnos con rapidez y hasta se puede trabajar, comer un bocadillo, leer el periódico y contestar el teléfono, ¡todo al mismo tiempo! Multitasking, le llaman los iniciados y la cosa no tiene límites; ve esto.

Una de las actividades que más han cambiado debido a la comunicación a través de estos medios, es el manejo de conflictos y presiones de la vida y el trabajo; y no tanto por el anonimato que nos permite decir lo que sea, sino por la distancia entre emisor y receptor que nos garantiza que no nos partirán el cráneo, por lo menos no en ese instante maravilloso cuando le picamos a SEND.


El conflicto no es una emoción agradable, y la gente prefiere evitarlo; entonces, manejarlo por E-Mail suena más agradable porque uno no le tiene que ver la cara de enojo o de angustia al interlocutor, ni sus gruñidos o expresiones verbales sobre la profesión de nuestra madre.

Dada su naturaleza, el E-Mail es asincrónico, aunque no tanto como su predecesor el Snail-Mail; por más rápido que viaje, la lectura de un mensaje sucede después de que fue escrito. El receptor tiene tiempo de leerlo, ponderarlo e interpretar la forma y el fondo de lo ahí escrito; puede redactar con cuidado su respuesta, pensarla, corregirla y hasta  matizarla con estilo y elegancia antes de enviarla de regreso al agresor. Está uno aislado de la intensidad física del conflicto cara a cara.

La sensación de aislamiento del conflicto puede ser muy confortable para algunas personas, sin embargo, nos aísla de la valiosa información que se obtiene de una conversación cara a cara. Dependemos mucho del lenguaje no verbal como las expresiones faciales, la postura, los gestos, el tono de voz o los manerismos de quien nos habla para interpretar o predecir la conducta de la gente.

Las investigaciones indican que usamos estos canales de información mucho más de lo que creemos. Está demostrado que ciertas zonas del cerebro se activan durante la ejecución de un acto y también cuando se observa a otra persona ejecutándolo; ¿o nunca te has contagiado de un bostezo?. Se les llamó "neuronas espejo"

El Dr. Iacoboni de la UCLA dice que, antes del descubrimiento de las neuronas espejo, los científicos creían que el cerebro usaba procesos lógicos de pensamiento para intrpretar y anticipar las acciones ajenas; sin embargo, en la actualidad se cree que entendemos a los demás no tanto a través del pensamiento, sino más bien a través de los sentimientos, excepto, claro, quienes tenemos dos cuartisferios cerebrales izquierdos.

Las neuronas espejo simulan no sólo las acciones ajenas, sino las intenciones y emociones detrás de sus actos. Cuando vemos sonreir a alguien, por ejemplo, nuestras neuronas responsables de la sonrisa también se activan y crean la sensación asociada con la alegría. Uno no tiene que saber qué intenta la persona que sonríe, uno experimenta el significado del gesto de inmediato y sin gran esfuerzo. Goleman explora esto en sus notas sobre inteligencia social y la antigua sabiduría catalana dicta que quien no sepa sonreir no debe poner tienda.

El problema es que, cuando tecleamos un E-Mail venenoso o texteamos un mensaje agresivo, el receptor no activa sus neuronas espejo porque nosotros no enviamos claves de meta-significado y, entonces, se pierde mucha información colateral de las palabras simples. Lo mismo sucede con sus reaciones: no las vemos, nuestras neuronas espejo no interpretan nada.

Al leer un E-Mail, automáticamente tratamos de saber el tono de la contracorriente abajo de la corriente principal del mensaje. Mucha gente completa la información faltante con suposiciones de lo peor que puede pasar, especialmente si no conoce bien al emisor. En una conversación es más fácil detectar si la frase agresiva contiene ira o es una broma y al revés, si la frase burlona es un chiste a nuestras costillas o una ironía realmente ofensiva.

En fin, hay cierta etiqueta en las comunicaciones por E-Mail, al menos en las que se intercambian en el trabajo o con propósitos oficiales, pero no vamos a describirla, sino a concentrarnos en las precauciones que hay que tomar en el uso de este medio cuando se maneja un conflicto.

Hay que enviar un E-Mail cuando:

  • Es necesario dejar un registro escrito de la interacción. Sobre todo si se usan servidores de correo avanzados, siempre queda un rastro de cuándo fue enviado, recibido y abierto un mensaje. No hay forma de comprobar si el receptor sabía leer y lo leyó, pero, bueno, tú me entiendes.
  • Los niveles emocionales del conflicto son bajos. Sobre todo entre personas que se conocen ampliamente.
  • Hay que establecer un contacto inicial que permita luego hacer una llamada telefónica o concertar una cita para atender el conflicto. Sobre todo entre personas que NO se conocen ampliamente.

Y NO hay que enviarlo cuando no se conoce a la persona personalmente o ésta no ha publicado su dirección para recibir cualquier tipo de mensajes; cuando la ira nos tiene con el hígado hecho un nudo, o cuando se han cruzado dos o tres mensajes aclaratorios que indican que el asunto es más complejo que lo que se puede solucionar con un mensaje corto. 

Algunas consideraciones que hay que tener cuando se maneja un conflicto por E-Mail:
  • Si una persona no contesta tu mensaje o su respuesta no es lo que esperabas, no supongas que sus intenciones son obvias; tienes que obtener más información.
  • Ponle freno de mano a tus emociones; si te sientes inspirado para escribir mentadas de madre en cuatro idiomas, escríbelas, pero no lo hagas picándole a "Reply" y por ningún motivo lo vayas a enviar sin haberlo revisado en frío. Te puedes arrepentir cuando sea demasiado tarde.
  • Haz una copia de tu borrador, pídele a alguien que te lo revise o léelo cuando tu sangre no esté hirviendo.
  • No uses emoticons :) o abreviaturas que no sean de uso común o en otro idioma que el principal de tu mensaje (lol, btw, ttyl...)
  • Ten cuidado con el sarcasmo porque el mensaje no lleva tono de voz que matice al contenido y el mensaje puede ser mal interpretado.
  • Cuidado con las copias y las copias ciegas que mandas; no reprendas a un subalterno en público, ni le mandes copia al mundo de sus errores, eso resérvalo para tus felicitaciones y premios.
En suma: no escribas nada que no estés dispuesto a decir cara a cara o que no te gustaría que te dijeran sin que pudieras responder. Te puedes arrepentir.

¿Tienes algún caso que comentar? -no dejes de ponerlo en los comentarios... total, lo puedes hacer en forma anónima y sin censura.

el mai.

¡NO SOMOS GADGETS!

¿En qué momento la sabiduría de la mayoría cede su lugar a lo salvaje de las masas?

En 1990 Jaron Lanier era uno de los pioneros de la PC que anunciaba las maravillas que serían alcanzadas cuando la Internet pudiera hacer que los músicos, los artistas, los científicos y los ingenieros de todo el mundo se comunicaran instantáneamente para compartir su trabajo. Hoy en día Lanier lo está pensando de nuevo.

Lanier es un músico y un científico en punta de la computación; por ejemplo, él fue quien popularizó el término "Realidad Virtual". Sin embargo, él se pregunta ahora si la estructura y la ideología de la red están criando una dinámica de grupos incontrolable y una serie de colaboraciones mediocres.

Me explico: es indudable la maravilla que es escribir un mensaje (un e-Mail o un SMS) y que sea recibido por el destinatario en unos pocos segundos en cualquier parte del mundo, pero pregunto: ¿cuántos mensajes recibes que hayan sido escritos por alguien que te quiera relatar algo concreto y personal de vuestra mutua relación, y cuántos son rebotes de chistes anónimos, presentaciones cursis, cadenas para ayudar a niños desahuciados, y conspiraciones del gobierno de Transylvania?

Facebook acaba de anunciar que ha llegado a tener 500 millones de suscriptores que se dicen entre sí muchas cosas cada diez minutos: que si fulanita me miró, que si llueve en mi barrio; que si la mosca voló en reversa y que si ando en Londres y huele a queso; todo eso es maravillososo, la comunicación social y el mole de olla, pero, ¿no se estarán desperdiciando recursos y, de paso, forrando de billetes los bolsillos de los proveedores, enterando a la Tía Proctolina de que mi Bro se ligó a una fulana en el puerto de Kiel y amaneció en Gibraltar en paños menores ajenos?

Estamos ante un caso de pensamiento colectivo, como en los panales, donde todo mundo piensa y actúa en lo mismo; es como un caso de Maoísmo digital, donde se glorifica el colectivo, lo gratuito de la red, y donde se sacrifica el mensaje personal y la responsabilidad individual.

En la red uno se maneja de manera anónima; se puede responder un blog, una encuesta, participar en un chat, en un foro o denostar a un autor desde la penumbra del anonimato, pero esto no ha aumentado la calidad de las participaciones al eliminar la censura o el miedo a las represalias; sólo ha aumentado los insultos de quien critica e insulta sin temor a tener que dar la cara.

Claro que hay ejemplos de excelente colaboración positiva y generosa, como la Wikipedia, pero también los mantras de "fuente abierta" y "la información es libre" han producido males como los virus, en sus diferentes variedades, los hackers de diverso pelaje y la piratería de cualquier bandera.

Con esta idea de la apertura, se supone que los autores, periodistas, artistas y Mais deben trabajar gratis, a cambio sólo de la publicidad, tambien gratuita, que reciben cuando la colmena los escucha. Es decir: según Google, la cultura es sólo publicidad.

Esto es lo mismo que vivir en la edad media: somos un montón de campesinos digitales, esclavos de los señores de la nube, adictos al entretenimiento gratuito e infinito. Y lo peor es que no hay salida; estamos ante un caso clásico de Encierro Voluntario, como el teclado QWERTY, el formato de video Betamax y el sistema operativo Windows.

En el fondo sabemos que hay vida después de Windows, que hay productos alternos para muchas otras cosas, pero parece que nadie quiere cambiar porque piensa que no puede. En efecto, sentimos que estamos encerrados voluntariamente en nuestras propias decisiones; mas no es así, los punteros de la tecnología siempre están presionando al cambio. En el largo plazo, el consumidor acepta el cambio si la tecnología que se le presenta es mejor que la que tiene.

Stan Liebowitz y Stephen Margolis hicieron un estudio muy serio sobre esto y concluyeron que los consumidores tuvieron buenas razones para preferir el teclado Qwerty por encima del Dvorak y el formato VHS sobre el Beta; cualquier cambio se dará cuando una nueva tecnología sea verdaderamente diferente y superior a la existente.

El Dr. Liebowitz predicaba en el campo de la Información es Libre; él decía que el fotocopiado de libros realmente favorecía a los autores porque hacía que su trabajo llegara a más gente; incluso llegó a sostener que la tecnología de copia de cintas de sonido y de vídeo ofrecía grandes beneficios a los consumidores sin causar daño alguno a los estudios cinematográficos o a las cadenas de televisión.

Para cuando Napster y otros sitios web se fueron popularizando, el Dr. Liebowitz ya había cambiado de opinión y predijo que la industria de la música se vería seriamente dañada porque las copias digitales eran prácticamente perfectas y era muy fácil y barato distribuirlas; actualmente él está apoyando el litigio de Viacom contra Google por publicar y distribuir sus vídeos gratuitamente en YouTube.

Tratar de cobrar por canciones u otros contenidos digitales a veces resulta una causa perdida; se dice que no hay candado ni coche que no puedan ser abiertos por un cerrajero, y lo mismo le pasa a casi cualquier archivo digital en relación a los hackers, sin embargo, no andamos por ahí abriendo coches y violando candados, entonces ¿por qué andamos fusilando textos para la tarea del Mai, o bajando música y vídeos piratas?

La respuesta es: porque si nos pescan abriendo un coche o con los cubiertos de plata de la vecina en los bolsillos, nos trincan un rato a tomar baños de sombra, pero si el Mai nos pesca presentando la tarea sacada del rincon del vago.com no pasa nada con el argumento de que la información es gratuita y la tecnología es mejor y ya está pagada.

Y lo peor no es eso, no, lo peor es que en la mente de muchos jóvenes se está formando la conciencia colectiva, sí, esa de la colmena con la que inicié esta nota, de que no es necesario aprender nada porque todo ya está en algún lugar de la red, y es gratis. ¿Para qué estudiar o aprender algo? No estudiar es mejor que estudiar, ¿no?.

Mientras más gente haya que piense así, más irreversible será la degradación de los sistemas educativos, peor será la capacidad intelectual de los egresados universitarios y menos valdrá el trabajo del mai (con minúsculas) ¿o tú estarías leyendo esto si te costara un dólar a la semana?

Esto sólo tiene reversa si el consumidor-discípulo percibe más valor en lo que recibe de su Mai, que en lo que recibe de la red, de lo contrario, ¿quién será el guapo que se plante frente a una muchedumbre de otentontes exigiendo el pase al siguiente grado, sólo porque ya pagaron la colegiatura? o porque no la pagaron, pero tienen derecho a la educación gratuita.

El mai

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EN TODAS PARTES SE CUECEN HABAS

En esta ocasión el mai (con minúsculas) tiene un invitado. La Gacetilla de esta semana es de un periodista de infantería, de esos que han recibido plomazos en la guerra de los Balcanes y otras peores; también es novelista de personajes de capa y espada, y de remate es académico de la Real Academia Española; se trata de Don Arturo Pérez-Reverte.

Su trabajo lo he incluido con admiración, respeto y sin afán de lucro, así que no creo que me demande en las cortes de La Haya por plagio. Se trata de demostrar que el problema del Mai (con mayúsculas) es universal y tan común en la madre patria como en la patria que está valiendo madre; que nuestra tarea está más cerca de lo heroico que de lo infame, y que, como la de los buenos profetas, está más reconcocida allá que acá. Sin más, entremos en materia.

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El héroe de nuestro tiempo
Ahí sigue, el tío, aún no se ha vuelto un mercenario de la tiza, de esos que entran en el aula como quien ficha donde ni le va ni le viene. Tal vez porque todavía es joven, o porque es optimista, o porque tuvo un profesor que alentó su amor por las letras y la Historia, cree que siempre hay justos que merecen salvarse aunque llueva pedrisco rojo sobre Sodoma. Por eso cada día, pese a todo, sigue vistiéndose para ir a sus clases de Geografía e Historia en el Instituto con la misma decisión con la que sus admirados héroes, los que descubrió en los libros entre versos de la Ilíada, se ponían la broncínea loriga y el tremolante casco, antes de pelear por una mujer o por una ciudad bajo las murallas de Troya. Dicho en tres palabras: todavía tiene fe.

Aún no ha llegado a despreciarlos. Sabe que la mayor parte son buenos chicos, con ganas de agradar y de jugar. Tienen unas faltas de ortografía y una pobreza expresión oral y escrita estremecedoras, y también una escalofriante falta de educación familiar. Sin embargo, merecen que se luche por ellos. está seguro de eso, aunque algunos sean bárbaros rematados, aunque los padres hayan perdido todo respeto a los profesores, a sus hijos y a sí mismos.

"Voy a tener que plantearme quitarle de su habitación la Play Station y la Tele", le comentaba una madre hace pocas semanas. Dispuesta, al fin, tras decirle por enésima vez que lo de su hijo estaba en un callejón sin salida, a plantearse el asunto. La buena señora. Preocupada por su niño, claro, Desasosegada, incluso. Faltaría más. La ejemplar ciudadana.

Pero, como digo, no los desprecia. Lo conmueven todavía sus expresiones cada vez que les explica algo y comprenden, y se dan con el codo unos a otros, y piden a los alborotadores que dejen al profesor acabar lo que está contando. Lo hacen estremecerse de júbilo sus miradas de inteligencia que cambian entre ellos cuando algo, un hecho, un personaje, llama de veras su atención. Entonces se vuelven lo que son todavía: maravillosamente apasionados, generosos, ávidos de saber y de transmititir lo que saben a los demás.

En ocasiones, claro, se cae el alma a los pies. El "a ver qué hacemos todo el día con él en casa" como única reacción de unos padres ante la expulsión de un hijo por vandalismo. Por suerte, a él nunca se le ha encarado un chico, ni amenazado con darle un par de hostias; ni se las han dado, el alumno o los padres, como a otros compañeros. Tampoco ha leído todavía el texto de la nueva ley de Educación, pero tiene la certeza de que los alumnos que no abran un libro seguirán siendo tratados exactamente igual que los que se esfuercen, a fin de que las ministras correspondientes, o quien se tercie, puedan firmar imperturbables que lo del informe Pisa no tiene importancia, y que pese a los alarmistas y a los agoreros, los escolares españoles saben hacer perfectamente la O con un canuto, Mucho mejor, incluso, que los desgraciados de Portugal y Grecia, que están todavía peor. Etcétera.

Y sin embargo, cuando siente la tentación de presentarse en el ministerio o en la consejería correspondiente con una escopeta y una caja de postas -"Hola, buenas, aquí les traigo una reforma educativa del calibre doce"-, se consuela pensando en lo que sí consigue. Y entonces recuerda la expresión de sus alumnos cuando les explica cómo Howard Carter entró, emocionado, con una vela en la cámara funeraria de la tumba de Tutankhamon; o cómo unos valientes monjes robaron a los chinos el secreto de la seda; o cómo vendieron caras sus vidas los trescientos espartanos de las Termópilas, fieles a su patria y a sus leyes; o cómo un impresor alemán y un juego de letras móviles cambiaron la historia de la Humanidad; o cómo unos baturros testarudos, con una bota de vino y una guitarra, tuvieron en jaque a las puertas de su ciudad peleando casa por casa, al más grande e inmortal ejército que se paseó por el suelo de Europa. Y así, después de contarles todo eso, de hacer que lo relacionen con las películas que han visto, la música que escuchan y la televisión que ven, considera una victoria cada vez que los oye discutir entre ellos, desarrollar ideas, situaciones que él, con paciente habilidad, como un cazador antiguo que arme su trampa con astucia infinita, ha ido disponiendo a su paso. Entonces se siente bien, orgulloso de su trabajo y de sus alumnos, y se mira en el espejo por la noche, al lavarse los dientes, pensando que tal vez merezca la pena.


© Arturo Pérez-Reverte
XLSemanal , 27.06.2006

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Hasta aquí lo escrito por Pérez-Reverte. Dejo el comentario a tu propia reflexión como alumno de alguien aquí retratado, como Mai que a veces se levante con ganas de agarrar la escopeta para repartir supositorios de innovación educativa, o como padre de familia que esté a punto de ponerle un collar de dedos a la Mai de su hijo por reprobarlo en Mate... por su mala conducta en el pasillo.

No te invito a lanzarle tomatazos a Pérez-Reverte porque antes que nada es un invitado; sin embargo, si te sientes inspirado como para maquillar de rojo verdulero al mai, tus ideas serán bienvenidas.

el mai

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¿POR QUÉ CREEMOS LO INCREÍBLE?

Este mai predica que que la gente prefiere creer una mentira popular, que una verdad impopular, pero no ha dicho por qué.


Para empezar, vamos a buscar una palabra que describa la tendencia, no sólo humana, sino de muchas otras especies, de buscar y asignar significado a imágenes, sonidos o secuencias de lo que sea.

El estímulo inicial que se repite, se llama Patrón, y puede ser una secuencia de símbolos, una serie de sonidos o la repetición de eventos naturales en determinada cadencia, que nos inducen a producir una interpretación mental del estímulo y a actuar en consecuencia.

Una palabra que se acerca a la descripcción de este fenómeno puede ser sugestividad, y la podemos re-definir como la cualidad de un patrón de estímulos, en orden o no, que produce una conducta en un ser.

Todo mundo recuerda los experimentos y la teoría de Burrhus Frederic Skinner acerca del condicionamiento operante, más conocida como "conductismo". En pocas palabras, lo que la teoría sostiene es que la conducta de respuesta de un individuo puede ser modificada mediante la presencia o ausencia del estímulo que reciba; es decir, si picándole a una palanquita roja el pichón obtiene unos granos de comida, en cuanto se dé cuenta del patrón picar-comer, el ave seguirá votando por la palanquita roja indefinidamente, hasta que se le olvide cómo salir a buscar comida con su trabajo; el pichón habrá sido reclutado por el socialismo.

Así nacen las supersticiones
El problema es ¿qué pasa cuando se le acaba al socialismo el dinero ajeno?, perdón, ¿qué pasa cuando el patrón de estímulos es caprichoso? Si el granito de comida sale unas veces cuando el pichón le pica a la palanca roja y otras veces cuando le pica a la negra, la paloma tratará de construir patrones con otros eventos que sucedan antes, o al momento, de obtener el premio; tal vez dará dos vueltas a la derecha, una a la izquierda y picará dos veces la negra y una la roja; así es como se forman las supersiciones: cuando el sujeto no se siente dueño de su destino y le atribuye propiedades mágicas a los objetos, a la posición de los astros  o al estado de ánimo de sus dioses.


Esto explica en parte porqué la gente tiende a creer en amuletos, fetiches, costumbres mágicas, chamanes, brujos, hechiceros y complós políticos. Es lo fácil, lo que está de moda; porque investigar cuesta trabajo.

Por otra parte, si el experimento es verdaderamente aleatorio, el pichón perderá su palomera razón; jamás encontrará el patrón que lo alimenta, y ni por casualidad encontrará la manera de comer más allá de la subsistencia.

Aun si el patrón es fiel recompensador del voto palomero por la palanquita roja, el pichón podrá comer, pero olvidará cómo volar y salir a buscar su comida, ¿para qué?, si no lo necesita; defenderá agresivamente el subsidio hasta el punto de la dependencia mortal.

Quien lo dude, asómese a cualquier plaza pública del mundo donde se acostumbre dar de comer a las palomas, y verá que hasta le sacan los ojos a quien se atreva a presentarse sin una bolsa de maiz para repartir.

Aun hay algo más para explicar la credulidad humana. Supón que eres uno de nuestros ancestros hace tres millones de años en las planicies de África; de pronto oyes un leve ruido atrás de ti; puedes suponer que es la brisa sobre el pasto y no hacer nada, o puedes decidir que es un tigre dientes de sable buscando botana y echarte a correr a todo lo que das.

Si corriste y resulta que era el viento, no pasó nada, sólo cambiaste de lugar y cometiste un error tipo I: falso positivo. Si por el contrario, no hiciste nada y era un tigre, cometiste un error tipo II: falso negativo, y eres el almuerzo del tigre.

Considerando ambas posibilidades, nuestros ancestros, los que evidentemente sobrevivieron, se volvieron cautelosos y al menor ruido salieron corriendo, cometiendo un error tipo I, pero conservaron la vida... y la especie.

¿Cómo se toman decisiones en condiciones de incertidumbre? -evaluando el costo de cada una y seleccionando la que sale más barata, y así es como caemos en la credulidad: porque parece que es más económico creer lo que todo mundo cree, aunque sea mentira, que ponerse a investigar y asegurar la verdad.

Después de millones de años de evolución, y supervivencia basada en errores tipo I, el cerebro humano ha desarrolado su propio sistema de detección de patrones confusos, al punto de que, ante una imagen ambigua, cada quien ve lo que se le pega su rechocolatera gana, por ejemplo:

en la misma imagen podemos ver un caballo o una rana y, además, una vez aceptada una de las dos imágenes, podemos verla sin esfuerzo en cualquier posición que se ponga el original.

A esto se le llama "cebado cognitivo", son ideas preconcebidas que se encuentra uno a la menor provocación; algo muy frecuente en personas supersticiosas o que generalizan situaciones aunque estén totalmente desconectadas entres sí.

Por ejemplo, hay personas que no les gusta sentarse en determinado lugar del aula o de un vehículo, porque les recuerda una experiencia adversa; otros usan una prenda de ropa "porque les trae buena suerte"

Mientras más se domina un conocimento o un acto, más segura es una persona, y menos cree en supersticiones y aquí es donde entra la labor del Mai:

Primero, hay que aceptar que uno puede o no creer en las teorías de Skinner, pero si el alumno está inseguro de que sus calificaciones dependen exclusivamente de él, actuará buscando buenos resultados por todos los medios a su alcance, menos estudiando para el examen.

Aunque el Mai (padre, jefe, gerente, líder) no actúe para provocar el condicionamiento operante, inconscientemente puede estar provocándolo si su conducta es errática e impredecible para el sujeto; el síndrome de Rambo (llegar al aula (oficina, taller, planta) pateando puertas, de mal humor, vengativo, prepotente) causa mucho daño porque el sujeto cae en confusión, se distrae, trata de congraciarse con el caudillo, como nuestros antepasados con sus dioses: con sacrificios, regalos y protocolos ceremoniales.

Segundo: ante un conocimiento confuso, los patrones de orientación, las órdenes del líder deben ser claras, precisas, sin ambigüedades, y poco a poco, los discípulos irán aprendiendo a leer el pensamiento en la mirada de su líder.

Y tercero: pensar cuesta trabajo, pero es la única manera de conocer la verdad; mientras una persona se deje llevar por la corriente principal, podrá tener seguridad, pero jamás será libre. No lo dudes, no lo creas; investígalo.

el mai

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MEJORA CONTINUA

Las fuerzas biológicas, culturales y económicas del progreso humano.

A mediados del siglo XVIII, Malthus se hizo famoso por haber predicho que el fin del mundo, por causas de la sobrepoblación y falta de alimentos, sería precisamente en 1798.

Obviamente le falló porque no contó con el aumento de la productividad, simplemente extrapoló el crecimiento de la población y el de la producción, y donde se cruzaron las líneas, a él se le cruzaron los cables.

Hace treinta años Julian Simon y Paul Ehrlich se enfrascaron en una polémica acerca de lo mismo; Ehrlich, un ecologista, sostenía que el caos ambiental y el sufrimiento humano eran inminentes debido a la explosión de la población humana ya que el mundo no podría alimentar a mil millones de habitantes. Según Ehrlich, África caería en un caos generalizado y el planeta entero sufriría un desastre climático.

En aquél momento Simon apostó una bonita suma a que Ehrlich podía escoger cinco productos y que en un plazo de diez años, el precio de todos ellos sería menor que en aquél momento.

Simon ganó la apuesta varios años antes de la fecha señalada y los desastres no sucedieron. Y no es por falta de ganas de seguir haciendo humanos, no; la población actual (ver reloj) anda rascando los 6.8 mil  millones de cabezas y los episodios climáticos adversos no se han dejado esperar, bueno, hasta los polos magnéticos de la tierra se están invirtiendo.

Hoy en día, la bandera del optimismo la lleva Matt Ridley, un extraordinario autor de divulgación científica que, en su reciente libro: "The rational Optimist: How Prosperity Evolves" pone en su lugar a los profetas apocalípticos de hoy diciendo que para 2110 (ya sabes: el futuro siempre es más brillante cuanto más distante está), la población mundial tendrá más y mejor comida, será cultivada en menor área agrícola y hasta se devolverán a los bosques y selvas las tierras que les fueron quitadas para la agricultura en el siglo XX.

Sin embargo, esto no será posible si la humanidad no acepta los beneficios de la innovación tecnológica. Alimentar dos mil millones más de seres humano, más el correspondiente número de vacas, pollos y puerquitos, implica producir mucha más comida y ésto requiere de modificaciones genéticas. O acabar comiendo insectos y lombrices.

Las cosechas de mañana tendrán que usar menos fertilizantes, menos insecticidas y poca agua. Para que esto suceda habrá que convencer a no pocos opositores de la modificación genética. Ahí entras tú, Mai con mayúsculas.

Hay gran cantidad de productos agrícolas son genéticamente manipulados, pero no está de moda criticarlos; por ejemplo, el maiz de hoy, llamado "híbrido" no se parece en nada al maiz silvestre de nuestros antepasados; las uvas sin semilla tienen menos de 50 años de ser las más comunes en nuestra mesa y los claveles azules son más falsos que la promesa de un político. El cactus sin espinas, los duraznos y ciruelas gigantes, la nectarina, las margaritas Shasta, las papas para freír y hasta el aguacate Hass, todos son producto de la  heterosis (Vigor híbrido). Investiga el trabajo de Luther Burbank.

Del lado del reino animal pasa lo mismo con perros, gatos, caballos, borregos, pollos, y cuanto bicho sea útil o tenga un precio, habrá sido manipulado genéticamente, así que no nos hagamos los químicamente puros y pretendamos consumir lo "orgánico", porque ya ni los dientes son lo de antes.

El ser humano es la única especie capaz de innovar. Algunos animales usan herramientas, otros trabajan en equipo o mantienen a individuos especializados para un trabajo, pero esas habilidades no son acumulativas en el corto plazo. El hombre es el único ser que puede entrar en la mejora continua de inmediato, sin esperar a los cambios genéticos.

Algunos sugieren que esto radica en la química del cerebro que nos impulsa a meterle mano a cuanto mecanismo se nos acerca; otros piensan que es el lenguaje, y la capacidad de pensar con palabras, lo que nos impulsa al aprendizaje social y a la imitación de quienes están mejor que uno.

Ridley piensa que la respuesta no está adentro, sino afuera de la mente; que la innovación es un fenómeno colectivo, que se contagia de unos a otros, como cuando alguien tiene una idea virulenta.

Dice, por ejemplo, que el comercio es la chispa que disparó la imaginación humana porque hizo posible no sólo el intercambio de objetos, sino el de ideas; el comercio lleva a la especialización al premiar a los individuos y a las comunidades que tengan ventajas comparativas y las pongan en juego, ya que no basta tener talento, sino también hay que usarlo. 

El incentivo del progreso
Aquél ser humano que era más hábil para la cacería o para la agricultura, y que invirtió su tiempo libre para mejorar sus métodos o su tecnología, desarrolló ventajas competitivas por encima de las de sus ancestros o las de sus rivales.


Es esta cultura de mejora continua la que acelera el progreso, por siglos la mayor parte de la humanidad ha vivido callada en la desesperación, en abyecta servidumbre o en la pobreza desgastante y, sin embargo, a pesar de las predicciones de Ehrlich y de muchos otros, el progreso económico y tecnológico ha seguido adelante. Pero hay que levantarse y hacer algo; el progreso no llueve, ni el “dame” sustituye al “hago”


Simon y Ridley nos dan en sus libros amplias pruebas de que las cosas han mejorado para la mayor parte de la gente, en la mayoría de los países y enmuchos rubros. Ya sea que se mida la calidad del aire en Los Ángeles o en la Cd. De México, las tasas de vacunación en Bangladesh, o la expectativa de vida en Perú, sus conclusiones son indiscutibles... pero hay que trabajar para lograrlo.

Ridley desconfía de la capacidad del gobierno (cualquiera: diestra o siniestra) para fomentar la innovación y la libertad individual; dice que los gobiernos hacen lo menos posible por cambiar el estado de cosas porque son monopolios de poder y no sienten la presión de la competencia para cederlo.



En este sentido, sólo un mercado en libre competencia podrá progresar, y eso no sucede cuando se tiene el monopolio del poder, o de los teléfonos, la luz o los ferrocarriles. Da igual.


Tampoco se va a arreglar el problema climático, si es que se puede, imponiendo reglamentos que lo prohíban, se va a mitigar cuando la tecnología pueda producir electricidad sin emitir gases de combustión, y esto no se puede lograr si quien la produce es un monopolio o un oligopolio que no quiere perder el negocio; simplemente no hay razón para gastar en nueva tecnología que baje los precios y su ingreso.


Se requiere tecnología para producir energía eléctrica directamente de la única fuente externa que hay: el Sol, y se necesita esa electricidad para hacer potable el agua del mar. Nada que un par de buenos ingenieros eléctricos no puedan encontrar


El problema de alimentación de la población no se arregla repartiendo condones, ni promoviendo abortos o matrimonios estériles, sino haciendo más productiva la tierra, la granja y la fábrica. De nuevo: nada que un par de biólogos moleculares y unos cuantos ingenieros industriales no sepan hacer.

La basura es problema porque la fabricamos, y pagamos por ella, en forma de empaques, bolsas, cajas, y productos desechables. Todo envase debe ser re-usable, reciclable o bio degradable en corto tiempo. De remate: nada que un buen mercadólogo o diseñador gráfico no puedan hacer. ¡Fácil!


Mai: la solución a todos lo problemas del 2110 está en tu salón de clase hoy; tú tienes la palabra.


El mai


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¡BASTA DE REALIDADES, QUEREMOS PROMESAS!

El negocio de la educación es uno de los más estructurados desde el punto de vista administrativo; es quizá el que requiere de más horas de planeación, organización, dirección y control, que de ejecución.

Se dice, por ejemplo, que para impartir una materia nueva (nueva para el Mai, claro) se requiere de dos horas de preparación por hora frente a grupo, y que un curso de 56 horas requiere, en total de 168 horas de trabajo previo de otros. Imagínate que un curso es una sinfonía; ¿Sábes cuántas horas de composición se llevó el autor para que una orquesta de 104 músicos sonara durante 30 minutos?

Por eso, los ejecutantes de la educación, fácilmente caemos en la rutina de planear para cumplir con el tema de mañana o para entregar lo que un(a) jefe(a) pidió ayer para hoy, y perdemos de vista el único objetivo que importa: que el discípulo aprenda algo, no porque no esté claramente indicado en el temario, sino porque fácilmente caemos en la rutina de lo administrativo.

Sin embargo, los líderes-Mais siempre son visionarios; son personas que ven mucho más allá del plan de mañana y fijan la mirada en una imagen del discípulo a diez años. Independientemente de que el diseño curricular, el plan de estudios, el temario y la carta descriptiva deberán ser cumplidos con precisión de reloj japonés para el próximo lunes.

La verdad es que el padre o madre de familia se forja metas para sus hijos basadas en la ilusión o en lo que uno no pudo ser, sin pensar objetivamente en las dotes o la voluntad del crío; al mismo tiempo, es el Mai quien, aun teniendo la misma ilusión, conserva la objetividad de evaluar el verdadero potencial del discípulo. A riesgo de recibir unos tomatazos, yo diría que el Mai tiene una visión muy clara de hasta dónde podría llegar cualquiera de sus ovejas.

La visión es una imagen de lo que el joven debería de tomar como metas y objetivos antes de entrar en la carrera de ratas que llamamos vida adulta; pero conste que la visión es del sujeto, y que el Mai sólo puede ayudar a enfocarla a través de los ojos ajenos.

Si uno no sabe adónde va, cualquier camino es bueno, pero no cualquier llegada es satisfactoria.
Para escoger una dirección, el discípulo debe desarrollar una imagen de un futuro posible y deseable en donde el(la) sea el personaje más importante. La visión puede ser tan vaga como un sueño o una ilusión, o tan precisa como una meta escrita, firmada y sellada o como el párrafo de texto de una misión corporativa.

Nada es imposible para quien no lo tiene que hacer
Todo mundo debe tener una visión, desde la persona, hasta el país o la especie humana; en 1960 J.F. Kennedy formuló la visión de poner al hombre en la luna y traerlo completo de regreso dentro de un plazo de diez años. Neil Armstrong y Buss Aldrin cumplieron la misión en 1969. Sanford Weill fijó la meta de American Express en llegar a ser el mayor banco de inversiones en cinco años, y por esas fechas, la visión de IBM era aún más vaga: dar el mejor servicio de todas las empresas del mundo.

Pero el Mai no es quien dibuja las visiones del joven, él sólo le acerca las crayolas y el papel; el Mai-promotor de visiones más exitoso es aquél que traza los rasgos más gruesos de un fondo en el que falta el personaje: su discípulo.

Es éste quien tiene que ambicionar colocarse en la pintura o, mejor aun, en la película. El Mai es quien conoce los escenarios porque ya los tiene recorridos y sabe lo que le falta al discípulo para poder entrar en escena; su tarea es convencerlo de que invierta en sí mismo para que pueda dibujarse en la pintura... y escribir su propio cheque.

Uno de los más claros biógrafos de Napoleón Bonaparte fue Louis Madelin; quien nos dice que Napoleón podía ver tres o cuatro alternativas al mismo tiempo, que era capaz de conjurar visiones de cualquier posibilidad favorable o desfavorable, de preferencia la peor posible.

Esa mente visionaria, fruto de la intensa reflexión, le permitía prepararse para cualquier eventualidad. Nada lo podía tomar por sorpresa... tal vez la mejor característica de su intelecto era la combinación de idealismo con realismo y ésta fórmula le permitía enfrentar las visiones más fumadas y las realidades más insignificantes.

¿Acaso no es esto algo que el Mai o padre de familia, hace todos los días? pero, para que la visión del Mai tenga impacto en el joven, tiene que ser presentada de manera dramática y convincente. Las amenazas no funcionan; los dogmas, menos; lo que funciona es el realismo, la reflexión y la concientización de que el Mai pinta el telón, pero cada quien es responsable de pararse frente al público y cantar.

En cierta forma, el Mai es un soñador de sueños ajenos; nuestro problema es cómo contagiarlos durante la sesión diaria en el aula y, además, como cada discípulo tiene un futuro diferente, el tema de hoy contribuye una pincelada diferente al paisaje de cada uno de ell@s. Pero hay que hacerlo.

Los problemas de hoy nos han obligado a encontrar soluciones de hoy; mas no perdamos de vista el mañana, no dejemos de provocar la reflexión sobre el futuro individual basado en el concepto de lo aprendido o practicado hoy. No perdamos la visión de largo plazo.

Tal como Napoleón lo pensaba: la realidad futura es incierta, pero la podemos construir con los detalles de hoy. Y sin sorpresas.

el mai

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ALQUIMIA DE LA INSPIRACIÓN ACADÉMICA

Hace algunos años, leyendo las evaluaciones de los alumnos de la materia de... bueno, no importa, me encontré con la frase: "No entiendo por qué le pone tanto entusiasmo a cada clase; se cansa uno namás de verlo".

La frase me persiguió mucho días y sus noches; finalmente, como este mai no recibía los comentarios de los alumnos a tiempo de corregir nada, me tuve que responder solo: uno le echa ganas porque en algún momento, a uno de ell@s le caerá la moneda que echará a andar el mecanismo de su mente y cambiará su vida. El problema es que uno no sabe cuándo, ni a cuál discípulo le cambiará la vida.

Con esta idea he abrazado la vocación de mai a partir de mi tercera reencarnación (voy en la quinta) y la he continuado en esta gacetilla, que no tiene muchos lectores, pero sí muy fieles. He tratado de sembrar en las mentes jóvenes algunos principios, ya pasados de moda en la actualidad.

Respeto, compasión, integridad.
Creo que mucho de la manera de ser del profesionista de hoy se debe a experiencias coyunturales en el aula; lo se porque yo experimenté una de esas experiencias, y porque he visto la chispa del cambio en los ojos de algun@s de mis alumn@s a través de los años; no todas las revelaciones se han dado en el aula, ha veces han sido en la oficina, en los pasillos o en la cafetería. Pero lo he visto y me ha pasado no una, sino muchas veces.

Se puede encontrar información acerca de ese tipo epifanías en cualquier biblioteca o sitio web, sin embargo, quisiera marcar el segundo aniversario de esta gacetilla compartiendo contigo un episodio en particular durante una clase de Psicología Educativa, parte del programa de la Especialidad en Docencia.

Un sábado por la madrugada
Para cierta sesión había que leer este trabajo sobre la Disonancia Cognitiva de Festinger y Carlsmith; cuando el Mai preguntó, un sábado a las 07:00 AM, (¡imagínate!), si alguien tenía alguna pregunta sobre la lectura, le contesté con mucho desprecio qué  !"$%&;/() era ese estudio de las mentiras de a dólar y  de a $20 ¡¡??

Yo siempre he sido bastante tímido y callado en clase, pero el día, la hora y la desvelada leyendo el plomo ese, conspiraron en mi contra y la boca me traicionó -cosa rara, por cierto. Mi frustración era evidente; mi mente dotada de dos cuartisferios cerebrales izquierdos siempre se ha resistido a comprender este tipo de textos y, en esta ocasión, el tipo (o sea el Mai) me oyó.

Cuando el Mai levantó la ceja y me clavó una mirada de 220 Volts, supe que mi destino estaba sellado: jamás me graduaría en la especialidad, y me dijo entonces, con frialdad de suegra ofendida: "Los estudios de Festinger y Carlsmith son clásicos de la Psicología Social"

El Mai no gritaba, ni gesticulaba con desesperación; de hecho, esbozaba una leve sonrisa franca y sincera que me desarmó de toda hostilidad. Su sonrisa no era de burla ni desprecio, sino más bien comunicaba su comprensión de mi pragmatismo. Con el mismo gesto volteó a ver al resto de mis compañer@s; al ver las caras de estupefacción somnolienta, con gran paciencia, nos explicó el experimento.

¿Mentirías por 53 000 dólares?
Si tú eres una persona que aborrece la mentira, imagina que alguien te ofrece que hagas un trabajo aburrido y que, al terminar, le digas a la gente que te pareció muy interesante. La mitad de las personas sometidas al experimento de Festinger y Carlsmith recibieron un dólar y a las otras recibieron $20.(en los 50's eso era como 500 verdes de hoy)

Al terminar, los sujetos fueron evaluados para ver qué tan divertido les había resultado el experimento, y la sorpresa fue que, quienes recibieron un dólar, dijeron haberse divertido más que quienes recibieron $20, y la explicación es que la gente se siente mal, o sea: sienten una disonancia o discordancia cognitiva, cuando sus acciones son inconsistentes con sus creencias (¿leiste la gacetilla anterior? ahí se inicia este tema) y, entonces, para disminuir la discordancia, cambia sus creencias (porque no puede cambiar sus acciones). Es como la fábula de la zorra y las uvas que, por no poderlas alcanzar, la zorra decide que las uvas estaban verdes.

El punto no es la teoría tal o cual, que puedes leer en la referencia dada más arriba, sino la reacción del Mai ante la pregunta agresiva y grosera del abajo firmante; el tipo no puso cara de paciencia sacrificada, ni pensó "cómo voy a sacar a este cretino de su abyecta ignorancia", sino que respondió con algo genuino, humano, sencillo, comprensible, y pleno de integridad profesonal.

En ese momento, ese Mai me enseñó más que la Disonancia Cognitiva:
a) el respeto por el alumno y sus preguntas,
b) el valor intelectual de la investigación práctica,
c) cómo enseñarle, efectivamente, a quien no tiene la menor idea, o a quien no quiere ser enseñado

En conclusión
Esta historia la he compartido con muchos discípulos de mi tercera reencarnación y con algunos Mais de la cuarta; ahora, en la quinta, la comparto contigo: Mai, madre o padre de familia.

Jamás volví a ver a dicho personaje; probablemente ni se acuerda de mi o de lo que hizo aquella mañana particular de sábado a las 07:00 AM porque esa era su manera normal de actuar, lo que sí es cierto, es que el cambio más importante en mi manera de responderle al alumno insolente sucedió en un instante que él no pudo haber previsto.

Por eso es que le echo tantas ganas a mi clase: porque nunca se sabe cuándo va a cambiarle la vida a alguien, para bien o para mal... o aunque sea, para mantenerlos despiertos.

el mai.

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ME GUSTAS TÚ Y TODO LO TUYO

Si te fijas, las relaciones humanas, los gustos y las opiniones políticas --y ni qué decir de las deportivas o las religiosas-- tienen algo en común: cuando conocemos a alguien o a algo, se da una sensación global a partir de la primera impresión.

Algunas personas sienten el magnetismo que emite su interlocutor, aunque sea alguien distante, como en un escenario o en una pantalla. Algo parecido pasa cuando una persona entra a un recinto ocupado por un grupo: se siente que algo flota en el ambiente, puede ser electrizante o cautivador, pero algo se percibe.

Si más adelante la relación falla y se reflexiona sobre el asunto, siempre resulta que tal o cual atributo de una persona pasó desapercibido o fue avasallado por la primera impresión y, entonces, nos echamos la culpa por no ver lo negativo desde un principio.

Sin embargo, esto no pasa por falta de atención, sino porque hay mecanismos psicológicos muy fuertes que afectan la percepción creando la impresión de que hay un alto grado de consistencia y precisión entre lo que nos gusta (percepción subjetiva) y lo que realmente es bueno (percepción objetiva).

Se puede decir que nuestra actitud (esta persona me gusta), lo que sabemos de ella (esta persona es alegre, y está centrada en sí misma), y nuestras creencias (creo que la gente alegre es divertida, pienso que las personas centradas en sí, son egoístas), son conceptos que se van dispersando de manera coherente y subyacen abajo de nuestra conducta.

Cuando nos gusta alguien, esto tiende a reforzar todos los constructos que tenemos que sean consistentes con esa actitud, así, cuando pensamos que una persona nos gusta, nos enfocamos en sus cualidades, como ser una persona alegre, en lugar de otros rasgos, como que esté centrada en sí mismo.

Las percepciones negativas, aunque sean reales y obvias para otros, son colocadas en el telón de fondo de la relación y, a veces, hasta son re-interpretadas para apoyar el juicio principal; así, cuando una persona nos gusta, no decimos que está centrada en ella, sino que está muy efocada en la tarea, o que trabaja mucho.

En suma: encontramos justificantes que van expandiendo la coherencia de nuestras ideas.

En el aula esto se va dando poco a poco conforme avanza el curso: si el Mai causa una buena primera impresión, o si su buena fama lo precede, el discípulo le va encontrando sentido a lo que aprende y cualidades a lo que el Mai hace.

Simétricamente: si un grupo le resulta antipático desde el primer día o si tiene fama de mata-Mais, el Mai no podrá apreciar que es un grupo unido y alegre, sino lo que verá serán pandilleros que no toman nada en serio.

Las actitudes cambian la fortaleza y rigidez de las creencias. Esto significa que la estructura de éstas cambia con el tiempo; como es un proceso muy lento, uno no se da cuenta de que la rigidez de nuestras  creencias va cambiando; el tipo de personas que nos gustaba de niños no siempre es igual al tipo de personas que nos gusta de adolescentes o ya de adultos, sin embargo, la experiencia nos hace creer que no hemos cambiado, que todo encaja perfecto en nuestra actitud, y que quienes han cambiado son los demás.

Si algo llega a cambiar la actitud, también va a cambiar la fortaleza de nuestras creencias; así, cuando una persona cae de nuestro gusto, le empezamos a ver defectos por todos lados.

Vida, honra y confianza, sólo se pierden una vez
De ahí que sea tan importante cuidar las actitudes: porque arrastran a las creencias, y muchas veces en forma irreversible; en la mente de cada persona la primera impresión, cierta o falsa, tiende a confirmar sus creencias y éstas serán reforzadas tanto por la realidad como por nuevas actitudes, siendo cada vez más y más difícil revertir la corriente.

Tomemos como ejemplo el fanatismo deportivo: si yo le voy al Barça, todo lo que hagan será bueno y todo lo que haga el Real Madrid será malo; si a mí me gustan las computadoras Apple, nada que haga Bill Gates y el lado oscuro del imperio me parecerá bueno, sin importar el precio de venta. Cuando hablamos de actitudes, hablamos de relativos temporales.

La coherencia es una virtud social
Saber que estamos alambrados para buscar la coherencia es bueno, porque la coherencia da la sensación de que lo que creemos está apoyado por nuestra actitud, aparentemente inconsciente. De esta manera cualquier decisión que tomemos emocionalmente, encontrará soporte y justificación en lo que ya creíamos desde antes.

Pero el estar a gusto con la decisión tomada por impulso, no necesariamente es haber hecho lo correcto; cuando se trata de las grandes decisiones, siempre es bueno poner en juego la razón junto a los sentimientos y equilibrar los conocimientos con las actitudes.

El hábito no hace al monje, pero lo anuncia
En particular, el Mai no se puede dar el lujo de tener actitudes de mecha corta; mucho menos debe adoptar actitud Rambo-tira-puertas el primer día de clases; las consecuencias pueden ser graves porque la reacción de un grupo es mayor y dura más que la suma de las reacciones individuales y el ciclo se realimenta a cada vuelta de mala-actitud-después-de-una-mala-respuesta-que-proviene-de-una-mala-actitud.

Hay que ser cuidadoso de que las cosas que sabemos, o sea, las interpretaciones de las realidades, sean consistentes con las actitudes que despiertan; cualquier sentimiento bueno resistirá el examen de la razón porque, después de todo, padie es nerfecto y uno puede apreciar, querer y amar a una persona, sin que nos guste absolutamente todo de ella.

el mai

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META: LO QUE ESTÁ MÁS ALLÁ DE LO OBVIO

Cuenta la leyenda que un turista rondaba por el taller de un escultor que estaba tallando la efigie de un guerrero indígena del viejo oeste hasta que, después de varias horas de actividad fotográfica y babeante admiración, el turista le pregunta al escultor: "Oiga, ¿cómo le hace para esculpir al indio?" a lo que, tranquilamente, y sin perder ni un golpe de escoplo, el artista le responde: "¡Fácil!, toma usted un bloque de madera y le quita todo lo que no parezca un indio".

 Todo mundo sabe hacer algo, unos bien, otros mejor, cada quien tiene su habilidad y casi nadie sabe cómo fue adquirida. En la jerga de la educación lo primero es la cognición, y lo segundo es la meta-cognición.

En términos más sencillos, una cosa es lo que sabemos, y otra es saber cómo lo aprendimos; es decir, cualquiera mata pulgas, y hay más de un modo de matarlas.

No estamos hablando de la costumbre de nombrar las cosas con palabras rebuscadas que indiquen nuestro dominio de la materia o que pretendan callar a quienes no hablen la jerga del oficio; eso sólo indica nuestra incapacidad para expresarnos clara y llanamente como para que todo mundo entienda; es decir, hablar en dialecto swahili-papa-caliente sólo logra que nadie nos entienda.

Se dice "metacognición" para no decir "saber aprender" o "saber cómo aprender", pero es lo mismo. La MC (si me lo permites para ahorrar teclas y dedos), es un producto y es un proceso, y ambos toman los rasgos de la persona que trata de aprender algo.

No pienses que esto está limitado al salón de clase, al contrario, en el aula es donde menos se usa, simplemente porque el número de horas que pasamos ahí es mucho menor que las horas totales de nuestra vida en vigilia, y conste que nunca dejamos de aprender, bueno casi, si descontamos los casos de muerte alcohólica.

Tomemos un ejemplo: supón que, por primera vez en tu vida vas a emprender un viaje de estudio o de negocio a una ciudad muy lejana, digamos... Praga; vas a estar varios meses solo y sin más apoyo que tu carácter y lo que lleves en tu equipaje.

El día que llegas alguien, que medio mastica Inglés, te recibe en el aeropuerto, te lleva a la estación del tren, te indica la pared donde está el itinerario, el mapa, y te da una palmadita en la espalda para indicar sus deseos de buena suerte en tu estancia.

Tienes tu boleto, 34 maletas con todos tus recuerdos de la infancia, unas estampitas de San Cristóbal, el amuleto de la Mano de Fátima y la dirección del hotel donde vas a vivir (si lo logras descifrar y lo encuentras) durante los próximos seis meses. ¡¿Qué haces!?

Lo que respondas es el proceso de la MC: saber cómo resolver problemas, saber cómo formular planes y secuencias de acción para llegar a algo, aunque jamás lo hayas hecho antes.


Una vez que has resuelto un problema, cualquiera que éste sea, ya tienes el producto  de la MC y lo puedes repetir y transferir a otras situaciones similares, inclusive se lo puedes enseñar a otros; esto es lo que sucede en el aula: el Mai no puede aprender por cuenta del discípulo porque el aprendizaje es un fenómeno que sucede adentro de la mente del sujeto, pero el Mai le puede enseñar algunas técnicas de aprendizaje que haya descubierto por su cuenta.

En pocas palabras: aparte de exponer conocimientos, el Mai tiene que enseñar a aprender.

Si se le pregunta a una persona, por ejemplo, cómo es que logra memorizar los nombres de las personas que conoce, en realidad la pregunta significa: ¿cómo evocas el nombre de una persona al ver su efigie?, las respuestas serán tan variadas como interesantes.

Algunas personas asocian el nombre con los rasgos, o la ausencia de ellos, del sujeto; por ejemplo, Blanca Estela Pavón, famosa estrella de cine de los 50's no era blanca, ni estaba plana como una estela, pero sí se pavoneaba con gran soltura; ¡listo! su imagen se ha vuelto inolvidable.

La asociación de palabras con imágenes es una técnica memorística; como ésta, hay muchas otras maneras para recordar de todo: números, traiciones, cumpleaños, procedimientos, imágenes, sonidos, experiencias, fechas, jugadas, precios... lo que sea.

El punto es que cada aprendiz tiene que aprender sus propias técnicas descubriendo sus propios mecanismos y, además, tiene que saber cómo funcionan, y cuáles funcionan en una situación u otra, o sea, la MC incluye no  nada más la selección de un método o la planeación de cómo aplicarlo, sino la auto-evaluación del proceso de aprendizaje resultante.

Aquí surge de nuevo el tema de la motivación y el auto-lastrado; si el discípulo fracasa en el descubrimiento o diseño de sus propios métodos de aprendizaje, lo más probable es que concluya que "no es bueno para tal asignatura", y es posible que esto no sea cierto, sino que él no haya aprendido a aprender.

Ahora que está tan de moda el Coaching, se puede aprovechar su popularidad para reforzar el papel de Coach del Mai en la MC del discípulo; como su nombre lo implica, el Coach es alguien con experiencia, que señala errores, aplaude talentos, hace al Trainee repetir un acto hasta la náusea y siempre está del lado del discípulo: en las buenas y en las malas. (en la foto Charles Harrison reconforta a  Keyleigh Perry que llegó en 3er lugar en el campeonato de la PIAA AA en la carrera a campo traviesa, habiendo roto su propio  récord de pista Nov. 01, 2008 10:38AM; lee el artículo aquí, es una bella lectura de dos minutos)

Entonces, si el aprendiz no aprende, la responsabilidad debería ser compartida, porque una parte es cognitiva si el sujeto no logra o no quiere saber, y otra es metacognitiva: el Mai no lo supo entrenar para que descubriera sus métodos y adquiriera el gusto por aprender.

No se me ocurre mejor ejemplo que citar la historia de Joe Paterno, Coach de Foot Ball de Penn State; puedes leer un trocito aquí, pero, en suma es: la mejor estadística de JoePa, no era juegos ganados, o marcadores finales, su mejor estadística era, y es; cantidad alumnos graduados, porque él era coach de foot ball y jamás dejó de ser Mai; ¿cuál es tu porcentaje de graduación?-

el mai

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DE FILÓSOFOS Y PEORES COSAS

No te preocupes, esta gacetilla no se trata de la filosofía, sino de los personajes que, aún sin el título "Horroris Causa" de alguna universidad de educación rápida, se han atrevido a pensar y a decir, con cierto ingenio, lo que están pensando.

Hay tantas definiciones de "Filosofía" como filósofos, y puede que aun más. Después de tres mil años de actividad pensante registrada, es casi imposible ponerse de acuerdo en qué entiendes por "entiendes", así que, es mejor preguntarse qué es un filósofo.

Para muchos, un filósofo es cualquiera que haga un comentario agudo sobre un acontecimiento de actualidad, que provoque, si no una reflexión profunda de dos segundos (porque nunca hay tiempo), al menos que provoque una tenue sonrisa. Mark Twain y Yogi Berra serían dos ejemplos de filósofos de a pié.

Para otros, un filósofo es alguien que ha adquirido un vetusto pergamino después de torcidas defensas de un documento, ante venerables autoridades, sobre la levedad del ser o la importancia de ser prolijo.

No falta quien dice que un filósofo es cualquiera que pone notas al calce de los escritos de Platón, como diciendo que sólo Platón fue filósofo y los demás somos sus amomegachos (Asistentes, MOzos, MEnsajeros, GAtos y CHOferes).


Aun así, me voy a arriesgar a ser el amomegacho de Platón citando uno de sus útimos Diálogos, el que sostiene Sócrates con Teeteto cuando éste le pregunta qué es un filósofo. y aquél le cuenta la historia de Tales, quien un día caminando por la calle, pero viendo a las estrellas, se tropezó y cayó en un pozo; una mucama tracia se burla diciendo que, en su afán por saber lo que pasaba en las estrellas, había ignorado lo que pasaba en sus pies. "Lo mismo pasa con los filsósofos" dice Sócrates según el relato de Platón.

Como ves, lo torcido de la filosofía no es gratuito, Sócrates no escribía mucho, o nada, pues, y su discípulo, Platón es quien relata su pensamiento y, seguramente, le pone algo, o todo, de su propia cosecha.

¿Qué es un filsósofo?
La respuesta inmediata es que un filósofo es materia para chistes; quienes piensan, son personajes para el teatro, como en "Las nubes" de Aristófanes, para las películas de tipos distraídos como  en la "Historia del Mundo, primera parte" de Mel Brooks, o son materia de libros como "Episodios Nacionales en Salsa Verde" de Marco A. Almazán.

Cuantas veces el filósofo se atreva a hablar de las cosas que están al alcance de sus pies, será objeto de la burla de las mucamas o la de los perodistas (no así, si quien habla es un futbolista): lo que diga sonará inútil, sin sentido y aparecerá simplemente como alguien tonto que dará pie a definiciones como "profesor chiflado" o "el mai" (con minúsculas).

En el diálogo, Platón también cita a Sócrates cuando se burlaba de los abogados por ser esclavos del tiempo (en las cortes griegas los casos tenían que ser presentados y resueltos en plazos de tiempo fijos y muy cortos; en esos tiempos los relojes eran de agua y eran llamados "Clepsidras" o sea, "ladrones de agua") a diferencia de un filósofo que no obedece al tiempo, que tiene tiempo para pensar y que parece que no hace nada mientras piensa.

La libertad del filósofo consiste en que tiene tiempo para moverse de un asunto a otro, o para no moverse del mismo asunto por estar perplejo, fascinado o simplemente atrapado en su curiosidad. Se toma su tiempo aunque no lo tenga.

Cualquier lector de esta gacetilla es un filósofo porque se toma un tiempo de la carrera de ratas que llamamos vida cotidiana para leer, en cuatro minutos, qué dice el loco del mai. Lo cual agradezco mucho.

La broma de Sócrates es que la gente que vive bajo la presión de sus ocupaciones y es esclava del tiempo, se deforma, se tuerce en el camino y pierde la libertad; en efecto, sus ocupaciones le roban el tiempo tanto como la clepsidra se la robaba a los abogados; por eso ahora se dice que "el tiempo es dinero".

El filósofo es libre por ser dueño de su tiempo, porque puede ver las estrellas sin cuidarse de los baches o las cacas de perro en el suelo (esta metáfora se refiere a las papas del camino, no a los demás seres no-pensantes). Más aun: el filósofo, según Platón interpreta a Sócrates, no respeta jerarquías, privilegios heredados, y ni cuenta se da de la cuna donde haya nacido el personaje con quien hable.

Mi cuerpo está entre estas paredes, pero mi pensamiento anda en otra parte
Es enajenante; la filosofía debería venir empacada con un letrero que dijera: "Este producto es nocivo para la salud", porque la filosofía a lastimado a muchos; por ejemplo, a Sócrates, a quien la clepsidra se le agotó en el tribunal antes de terminar de defender su caso y tuvo que morir por litigar lentamente, sin poder demostrar que era inocente.

Y no fue el único, casos similares han sido los de Giordano Bruno (asado por la inquisición), Spinoza (expulsado por los judíos y excomulgado por los católicos), Hume (desempleado por hereje) y hasta el infame juicio contra Bertrand Russell por inmoralidad (se casó cuatro veces), ateísmo, blasfemia y mal aliento, que le impidió ser Mai del City College of New York en 1940.

El cinismo del filósofo siempre se califica como blasfemia, indisciplina e incapacidad para trabajar en equipo por su falta de respeto a la convención social establecida. Quienes piensan fuera de la caja son políticamente sospechosos, administrativamente poco confiables y socialmente subversivos.

Sin embargo, es muy raro oir que una persona que piensa, o sea un filósofo, no sea feliz; si te fijas, cuando no hay nada que hacer, por ejemplo en el vagón del metro, en el asiento de junto en el avión o en la sala de espera del dentista, quienes traen los audífonos enchufados en la oreja, tienen el ceño duro y la mirada caída, pero quienes están pensando en algo agradable, esbozan una sonrisa muy misteriosa, como si sus pensamientos fueran inconfesables, o como si la fresa del dentista no doliera.

En la gacetilla anterior se dijo que pensamos con palabras; esto significa que pensar es hablar con uno mismo y ésta es una actividad muy peligrosa porque no nos podemos engañar a nosotros mismos; nos podemos decir cualquier secreto sin divulgarlo, y porque pensar lo que se nos pegue la rechocolatera gana (con agradecimentos a Lord JTC) es lo que nos hace libres.

Tan libres, que se podría formar una sociedad secreta de Filósofos sin Fronteras ("Los Fofos") cuyo saludo secreto sería: "Tómate tu tiempo"

el mai.

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