¿DE DÓNDE SALEN LOS ATEOS?

Para alimentar el ego de los ateos, descreídos, agnósticos, libre-pensadores y apóstatas: los brillantes jóvenes que estudian en Oxford, Inglaterra, son el grupo de personas más descreídas que han sido estudiadas en ese País. En una encuesta hecha en 2007 entre 728 estudiantes, el 49% declaró no creer en ningún ser supremo, y el 50 % restante dijo no pertenecer a ningún credo.

Lo curioso es que sólo el 5 % de los británicos en total se declararon ateos o agnósticos en varias encuestas más recientes, pero la mitad de la muestra entre los Oxfordianos  se identificó en este segmento.

Tal vez no sea tan sorprendente, después de todo, que la gente educada, no la que dice con elegancia: "por favor" o "gracias", sino la que ha estudiado algo, especialmente ciencias políticas, adopte naturalmente posturas creyentes o confesionales, que el profesor Richard Dawkins llama: "auto-complacientes, negadoras del pensamiento y limosneras". Se dice que "donde reina la razón, -ios se retira".

Parece haber otra correlación entre la edad del sujeto y sus creencias en un ser superior: en la infancia se cree más porque los adultos lo promueven en el seno familiar; al emigrar, el joven rompe con las ataduras y se desboca en el racionalismo; al entrar la madurez y la senectud, e ir escuchando los goznes de las puertas del cielo o del infierno, según sea el caso, el adulto mayor decide retomar el culto y portarse "bien" para borrar el escore de lo hecho en las décadas anteriores. Es una especie de seguro de vida-en-el-más-allá.

Tratándose de estadísticas, las cosas nunca son tan sencillas. Por ejemplo, en la muestra señalada, los estudiantes de posgrado, resultaron ser notablemente más religiosos que los de grados inferiores en ambas categorías, la de creencia en algún ser superior, y la de profesión de alguna fe. Esto se explica porque la población que estudia posgrado contiene una enorme fracción de extranjeros y la mezcla no es comparable con la población general.

De acuerdo a la investigación hecha por World Values Survey (WVS), hay una clara correlación entre la educación y la pérdida de la fe, que se explica, en parte porque el individuo mejor educado siente que su bienestar no depende tanto de un ser supremo y arbitrario, como de sus propias acciones y sus consecuencias naturales.

Otro dato curioso es que a mayor grado educativo alcanzado, aumenta la creencia en fenómenos irracionales, en el sentido de que no han sido comprobados; en la encuesta de WVS aplicada a la muestra de egresados universitarios, el 52 % dijo creer en la telepatía, mientras que sólo el 17 % de la población no universitaria dijo creer en eso.

Esto se explica si se considera que, mientras más educada es una persona, más esotéricos tienen que ser los fenómenos que la sorprendan y que no pueda explicar racionalmente; simétricamente, una persona poco educada rechaza una idea que no entiende y la descalifica como  imposible.

Sin embargo, investigaciones más recientes (British Social Attitudes, BSA) hechas por David Voas en 2008, revelan que la correlación entre educación y pérdida de la fe, no sólo ha disminuido, sino que se ha revertido hasta llegar que un 40 % de personas graduadas se declaran como personas religiosas.

Es obvio que las tendencias religiosas han cambiado, como también lo es que, quien crea en un ser superior, no va a aceptar que su creencia sea una moda; lo que pasa es que, por mucho que se hayan estudiado las religiones, poco se ha estudiado el ateísmo.

Muchos filósofos fundadores de las ciencias sociales del siglo XIX, incluyendo a Sigmund Freud, Karl Marx, Emile Durkheim, Auguste Compte y Max Weber, eran descreídos (Weber decía que era religiosamente sordo).

Para ellos, las religiones eran un gran reto; ¿cómo podía la gente creer en algo tan absurdo? De lo que no se daban cuenta es de que su propia incredulidad provoca la misma pregunta: ¿cómo se puede NO creer?

Irónicamente, los sociólogos, psicólogos, economistas, y en particular los antropólogos cognitivos, se han vuelto tan eficaces explicando porqué los seres humanos son tan proclives a creer en un ser superior, que se han olvidado de investigar por qué hay tanta gente que NO profesa una religión, como lo declara el 43 % de los Británicos, de acuerdo al estudio de 2008 de la BSA.

Además, los científicos sociales generalmente son los más ateos de todos los académicos, pero hay muy pocos estudios que traten de explicar el porqué del liberalismo político de los profesores; el estudio de Fosse de Harvard y Gross de la U of British Columbia indica que dicho grupo de la población es más liberal porque está más educado, es más sensible y conoce más de los problemas sociales del País; está peor pagado, pertenece a los sindicatos más poderosos en cualquier país y su trabajo ya no es valorado y respetado como antes.

Lo que no se explica es por qué los profesores, en general, presentan mayor tolerancia a las ideas controvertidas, porqué se resisten a las figuras de autoridad o porqué prefieren embarcarse en luchas ideales o en el adoctrinamiento de los discípulos, que en la lucha cotidiana de su materia en el salón de clase.

Psicológicamente, necesitamos saber cómo funciona el yo cuando no tiene de dónde colgarse y cómo se alteran nuestras reacciones originales en ausencia de un ser superior. Antropológicamente, necesitamos entender cómo la gente sin religión le da sentido a la vida, cómo le encuentra significado a un acto y cómo encajan los sistemas filosóficos ateos en una cultura para darle forma. Sociológicamente, necesitamos saber cómo estos sistemas opuestos nos unen o nos dividen, y si los sistemas laicos pueden contener elementos sociales usualmente reservados a la misma religión, como la caridad, el amparo al desvalido o el consuelo al derrotado.

Como en todo primer mundo que se respete, existe un instituto dedicado a la investigación sobre estos temas; se llama Non-Religion an Secularity Research Network, que tiene un bonito edificio, jardines y clima de isla británica.

En su segunda reunión, la primera fue en El Vaticano; ¿puedes creerlo?, acordaron que la terminología atea no era suficientemente clara y, como buenos Mais, se preguntaron: ¿qué entiendes por "entientes"?

Acordaron, para empezar, que no son sinónimos: ateo, no-creyente, no-religioso, no-confesional, laico, agnóstico, incrédulo, retobado, rejego ni seglar.

Otra de las conclusiones de la conferencia de Wolfson fue que la educación no sólo empuja al estudioso en un sentido u otro del ateísmo, sino que fortalece las convicciones de ambos lados y facilita la comunicación de las creencias individuales.

Campbell de la U de York, que venía predicando como el mai en el desierto, alzó la voz en la conferencia y dijo que la gente instruida generalmente es la primera que produce ideas nuevas y que, si esas ideas se popularizan, se distribuyen por toda la sociedad (¡bófonos!); en el caso de las religiones, el cisma capta seguidores de la corriente principal y cuando se nivelan las aguas del progreso, todo queda estable mientras no surja una nueva idea y se vuelvan a agitar las aguas, hasta con guerras a veces.

En este sistema todos ganan mientras la educación permita a cada quien conocer, entender y decidir qué quiere creer, y todos pierden cuando se oficializa una creencia o una no-creencia. La misión del Mai, con mayúsculas, es ilustrar al discípulo para que él decida, no es decidir por él y luego rellenarlo con sus ideas como salami.

el mai

CÓMO HACER UN BUEN MAI, CAPÍTULO DOS

El problema no es tanto cómo hacer un buen Mai, sino cómo se hace UN Mai; sencillito, de vainilla y sin especialidades ni posgrados.

En el planeta Kryptón, al cierre del ciclo 2008, hubo 38 millones de estudiantes desde educación básica hasta educación superior; que fueron intruidos por 1.7 millones de maestros en 245 mil planteles. De esos estudiantes, sólo 132 100 estuvieron inscritos en escuelas normales para llegar a ser profesores, los demás instructores del sistema fueron egresados de otras escuelas de educación superior cuyos currículos no incluyen habilidades docentes, sino sólo los contenidos técnicos propios de cada especialidad.

El currículo de una escuela normal "normal" se divide en tres partes: contenidos académicos generales, para que el profe sepa de lo que está hablando; fundamentos para tener una idea de la historia y de las bases teóricas de la educación, y métodos para saber cómo enseñar cada materia en particular.

Las escuelas normales incluyen prácticas profesionales en el plan de estudio, pero éstas se concretan a que el candidato a Mai asista una semana a la clase de otro Mai que tenga algo más de experiencia, y luego dé clase durante dos tandas de dos semanas cada una; es raro (NPI de cifras concretas, pero deben ser muy pocos) que los practicantes se hagan responsables de un grupo escolar en la vida real, durante un tiempo suficiente y bajo la tutela de un maestro-guía.

Si el 94% de los profes NO estudiamos para ser Mais, y el 6% que sí estudió para eso, no hizo prácticas docentes; ¿Dónde rayos se aprende a ser buen Mai?

Una parte se aprende en la escuela de la vida, es decir, cometiendo errores, corrigiéndolos, y esperando no haber hecho mucho daño durante el proceso; otra se aprende cursando estudios de especialidad o posgrado; a éstos yo les llamo cursos de paracaidismo conforme va cayendo el bulto, porque uno está dando clases, mientras estudia cómo dar clase ¡Ja!.

También se aprende de otros Mais, de nuestros directores, coordis, y domadores; de los libros sobre el tema, como las referencias de la gacetilla pasada, y de nuestros propios discípulos, que con su éxito, o su fracaso, nos van formando.

Y, sin embargo, sí existen los buenos Mais
Aun con todas esas fuentes, no hay una manera formal de aprender a ser buen Mai, ¡pero existen!; lo notable es... que no se notan; por ejemplo, la prueba de ENLACE mide las habilidades lectoras y matemáticas de los discípulos en diversos grados; si tomamos como referencia los resultados de habilidades matemáticas de 3º de Secundaria de 2008 (2009 aún no sale), podemos tener algunas sorpresas:

De las 11,700 escuelas evaluadas, cuatro colocaron al 100% de sus alumnos en la categoría de "Excelentes";  una en Chiapas (¿¡eh!?), una en el Edo de México, otra en Querétaro y la otra en Veracruz. Como referencia, el promedio nacional indica que sólo el 7.5% de los estudiantes ocupa esa categoría. ¿porqué esas escuelas están separadas del resto? Se podría argüir que es porque tienen pocos alumnos y por eso es fácil que todos salgan bien.

Si, pero no. Resulta que hay planteles con pocos alumnos que NO destacan como las anteriores y hay varias escuelas con gran número de alumnos que logran clasificar al 90% de sus estudiantes como "Excelentes"; por ejemplo, la Escuela Pública 43 en Centla, Tabasco, con alto grado de marginación, ha colocado a 104 de sus 111 alumnos en la cúspide de la excelencia.

¿¡Cómo!?
Si la diferencia no es el currículo, ni el tamaño de la escuela, ni el grado de marginación, y tampoco tiene que ver mucho si es pública o privada, ¿Cuál es la diferencia? - El Mai, sólo el Mai y siempre el Mai. Si éste(a) está comprometi@ con el aprendizaje de sus discípulos, el mar se le hace pequeño para hacer gárgaras; tal vez no tenga posgrados en docencia, educación o pedagogía, pero él(la) verá cómo, y captará su atención, logrará hacerse entender y motivará ese proceso interno que se llama aprendizaje.

El Mai Lemov se echó la tarea de recorrer, durante cinco años, las aulas de aquellos profesores de diversos grados escolares que se destacaban por el desempeño académico de sus discípulos. Al terminar su odisea escribió un tratado de casi 400 páginas con 49 técnicas que no se aprenden en las aulas de los estudios superiores.

La Taxonomía de Lemov está punteada con vídeos de Mais reales en acción frente a grupos reales; se puede ver y oír la aplicación cada una de las técnicas mencionadas, y se puede uno ver caricaturizado de 49 maneras diferentes en los ejemplos que pone.

Muchas de ellas no son más que de sentido común, pero como todas las recetas: hasta que uno no las pone en práctica, no se sabe cómo funcionan; además, lo que es bueno en un grupo, en una escuela o en una materia, puede ser innecesario en otras circunstancias. Tan comunes son estas guías, que uno tiende a minimizarlas porque parecen muy simples.

Esto equivale a ver  un martillo, un cincel y una lija, y dejarlos de lado pensando que son herramientas muy sencillas, pero, ¿acaso no fueron esas las herramientas que usó Miguel Ángel para extraer al David de la piedra donde se ocultaba? Además, precisamente por lo sencillas, son las que están al alcance de los centros escolares en la montaña o en el barrio de la gran ciudad.

Cuando uno anticipa ver los 178 cuadernos de Picasso en el Museo de Barcelona, uno piensa que se va a encontrar con abstracciones y surealismos, mas no, las páginas están llenas de notas, algunas de la tintorería, y también de dibujos en espléndida perspectiva, matices, bocetos y claro-oscuros; en suma, están llenas de los detalles elementales de dibujo que integran el talento artístico de un gran maestro.

Así, el Mai debe dominar cada detalle de sus materias, porque la elocuencia, la historieta conmovedora o la frase lacrimosa no son sustitutos del conocimiento, más bien, sólo sirven para disfrazar la ignorancia, y no por mucho tiempo, escasamente 15 segundos.

Como todos los recetarios, la Taxonomía de Lemov no es una panacea, ni es fácil de alinear con ninguna filosofía; no contiene secretos del Tibet ni de los mayas; sus fundamentos teóricos son difíciles de encontrar en las teorías de Piaget, Bloom o Bandura; mas bien son una ensalada de pragmatismo, conductismo y constructivismo, con aderezo de civismo.

Por eso, cuando las leas, no las juzgues por su innovación, porque  no la tienen, simplemente recuerda que allá, en la montaña, en la selva o en el barrio bravo, hay Mais con mucho menos recursos didácticos, pero que, con dominio de lo elemental, y una voluntad un poco más fuerte, han logrado que sus discípulos alcancen la excelencia.

el mai

CÓMO HACER UN BUEN MAI

Debe haber cientos de libros y sitios de internet con modelos, fórmulas, estrategias y métodos educativos para formar docentes, y debe haber miles de buen@s Mais (con mayúsculas, como tú). El problema es que l@s buen@s Mais no siempre se dan en aquellas macetas.

A través del tiempo los métodos educativos se han ido centrando en diversos factores. Primero en los contenidos; luego vinieron los enciclopedistas, después aparecieron los orientados hacia el proceso intelectual y la psicología educativa; luego llegó la moda de la tecnología educativa, los medios; la neuro-ciencia, la educación liberal y varias otras sectas, tribus y etapas.

Los administradores de la educación moderna también se visten a la moda; unos predican que hay que reforzar la lectura y la programación neuro-lingüística (¡sopas!), otros sostienen que hay que tener grupos más pequeños, o pugnan por que los padres se involucren. Los demás insisten en que hay que pasar más tiempo en la escuela o frente a una pantalla torturando al ratón o aporreando un teclado.

A pesar de todas las buenas ideas y acciones hacia un mejor sistema educativo, no parece que la educación, en total, vaya mejorando; ¡claro que siempre hay y habrá buenos discípulos! pero poco a poco todos van siendo absorbidos por la presión social fuera de la escuela.

Este problema ha sido observado y se han desarrollado varios cocientes para determinar qué variables tienen mayor influencia sobre el aprovechamiento; se ha medido la eficiencia escolar contra la edad, etnia, condición social y familiar; el tamaño del grupo, el gasto por alumno, el contenido del currículo, la duración de la clase, el clima, el calendario escolar, los incentivos económicos en forma de becas, los premios, la vida social y deportiva alrededor de la vida escolar, los gimnasios, albercas, cafeterías, jardines, conciertos y bibliotecas.

En efecto, cada uno de los factores estudiados tiene una pequeña influencia sobre el resultado académico total... excepto uno, que produce grandes diferencias: con cuál Mai estudió el discípulo.

Uno siempre recuerda a un buen Mai
Hay profesor@s que logran que sus discípulos alcancen buenas calificaciones en exámenes estandarizados, siempre arriba de los promedios de su propio segmento socio-económico; es decir, l@s alumn@s de ciertos Mais obtienen mejores grados que los que están bajo la tutela de otros instructores.

El Prof. William Sanders de la U de North Carolina, llevó a cabo estudios estadísticos longitudinales que desembocaron en el Sistema de evaluación del valor agregado en la educación (Educational Value-Added Assessment System, EVAAS, por sus siglas en Inglés), que consiste en medir la influencia del Mai, la escuela y el método educativo sobre el desempeño de los discípulos a través de su avance por los grados escolares.

La estadística involucrada es bastante compleja y ha sido muy discutida y rechazada, sobre todo por los sindicatos de maestros, porque propone que la compensación del profe dependa del aprendizaje del discípulo, y eso es un sacrilegio similar a querer compensar al Cheff por el sabor de su comida o a descontarle al plomero su salario por las fugas de agua que NO reparó. ¡Anatema!

Según William Sanders, los resultados de un alumno que haya tenido un profesor débil por tres años consecutivos, caen 50 % (bueno, dijo: "puntos percentiles", pero dame licencia poética y permíteme decir "%" para simplificar) por debajo del resultado de un estudiante similar que haya tenido un Mai fuerte durante el mismo tiempo.

Erick Hanushek de Stanford después demostró (aparte de otras cosas peores) que los Mais en el 5% superior de calidad docente son capaces de avanzar 50% más del programa de estudios en el lapso normal de un curso, es decir, sus alumnos pueden obtener notas satisfactorias respondiendo preguntas de hasta la mitad del siguiente nivel.

Por otra parte: los -inches mais en el 5% inferior no logran impartir sus cursos completos, ni en contenidos, ni en horas, ni en calendarios, y sus discípulos sólo pueden, cuando mucho, acceder y aprender el 50% del contenido del curso.

¿Un buen Mai nace, o se hace?
Se cree que un buen Mai tiene un talento parecido a la magia vudú, pero esto sólo es en parte cierto; es claro que hay ciertas cualidades naturales contenidas en el concepto de "ser un buen Mai", pero también es cierto que se puede cultivar otras de las que no fuimos plenamente dotados.

Se puede educar la voz, y se puede aprender a ser elocuente y hasta convincente; pero armar un discurso cautivador que dure cuatro horas, ocho veces a la semana... es muy difícil para quien no haya asistido a la escuela de oratoria de Demóstenes y no tenga garganta de soprano.

Como cualquier profesión, las dotes genéticas implican un llamado que se refuerza con otros factores e impulsan a una persona a seguir el camino de una profesión.

Al final de 2009, la ocupación laboral estaba distribuida así: el menor número de personas empleadas, son las que se dedican a las ciencias físico-matemáticas (que, por cierto, es la profesión mejor remunerada); unas 10 mil personas que ganan 20% arriba del promedio nacional. Ir al Observatorio Laboral.

Del otro lado de la gráfica están las ocupaciones más pobladas: quienes se dedican a las ciencias económico-administrativas son 1.5 millones, los ingenieros son 1.2 millones y los trabajadores de la educación son más de 600 mil y ganan 20% menos que el promedio. Por comparación: la profesión más favorecida en EU es la de maestro; hay 3.7 millones de personas dedicadas a la enseñanza y se espera que para 2014 este segmento crezca un millón más.

Si se supone que el futuro de un país depende de la educación, ¿por qué el ingreso del personal encargado de formar a la juventud está por debajo del promedio? Según las hipótesis de Sanders y Hanushek, porque el sistema no se puede depurar de los malos maestros, ni puede estimular a los buenos.

En otras palabras, en el sistema educativo no operan las leyes de Darwin sobre la selección natural: para cambiar de mai, el estudiante se tiene que cambiar de escuela... y quién sabe cómo le vaya con el que sigue.

Además, el estímulo económico no basta para hacer mejores mais; los programas de "Carrera Magisterial" y otros parecidos en varios países han tenido poco impacto para elevar los escores en la prueba de ENLACE (hay que picarle a "estadísticas" después de acceder) de hecho, el escore de habilidades lectoras subió en su cantidad de 'deficientes' de 12% a 17% y el de 'buenos' bajó de 45% a 42%.

No basta poner la zanahoria por delante
Entonces, si los incentivos por sí solos no producen mejores profesores, ¿cual es la fórmula secreta de los buenos Mais?

Un tal Dr. Lemov, que no es pariente del Dr. Spook, el de de Star Trek, se puso a estudiar la magia vudú de los Mais de mayor taquilla entre los discípulos y recopiló algunas perlas que indican que, más que magia, la buena práctica frente a grupo son algunas simples acciones casi inconscientes del buen Mai; por ejemplo:

  • al dar instrucciones quédate quieto, no te muevas del campo visual del grupo,
  • no hagas dos cosas al mismo tiempo, 
  • hay que ser preciso en las instrucciones, como en el fútbol, donde el entrenador no dice: "tienes que jugar mejor", sino "pégate al 10"
De estas perlas hay docenas (en las REFERENCIAS, hay 556), varias las puedes ver funcionando aquí. Todas tienen sentido, y ninguna es tan deslumbrante como las innovaciones de la tecnología, de los métodos o de las teorías educativas y, sin embargo, todas funcionan donde deben de funcionar: en el salón de clase. 

¿Por qué? 
Porque ninguna corriente le ha dado tanta importancia a que sujeto se haga cargo de su propio trabajo educativo, varias limitan la importancia del Mai en la motivación, pocas piensan que aprender es divertido y ninguna considera que ser Mai es la profesión más importante de la vida; a pesar de que, después de todo, la mente de los hijos de todo mundo está en nuestras manos, ¿no?

continuará...

el mai.

REFERENCIAS:

Clark, R. (2003). The essential 55: an award-winning educator's rules for discovering the successful student in every child. NY, USA: Hyperion.

Hay una película de Matthew Perry basada en este libro; se llama: The Ron Clark Story, Marvista Entertainment, que interpreta de manera muy divertida las técnicas del personaje original: Ron Clark.

Ramsey, R. D. (2003). 501 Tips for Teachers. NY, USA. MJF Books / McGraw-Hill Co. Inc.
Esta referencia es para quienes no creyeron que había docenas de pequeños secretos. La seccción 5 sobre desarrollo personal y motivación es muy enriquecedora.

"NO LO DUDO, PERO NO TE CREO", EN LA PRÁCTICA

Creo en las mate, no como religión o culto, sino como en una persona que nunca me engaña; bueno, hasta que supe algo sobre estadística y escuché la famosa frase de Mark Twain:
"Hay tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas"
Lo más difícil de la estadística no es recopilar los datos y ponerlos sobre una gráfica de colores bonitos donde se demuestre que de cada diez personas que ven la TV, cinco, son la mitad; tampoco es muy difícil decir que si uno está parado con un pié sobre un bloque de hielo y el otro está sobre una sartén al fuego, en promedio el asunto es agradable y estamos bien.

Lo más difícil de la estadística es formular una hipótesis y, claro, comprobar su veracidad aplicando un cuestionario a una pequeña muestra de una gran población. Aquí es donde se acalambra la neurona... y va un ejemplo:

Supongamos que un chocolate se vende envuelto en aluminio litografíado a dos colores y trae adentro un pequeño juguete de plástico para armar; el fabricante de la golosina desea saber qué es más importante para el consumidor: la envoltura, el juguete o el sabor del producto, y le encarga la investigación a un afamado despacho de mercadólogos vudú.

Después de aplicar encuestas y procesar los datos en supercomputadoras, el despacho responde que depende; los niños quieren la golosina, cualquiera que sea, porque no pueden aún distinguir sabores con precisión, y la prefieren con juguete porque les proporciona doble satisfacción: les pudre los dientes de manera muy sabrosa, y se divierten viendo sufrir a su papá armando el juguete.

Las madres de familia reconocen la marca en la envoltura y saben que es garantía de calidad e higiene, bueno, mientras los piratas de Chan Jai no se la fusilen; ellas, entonces, acceden a la compra sin pensar mucho en el sabor, el contenido, los honorarios del dentista o los del psiquiatra para reparar la frustración del papá.

¿Te das cuenta? lo más importante de la estadística no son las gráficas o los listados de datos, sino cómo se formula la pregunta de investigación, porque la respuesta depende de la pregunta.

Todo está hecho de detalles
Con frecuencia son las pequeñas cosas las que acaban siendo las más importantes. Estoy seguro que en algún despacho en el sótano de la Toyota, hay un archivero que guarda los reportes de calidad de la computadora de control del freno mixto del Prius. Alguien lo vio, alguien lo oyó y alguien lo pasó por alto. La Toyota está regresando a revisión 8.1 millones de autos, ¡más que los que vendió en 2009! por un pequeño detalle que hoy resulta ser lo más importante en la vida de la marca.

Es imposible atender a todos los detalles, lo que hay que hacer es prestar atención al detalle que se sale de lo que lo rodea, las excepciones se vuelven monstruos si no se les atiende oportunamente; si algo anda mal, hay que atenderlo a tiempo.

Esto va en contra del principio democrático que dicta que hay que prestarle atención a las mayorías y no a las excepciones, pero eso es falso, se dice sólo para entumecer la inteligencia y promover la mediocridad; los mejores deportistas, músicos, artistas, autores y Mais (con mayúsculas) son excepcionales, no son mediocres. Lo mismo pasa con los discípulos: son los más buenos y los más malos, los que se salen de la zona de confort colectivo, y a quienes hay que prestarles mayor atención.

Hay que ver la película completa.
Esto parece ser lo contrario de lo anterior, pero no, nada más parece. A lo que se refiere es que no se debe tomar decisiones generales a partir de datos particulares; es como si la fábrica de chocolates sólo pusiera autos amarillos dentro de la golosina sólo porque le gustan al nieto del investigador de mercado.

Para hacer juicios generales hay que obtener mucha información para formarse imágenes amplias; hay que armar la historia y el contexto de la historia.

Dejar la agenda en casa
Una hipótesis es una suposición que explica un fenómeno, pero que aun tiene que ser comprobada; la investigación no debe ir sesgada hacia la búsqueda de datos que la apoyen y la comprueben, sino que debe encontrar y reportar todos los datos. Si sólo vemos lo que nos conviene, o lo que no nos conviene, nos vamos a equivocar más frecuentemente que si vemos el total de los hechos.

Cabe aquí recordar el aforismo:
"La gente prefiere creer una mentira popular, que una verdad impopular"
Cuando se formula una hipótesis torcida, morbosa, de conspiraciones imposibles, la gente tiende a encontrar razones para apoyarla y para creerla, y se vuelve ciega a las opiniones y razones simples en contra; por eso hay que evitar ser arrastrados por "lo que dice la gente" -hay que investigar por cuenta propia.

Esto no significa que uno no pueda tener corazonadas o sospechas, sino que no hay que aferrarse a ellas; no hay que desechar los datos sólo porque que no convengan; lo importante es encontrar la verdad, no probar nuestros augurios. Si fuera posible, todo mundo iría a la lotería a convencerlos de que su corazonada es la buena.

Asomarse afuera del problema.
Los enterados le llaman ver los "meta-datos"; que es toda la información alrededor de los datos centrales; es saber cómo fueron obtenidos, quién los capturó, cómo los encontró, cuándo, dónde, con qué, etc.

Mientras más meta-datos se tenga, más creíble es la investigación porque así se puede verificar todo lo que la rodea. Puedes checar aquí cómo una vista amplia y de largo tiempo puede cambiar las conclusiones sobre un lote de temperaturas observadas si se considera el método para obtenerlas; se trata de un relato muy interesante sobre el calentamiento global y cómo se han estimado las temperaturas 1000 años antes de que se inventara el termómetro.

¿Por qué?
Esta es la pregunta más importante que se puede formular un investigador. Cuando uno mira una gráfica o una tabla de números y algo no cuadra, basta preguntarse si tiene sentido establecer relaciones entre causas y efectos basándose en ellas; si lo tiene, bueno, pero si se siente incómoda la inteligencia, mejor hay que preguntar.

Esto se aplica tanto al calentamiento global, como al precio de una corbata o a la tarifa del taxi; los números no mienten, pero los mentirosos usan números.

el mai

ES IMPOSIBLE NO LEER Y ESCRIBIR

El propósito y la ambición de cualquier padre o madre de familia es que sus hijos se preparen para la vida y que lleguen a ser mejores que él(la). Esto se logra, típicamente, enviándolos a la escuela durante algunos años y, con suerte, algunos de esos vástagos le tomarán gusto a saber, a saber hacer, y a hacerlo bien.

Dentro de los miles de conocimientos, habilidades y actitudes que se considera importante saber, el más difundido es saber leer y escribir. Nada, bueno, casi nada se puede aprender si no se dispone primero de estas habilidades.

Ni siquiera las matemáticas, en su dominio abstracto y fundamental de las ciencias, pueden ser expresadas o manipuladas sin recurrir a la habilidad de saber leer y escribir. Los problemas matemáticos, por complejos que sean, primero tienen que ser planteados con palabras, y luego pueden ser puestos en términos simbólicos para ser resueltos.

La música podría ser una excepción a lo dicho, pero en realidad lo único que cambia es el código: las notas reemplazan a las letras y, para poder interpretar correctamente el mensaje del autor, también hay que saber leer la partitura.

Así, ningún conocimiento puede ser capturado, comprendido, asimilado ni utilizado, si no se domina la lectura de comprensión; es decir, no basta poder repetir los sonidos que representa un símbolo o dibujar el símbolo que captura un sonido, es necesario saber qué significan ambos en relación a los demás símbolos que lo rodean.

¿Y ahí qué dice, mamá?
Lo curioso es ver cómo los infantes, desde temprana edad, se interesan espontáneamente por decodificar los símbolos de la escritura; será, tal vez, porque ven cómo sus p(m)adres pueden obtener información o repetir sonidos a partir de esos símbolos o, ¿será que el ser humano ha incorporado a su código genético la necesidad de expresarse por medio de símbolos?

La presión cultural es la fuerza que empuja hacia el progreso a todas las culturas en diferentes épocas y en todas partes. Hay indicios de que la especie humana se hace las mismas preguntas y, aunque formula diferentes conjeturas, obedece a los mismos impulsos de expresión; por ejemplo, el ser humano siempre acaba por preguntarse cuál ha sido su origen y a formular una teoría cosmógónica para explicarlo; a convertir el ruido en música, a adornarse el cuerpo con objetos estéticos, a hablar o a pintar las paredes del vecino con grafiti.

Hace 30 000 ó 40 000 años, los seres humanos comenzaron a mostrar claros indicios de un afán por comunicarse entre sí; espontáneamente empezaron a pensar en términos abstractos y a crear arte sobre las paredes de sus cuevas. Esto se puede observar en decenas de sitios por toda Europa, como en Chauvet, Francia.

Durante décadas las pinturas rupestres fueron un gran atractivo por la belleza de su expresión plástica; tal vez por la misma razón fueron pasadas por alto otras imágenes laterales, aparentemente sin un significado realista concreto, hasta que Jean Clottes, exdirector de investigación del sitio, se comenzó a preguntar el porqué y para qué de ellos.

La escritura pictográfica apareció mucho más tarde, hace apenas unos    5 000 años y muchos científicos ignoraron los insignificantes antecedentes en las paredes de la edad de piedra hasta que Genevieve von Petzinger, bajo la dirección de April Nowell, de la U de Victoria (BC, Canadá) se planteó una tesis de Maestría para recopilar y comparar los signos encontrados en 146 sitios en Francia, abarcando 25 000 años de prehistoria.

La Mai von Petzinger descubrió que 26 signos del mismo estilo se repetían una y otra vez por todas la cuevas. Algunos signos son muy básicos, son apenas una línea o un círculo, pero indudablemente significaban algo y lo mismo para cualquiera que los "leyera".

Algunos símbolos parecían representar parte de otra figura, como los colmillos de un mamut sin el cuerpo. Esto (sinécdoque) es muy común en los lenguajes pictográficos y hasta en nuestro lenguaje hablado contemporáneo, como cuando decimos "el Mai" en lugar de "el respetable señor maestro profesor".

Esto demuestra que nuestros ancestros podían representar ideas simbólicamente en lugar de realísticamente, luego en conjuntos abstractos y finalmente en los signos individuales de los lenguajes escritos de hoy.

Otro hallazgo fue la agrupación de signos simples para formar conceptos más complejos, es decir, palabras o acciones, así un signo parecido a la "V" seguido de otro como "1" podía ser decodificado como "la cacería de antílopes" porque la V representaba al antílope y el 1 se parece a una lanza.

Hay otros signos que se repiten en diversos sitios como pensar que son coincidencias; hay corazones, riñones, escaleras, espirales, puntos, rayas, rayos, y manos en positivo y en negativo... muchas manos; y aquí viene lo extraordinario: varios de estos símbolos han sido encontrados en África, el Medio Oriente, América y Australia.

Tal hallazgo no puede ser coincidencia, especialmente si se considera que muchos signos ya estaban establecidos simultáneamente más o menos en la misma época: hace 30 000 años, y hay otros hallazgos más sorprendentes: en las cuevas de Blombos en Sudáfrica, se encontraron pedazos de Hematita, un óxido de hierro usado para fabricar pigmento rojo, con grabados que datan de hace        75 000 años.

En el refugio de Skhul en Israel, se encontraron cuentas elaboradas que podrían ser ornamentos personales, y que son evidencia de la habilidad de pensamiento simbólico y estético, hechos hace     100 000 años.

Según vonPeltzinger, los signos podrían haber sido llevados por las tribus emigrantes de África hacia el norte, pero esto no explica cómo varios de ellos aparecieron en épocas casi simultáneas en Australia o en América. Davidson, quien los ha estudiado en Australia, no cree que tengan un origen común y sostiene que el fenómeno de la representación simbólica apareció independientemente por todo el globo hace unos 40 000 años.

Él sostiene que la evolución de la especie experimentó un cambio cognitivo que puso en sus manos el arte y el pensamiento abstracto. Sin embargo, el ser humano moderno tiene unos 200 000 años de existencia; por lo tanto, no es extraño que haya evolucionado hacia el pensamiento abstracto y que lo haya plasmado en las paredes de la cocina desde antes de las fechas señaladas; después de todo, la erosión se pudo haber encargado de borrar sus grafitis, si no es que la Jefa lo obligó a borrar sus obras de arte.

Especulaciones aparte, otra idea radical es que, al plasmar símbolos en la pared, se está almacenando información permanentemente y ésta puede ser transmitida y compartida por las generaciones venideras. Esta visión de un futuro trascendente es importante porque señala dos cosas:

Una es que la evolución de la especie nos ha hecho buscar el conocimiento, de manera natural, en la interpretación de símbolos, y eso es leer y escribir.


La otra es que la profesión de Mai, con mayúsculas, o sea tú, es más antigua que la que se dice ser la más antigua y que está mejor pagada.

No sabemos el significado de los signos, pero sí sabemos que eran un medio de comunicación; a lo mejor eran un simple aviso a otras tribus para indicar que ese era su territorio, algo que aún explica el porqué de los grafitis modernos; o tal vez era una especie de anuncio para presumir de la habilidad cazadora de un clan o el virtuosismo de un artista particular.

Esta idea está reforzada por Suzzanne Villeneuve de la UBC, Canada, al demostrar que las mejores obras estéticas de los mejores artistas están en lugares donde había mayores asentamientos, y las obras de menor calidad están en cuevas menores de lugares poco poblados; lo que, además, comprueba, que todos somos iguales, pero que hay unos más iguales que otros.

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