LA TEORÍA CONSUMISTA DE LA ADOLESCENCIA

En alguna gacetilla reciente se mencionó que el cerebro juvenil crece en todas las áreas de la inteligencia, que produce neuronas hacia todos lados y que éstas buscan conectarse unas con otras para explicarse los fenómenos que contemplan a su alrededor.

También se dijo que al llegar la edad de la punzada, el cerebro desecha muchas de esas conexiones, memorias y habilidades, como se desecha los primeros dientes, y la mente del púber se reconstruye adoptando nuevas explicaciones y olvidando las anteriores;  nada más que ahora la experiencia incluye sus opiniones, juicios y voluntad personal, mientras que antes se miraba y se juzgaba a través de los ojos y los criterios paternos.

De todas maneras, esto no explica por qué un@ joven se viste como Drácula New Age o por qué habla en dialecto precavernario. Sí, ya se que quiere ganar su propio espacio y que está estableciendo su identidad, diferente a la de sus mayores; pero eso no puede explicar todo lo que acontece en esta generación.

Mai, tú y yo también fuimos aborrescentes y estoy seguro de que tuvimos nuestra propia lucha de identidad y nuestro propio descubrimiento de las realidades, pero creo que aquello que hicimos no se parece en nada a lo que sucede hoy. En general, se dice que se ha perdido el respeto, las buenas costumbres y los códigos de vestir de la civilización occidental; aunque de lo mismo se quejaban nuestros mayores en aquel momento.

Si le pregunta uno a alguien de ideas conservadoras acerca de las causas de esto, seguramente culpará a la izquierda progresista, tolerante de todos los vicios y desviaciones, liberal y libertina; culpará a los Mais post-68 y neo-Woodstock; a la abundancia de la mota; al Rock Heavy Nopal; a la filosofía de la deconstrucción y, sobre todo, al empuje hacia una sociedad igualitaria con premios para todos, lejos de la meritocracia.

Si la misma pregunta se formulara a la izquierda del pasillo, se escucharían respuestas que incluirían conceptos como: capitalismo salvaje, intolerancia de géneros, regresión, discriminación de clases, imperialismo y otros por el estilo que suenan bien, no dicen nada, pero que l@s jóvenes los adoran porque los identifican con su propia rebeldía y su afán libertario.

Luc Ferry, filósofo francés contemporáneo y ex ministro de educación del gobierno de Jean-Pierre Raffarin, ha publicado un libro que se llama "Face à la crise: Matériaux por une politique de civilisation", donde ofrece una explicación, muy a la francesa, de este problema: La causa de la desculturización de la juventud es la globalización y se apoya en el hecho de que este fenómeno se observa, en mayor o menor grado, en todos los países con acceso, aunque sea limitado, al cine, la TV e Internet.

Lo que Ferry dice es que los cachorros del humano son unos salvajes y que no se ha podido domarlos porque el medio familiar a abdicado, en favor del medio tecnológico y callejero, de sus responsabilidades formadoras; esto ha convertido a los jóvenes en consumidores compulsivos.

En su forma más pura, el consumismo es una droga altamente adictiva. Una definición del drogadicto es alguien que no puede evitar la búsqueda de su droga cada vez más frecuentemente y en mayores dosis. Eso se inicia cuando ofrecemos a los menores pequeñas recompensas por dejar de llorar, luego premios por cumplir con sus deberes menores, después sobornos en aumento por sólo intentar hacer algo y acabamos ofreciendo un BMW por asistir a clase.

El resultado de repetir durante diez o doce años este ciclo de condicionamiento de la conducta, es un ser consumidor compulsivo que no hace nada, si no hay un beneficio personal de por medio.

Aquí es donde difiero con el Sr. Ferry: el discípulo, en efecto busca sus espacios y espera recompensas, pero éstas no son todas materiales. Su curiosidad no puede ser sobornada con golosinas ni puede ser acallada con burlas. Si un joven preguntara ¿por qué no se caen los planetas? sería absurdo decirle: mira, toma una paleta y no hagas preguntas inútiles o ¡ya vas a empezar con tus preguntas tontas!

No se puede satisfacer un desequilibrio cognitivo con negociaciones materiales, como no se puede sobornar a las leyes naturales: si un objeto resbala por el borde de la mesa, caerá hasta que algo lo detenga; no hay concesiones ni jurisprudencia progresista que lo impida.

El joven es hoy más rebelde que hace dos generaciones porque en su reconstrucción cerebral no encuentra respuestas concretas ni modelos que imitar lo suficientemente sólidos. Ya lo hemos dicho: todos tenemos recuerdos de nuestros buenos Mais y de los malos también; de quienes nadie se acuerda es de los mediocres y éstos abundan.

Pues, hoy está pasando lo mismo, los malos mais de hoy, antes fueron malos estudiantes, y están produciendo malos estudiantes que algún día serán malos mais y así, cuesta abajo hasta que el acta de nacimiento sea expedida con un diploma de doctorado en administración del entretenimiento impreso por el reverso.

Aunque la estructura familiar sea sólida, a veces no basta para contrarrestar la fuerza de la calle, de la tele y de los amigos; y a pesar de eso, el joven de hoy llegará a ser adulto que recordará lo bueno y lo malo; formará a su propia familia y, jalándose de los cabellos, dirá: ¡esto no es como era antes!. Es natural.

La buena noticia es que existe el desequilibrio cognitivo; esa fuerza que nos hace buscar, investigar y revolver el fondo de la cultura por nuestra cuenta hasta encontrar las respuestas que nos satisfacen... a pesar o gracias al mai.

Una cosa son los satisfactores materiales, y otra son los satisfactores mentales; y éstos sólo pueden ser satisfechos con conocimientos o mediante simple apreciación de la belleza.

El remedio se inculca cuando un Mai (con mayúsculas, como tú) ayuda a su discípulo a descubrir, por sí mismo, los misterios de la naturaleza o la dinámica de una ecuación; cuando lo acompaña a plantearse sus propias preguntas y cuando lo contempla al generar nuevas respuestas.

El joven que hace lo que le gusta hacer no necesita acicates para entrar al aula, sino que llega temprano para ganar lugar. Tampoco necesita amenazas para quedarse adentro, más bien hay que decirle que se acabó la hora y ¡menos necesita de sobornos para seguir aprendiendo!, su droga es la endorfina que le produce el saber.


Tal vez ya no te acuerdes de lo que sentiste cuando por primera vez descubriste lo que era entender algo. De lo que estoy seguro que estás consciente es de que hoy hay varios temas que no entiendes y que te gustaría conocer.

Pues bien, te propongo esta nueva endorfina: escoge un tema que ignores, pero que despierte la curiosidad; no le preguntes nada a nadie, investiga por tu cuenta, lee, piensa, escribe cuatro garabatos en una servilleta y cuando te llegue el primer destello de entendimiento, me platicas qué se siente. La satisfacción de saber es mejor y más barata que comprar el último teléfono móvil con secador de pelo y fresa dental.

Si te convence, practícalo con tus discípulos y verás que hasta los filisteos se aplacan cuando están entretenidos.

el mai.

EL PROGRESO TIENE MALA FAMA

Imre Madach fue un escritor perfectamente desconocido que vivió durante la primera mitad del siglo XIX. Escribió una obra de teatro, llamada "La Tragedia del Hombre" (entiéndase: el ser humano, no el hombre casado) que se encuentra publicada como libro, y que rara vez ha sido puesta en escena fuera de Hungría, seguramente porque el lector se ve retratado de una manera que a nadie le gusta.

El drama en verso publicado en 1861 relata las experiencias de Adán, recién expulsado del Paraíso por lo que ya sabemos qué hizo con Eva, que renuncia a -ios y resuelve reconstruir el Edén, a su imagen y semejanza, con su propio esfuerzo.

Dice Adán: "Yo soy mi -ios, lo que sea que yo haga es mío; esta es mi fuerza y mi orgullo".

En la obra, el diablo le da a Adán la oportunidad de ver el futuro y lo que llegará a obtener con su trabajo. Comienza observando al antiguo Egipto y viaja a  través de 11 escenas que terminan con el ocaso de la humanidad aproximándose a una edad glacial que acabará con ella. El tipo en verdad era un visionario, mas no un climatólogo.

Adán se regocija con las Pirámides hasta que descubre que fueron construidas a costa de la miseria de los esclavos y las deja atrás para irse a vivir en la democracia griega. Cuando los atenienses condenan a muerte a Sócrates por obligarlos a pensar, emigra en busca de una vida más placentera, que no le haga daño a nadie, y encuentra el hedonismo en Roma; también se harta y pasa de visita a la época de las cruzadas donde experimenta el honor caballeresco. la disciplina monástica y casi pierde la razón al no poder entender por qué el hombre lucha en nombre de sus dioses, aplasta a sus disidentes,  mientras todos claman ser los elegidos del único verdadero.

Así, poco a poco, se le van desmoronando los principios: reemplaza la cortesía y elegancia hipócrita de los imperios del siglo XVII con los derechos humanos de la Revolución Francesa, pero cuando la igualdad se torna terror al mando de Robespierre, Adán se abraza a la libertad individual, que luego se le corrompe con la codicia durante el colonialismo inglés bajo el reinado del Rey Jorge.

En ese momento tiene visiones del futuro utópico-científico donde ve a Miguel Ángel tallando patas de sillas y a Platón arreando vacas porque en esa visión el arte y la filosofía no tienen cabida ni utilidad. Al final, Adán se encuentra con un ser humano salvaje que no tiene más principio que la violencia; Adán se torna suicida y le ruega a lucifer: "Ya no quiero ver más de mi destino infame o de mi lucha inútil".

Las cosas no están tan mal como las pintó Madach, pero cuando uno las lee en un texto de hace 150 años, no deja ser sorprendente la clarvidencia del autor. En una de las últimas escenas habla del hombre en el espacio sideral, de la paulatina caída en un sopor colectivo a base de drogas y el retorno al poder absoluto de los partidos políticos que, como las familias reales del siglo XVIII , se reparten la justicia y la riqueza.

Lo que Adán busca en la obra de Madach es el progreso hacia un estado utópico superior, pero la idea de "progreso" en la actualidad se ha devaluado, se ha angostado hasta significar sólo conceptos económicos y tecnológicos; mientras, la moral y los valores sociales están haciendo agua o, dependiendo del periódico que uno lea, se están hundiendo en la decadencia y la barbarie.

A la izquierda de la política, el "progreso" es lo peor cuando lo obtiene la empresa privada, y lo "progresista" es lo máximo cuando incluye pan y circo para el proletariado.

Mas no siempre fue así. Aunque desde hace mucho haya habido tensión entre la búsqueda del bienestar en esta vida y la esperanza de obtenerlo en la que sigue (Ver "Ética Protestante" de Max Weber), los optimistas de la época de la Ilustración llegaron a pensar que la gran masa de la humanidad podría llegar a tener una buena vida aquí en la tierra y, al igual que el Adán de Madach, estaban llenos de ideas sobre cómo construir un mundo mejor.

Unos pensaban que -ios iba a fundar una nueva Jerusalem, otros se asomaron a las teorías de la Evolución para trazar el camino genético hacia la perfección, los de más allá pensaron que la gente progresaría si sólo se les dejaba libertad (por cierto: no hay una sola guerra que no busque "la libertad"), otros fueron forzados a ser libres, o sea que fueron liberados de sus opresores anteriores por sus nuevos opresores. Unos creyeron en el nacionalismo y otros en acabar con las naciones a base de construir imperios unificadores de la raza pura.

Unos han buscado el estado ideal por medio de la purificación del lenguaje o, más bien, mediante la abolición de los dialectos y la imposición de nuevos idiomas; o impulsaron la educación universal sobre una sola doctrina; se ha promovido la ciencia del estado, el comercio, la libertad sexual, las leyes de protección total o la anarquía absoluta. Todo mundo tiene la idea perfecta para alcanzar el estado perfecto; la cuestión ya no es si se puede progresar, sino cómo y hacia adónde.

La idea de progreso es como el telón de fondo de la sociedad: cada quien traza una pincelada y ningún matiz la domina. En este momento, donde la economía rige, el telón de fondo de nuestro escenario es del color de los billetes: las ganancias de uno forzosamente son iguales a las pérdidas de otros y hemos llegado a un estado de equilibrio que, sin ser el final, es indiferente.

Si la conducta humana no puede ser reformada, puesto que llevamos más de 6 000 años de historia escrita sin lograrlo, las reglas -vengan de donde vengan- no pueden aspirar más que a mantener enjaulado al mono interior, y esto lo comprobamos, por ejemplo, cuando una persona accede al poder monetario, político, o popular, porque cambia su forma de ser tan radicalmente, que a veces ya ni se le puede reconocer.

En principio, la especie humana es la única que puede evolucionar más allá del aspecto físico, hacia conceptos ideales, como la equidad o la libertad, pero para eso es necesario no perder la fe en el progreso y por eso es importante reflexionar cómo se puede restaurar.

Una forma de verlo es considerar que el progreso hacia lo ideal no se da en lo material, sino en lo intelectual, y esto se llama formación integral. Aquí es donde entra en escena el trabajo del Mai (con mayúsculas, o sea: ).

Si bien es cierto que en lo material las ganancias de uno son las pérdidas de otro, en lo intelectual eso no es cierto: la educación es una fuente inagotable, cualquier conocimiento se puede difundir una y otra vez sin que se agote la fuente; la educación supera tanto al Mai, como al discípulo. Al Mai lo ennoblece y al discípulo lo arranca de la jaula del mono indomable que lleva adentro.

Si las reglas son la jaula, la formación es la rienda. No podemos dejar de tener un cerebro límbico, pero sí podemos cultivar al neocórtex para que lo superior domine a lo instintivo; eso es la formación integral.

¿Cómo?
Es bueno progresar, pero es mejor si todos los que nos rodean progresan al mismo tiempo. Ese es tu papel, Mai, ejercer la presión intelectual dentro de tu esfera de influencia, dejar tus ideas en cientos o miles de jóvenes que te escuchen. No importa si alguna semilla se pierde, siembra diez o cien más... la educación no se gasta.

La tragedia de Adán (de ahí el título de la obra) es que, en su viaje por la historia futura de la humanidad, él va viendo cómo el progreso material se hace a expensas del declive espiritual, cómo el ser humano va perdiendo su capacidad de sorpresa y va asignando a la tecnología japonesa los milagros que antes colocaba en el estante de la magia o al nicho de lo sobrenatural.

Sólo tú, Mai, padre de familia, puedes sacar a tu discípulo del culto a la realidad virtual, convenciéndolo de que no es magia, revelación o acto de fe, sino tecnología inventada por seres humanos que aplican su intelecto a lo material.

Y ya de remate: la conducta del ser humano nunca ha sido regulada por las leyes, las costumbres o los tabús; el ser humano siempre ha encontrado la manera, las razones y los pretextos para romper las reglas. La conducta sólo se regula de adentro hacia afuera, del intelecto hacia la voluntad y de ahí a los actos.

Entonces ¿qué nos hace progresar, el intelecto o lo material?

el mai.

REFERENCIA: todas las ilustraciones originales para la obra de teatro se encuentran en: http://www.hung-art.hu/frames-e.html?/english/z/zichy/muvek/madach/index.html

LA RELEVANCIA DE LOS ESTUDIOS

Hay una universidad en el estado de Maine, USA, que se anuncia como "La casa del empleo garantizado" se llama Thomas College y ofrece las mismas carreras que el resto del mundo académico: contabilidad, administración, mercadotecnia, educación e informática, cada una con sus pelajes particulares.

La diferencia con otras universidades es que presume que el 94% de sus egresados recibirán al menos una oferta de empleo antes de 90 días después de graduarse. De no ser así, la escuela pagará hasta un año de las mensualidades de su crédito estudiantil, o los inscribirá gratis en algún posgrado para mejorar su perfil laboral. Hay ciertas condiciones, desde luego, pero, ¿cuántas universidades están tan seguras de la calidad de sus egresados? y, la mejor pregunta: ¿qué contienen sus programas como para hacer una apuesta de este tamaño?

Ante la crisis del desempleo, otras universidades están eliminando sus carreras de filosofía, letras clásicas y similares por falta de matrícula y las demás están ajustando sus planes de estudio para colocar la lectura de textos clásicos, como  "La muerte de un vendedor" (obra de teatro de Arthur Miller, lectura indispensable para explorar la causalidad de nuestros actos a largo plazo), junto a materias tan prácticas, como: "redacción del currículo de vida"; "redes locales de cómputo",  y "cómo conducirse en una entrevista de trabajo".

La presión social sobre las instituciones aumenta, pero ¿es la universidad la única responsable del empleo de un egresado? Creo que no.

Desde luego que el contenido de un plan de estudios tiene que estar acorde con las necesidades futuras del mercado laboral y esto, a su vez, depende de la investigación del perfil del mercado laboral que haga la institución, pero no es ahí donde se decide si un egresado consigue un medio de ingreso o su grado de éxito en la vida porque el currículo no toma en cuenta el empeño (esfuerzo invertido) o el desempeño (resultados obtenidos) por el alumno.

El filtro de la competencia
Cada empresa decidirá si selecciona especialistas o todólogos; con buenas notas escolares o sin ellas, con dos hemisferios cerebrales izquierdos (o derechos, no importa, cada quien decidirá) o si basta que tenga pulso y una mirada casi humana; porque lo que busca es profesionistas y profesionales competentes; gente que sepa lo que hace, que lo haga bien y que actúe bien.

Cada vez con más frecuencia se habla del desempleo profesional; egresados con tremendo pergamino que no encuentran un empleo decente y que se quejan de que lo que enseña la escuela no sirve en la vida real. ¿Realmente sirve de algo un título?

El filtro de las notas
Con diploma o no, de todas maneras las empresas desconfían de las notas escolares porque todo mundo sabe que no es lo mismo "saber", que "pasar" y así, todo recluta pasa por adiestramiento, capacitación, entrenamiento, coaching, mentoring, tutoring, training y otros episodios de adoctrinamiento.

En la práctica es imposible que un programa de estudios abarque todos los temas que necesitan todas las empresas y que el alumno, en escasos nueve períodos escolares, aprenda todo lo que hay sobre dichos temas, más lo que se vaya desarrollando mientras él estudia lo anterior.

Las notas son un indicador de que el estudiante sabe resolver exámenes e, indirectamente, son una fotografía de lo que recordó de un curso de 56 horas; a la empresa esto le sirve de poco, lo que necesita es contratar una persona que solucione los problemas de hoy y que prevenga los de mañana.

El filtro de la vocación
En 1971, una encuesta de 400 000 estudiantes descubrió que el 73 % buscaba una educación superior para "Obtener una filosofía significativa de la vida" y sólo el 37% (no suma 100 % por los traslapes) esperaba "Obtener mejores ingresos".

En 2009 los valores se invirtieron: el 78% tiene el dinero como meta y el 48% busca una filosofía de vida. El cambio en la motivación llevó a un cambio en el plan de estudios. En los 40 y 50 había que ser abogado, médico o ingeniero civil para ser considerado semi-dios; hoy hay cientos de variedades de administradores, docenas de especies de médicos y todos los demás caemos en la categoría de "licenciados".

Y aun con profunda especialización, es difícil encontrar un empleo acorde con el esfuerzo educativo invertido.

La inflación de títulos
Como la especialización directa estaba angostando el camino hacia la supervivencia laboral, las universidades inventaron los grados; así, en la primera etapa, la universidad produce licenciados; éstos cursan especialidades en función de las demandas del momento, luego cursan un posgrado en lo que promete ser el campo más solicitado del año que entra y, si de plano no le atinan, siempre queda el recurso de llevar un buen doctorado en algún área lateral que permita cambiar de rumbo o, al menos, que deje anteponer "Dr" al nombre del sujeto en su tarjeta de visita. Esto impresiona hasta a la recepcionista más pintada.

Lo de hoy
La proliferación y pulverización de las especialidades también se debe a presiones del medio. Hoy se antepone "bio" a muchas carreras porque el medio ambiente es un tema actual, no sólo en la ecología, sino en todas las ciencias; por ejemplo, en Derecho se habla de bioética; en Sistemas computacionales, de biometría; en Ingeniería Química, de biocombustibles, en Medicina de biología molecular, y así sucesivamente; lo "bio" es "in".

Otra presión contemporánea proviene de la globalización; las carreras del futuro deben incorporar palabras o contenidos que indiquen lo exótico de los estudios. De esta manera, un plan de estudio internacional debe ofrecer idiomas aparte del Inglés, como Chino y Árabe; o materias como Nomenclatura Internacional de Comercio, Mercados de Divisas o Normatividad Internacional.

Hoy, ninguna escuela de negocios puede prescindir de un curso de emprendedores y algunas hasta consiguen inversionistas de riesgo para financiar por concurso los proyectos escolares.

En este afán, no faltan experimentos curriculares como "Ingeniería Financiera de la Empresa de Interés social"; las hay que sólo promueven al emprendedor de alta tecnología o que sólo apoyan a empresas basadas en internet.


Competencias genéricas
Lo que se busca en un profesionista va más allá de la suma de conocimientos específicos de su área, eso ni se discute; lo que se necesita, además, para que se abra camino y progrese, son competencias como saber discutir y ganar un razonamiento, cómo convencer, cómo tomar decisiones certeras, cómo mantenerse al frente del aprendizaje continuo, ser analítico, obtener información y validarla, o cómo guiar el trabajo de otros aun no siendo su líder formal.

Eso no se enseña casi en ninguna parte y, sin embargo, imperceptiblemente se aprende de los Mais (con mayúscula) a través de su ejemplo y de su guía. El problema es que ni nos damos cuenta de lo que hacemos, ni tiene un impacto inmediato en el desempeño o en el historial del cazador de empleos, pero es lo que la empresa necesita y busca para su desarrollo a largo plazo.

¿Dónde me inscribo a ese curso?
La Asociación Americana de Colegios y Universidades recientemente condujo una encuesta que reveló que los grandes buscadores de talentos,aquellos que contratan al 25% de los egresados universitarios, no buscan especialistas; el 89% de estas empresas busca "habilidad para comunicarse de forma verbal y escrita"; el 81% busca personal con "pensamiento crítico y habilidades analíticas" y el 70% necesita personal "capaz de innovar y ser creativo".


La cruda realidad es que no importa qué carrera escoja el joven, de todas maneras tiene que saber leer y escribir, me refiero a lectura de comprensión, retención y análisis de textos, y a saber armar frases coherentes que tengan sujeto, verbo, complemento directo y complemento indirecto. No es raro oír a entrevistadores muy duchos preguntando sobre asuntos aparentemente desconectados con el puesto en juego, mientras que lo que realmente están evaluando es la fluidez y estructura del lenguaje del entrevistado.

Las crisis acentúan esto; mientras más escasa es la oferta de empleo, más exigentes se tornan los empleadores porque tienen más requisitos para el puesto, menos margen de error y más límites en su presupuesto; y en épocas de auge la competencia por los mejores salarios aumenta; total que siempre sobrevive el más apto.

Hay aproximadamente 25 competencias genéricas, según el autor que se consulte, pocas de ellas se adquieren en cursos formales y la mayoría ya están presentes desde la adolescencia, pero se pierden en el camino. Por ejemplo, aquél joven que al salir de la secundaria descubre la libertad de no asistir a clase y aun así lograr pasar la materia, podría no llegar a ser confiable en sus compromisos y en sus promesas (competencia genérica intercambiable)... y su lento desarrollo profesional será cargado a otras cuentas, menos a su falta de responsabilidad.

Mai (o Padre de familia, con mayúsculas, o sea, tú ), el infante a los siete años ya pinta claramente lo que va ser de adulto, sólo le falta endurecer la arcilla de su carácter. Cuando despierta a la adolescencia tiene muy claros los conceptos de equidad, justicia, libertad y voluntad; ya nada más le falta manejar cómodamente la relación entre libertad y responsabilidad. Es en esta edad cuando descubre sus talentos y sus gustos; en esta etapa busca modelos en su familia, en sus Mais, en la Tele y en la calle para solidificar sus gustos.

En algún momento de esa edad también decide lo que no le gusta y, si los Mais no tenemos exquisito cuidado de presentarnos como modelos orgullosos de nuestra labor y nuestra profesión, podemos arruinarle el futuro a muchos que podrían llegar a ser excelentes físicos, químicos, o cualquier otra profesión, pero que ni lo piensan porque odian nuestras injusticias, arbitrariedades, falta de responsabilidad y falta de cariño por nuestra profesión.

Y eso es la causa principal del fracaso profesional: porque muchas veces el discípulo decide estudiar lo que menos odia, en lugar de lo que más le hubiera gustado si su Mai hubiera sido un buen modelo a seguir.

el mai.

LAS MATE Y LA CALEFACCIÓN GLOBAL

Pocas personas ignoran que todos los males que nos aquejan de deben al cambio climático; menos aún pueden argüir en contra del axioma de que en pocos años la especie humana estará frita o bajo el agua.

Yo no he visto, ni oído una sola opinión, comentario o artículo en la prensa nacional que lo discuta y menos aun, que lo critique. Está de moda y es lo políticamente correcto: unos dicen que hay que joder a las naciones que han progresado, y otros dicen que hay que obligar a las que están avanzando a que detengan su progreso para que disminuyan su nivel y calidad de vida: a unas hay que obligarlas a que detengan sus autos y a las otras hay que pararles su industria para que no emitan más CO2  y así podamos todos volver a vivir en las cavernas del infradesarrollo.

Pronóstico reservado
Sin embargo, los pronósticos del calentamiento global están basados en soluciones de sistemas de ecuaciones diferenciales simultáneas (una verdadera pesadilla post-alcohólica), y éstas han sido planteadas con parámetros aproximados o de plano cuchareados; por lo tanto, no se puede sacar ninguna conclusión científica con respecto al calentamiento global porque el uso de tales modelos matemáticos tiene el mismo nivel de credibilidad que el fraude de los datos climatológicos.

¿Por qué son importantes las matemáticas y por qué los climatólogos apocalípticos no las usan y las divulgan correctamente?

Las mate son la piedra angular de la ciencia. Un científico comienza tratando de entender las leyes de la naturaleza, luego traza un modelo y expresa esa leyes por medio de ecuaciones. Los matemáticos analizan las soluciones de estas ecuaciones para mejorar la comprensión de los fenómenos y, posiblemente, hasta logran predecir situaciones que aún no se hayan presentado en la realidad observada.

El caso más famoso del éxito de este método fue el trabajo de Isaac Newton para demostrar que los planetas se mueven sobre órbitas elípticas alrededor del sol. Primero formuló la Ley de Gravitación Universal, sí, esa que dice que que la velocidad de cambio de velocidad entre dos cuerpos es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa, y luego inventó el cálculo diferencial para poder demostrar el resultado de sus ecuaciones y predecir, con toda exactitud, dónde se encuentra un cuerpo y a qué velocidad se mueve en un momento dado después de recibir un impulso.

-"Esto ya lo deberían saber"
Cualquier estudiante de licenciatura estudia muchos de los modelos más simples y encuentra las mismas soluciones que han sido desarrolladas durante los 300 años después de Newton. Un ingeniero de hoy usa el Cálculo para entender mejor el funcionamiento de los fenómenos de su especialidad, desde la velocidad de reacción de dos substancias, hasta la oscilación de un rascacielos de frente al viento.

Por sencillo que esto suene, las mate de la realidad son tan complejas, que a veces se vuelven inútiles. Los matemáticos no siempre pueden responder a las preguntas de los científicos porque entender a fondo un sistema de ecuaciones diferenciales está más allá de la comprensión humana.

El caso más famoso es el problema llamado de "los n cuerpos": Si más de dos planetas giran alrededor unos de otros siguiendo la ley de gravitación, ¿chocarán o se dispersarán hacia el infinito?

Afortunadamente, hoy las computadoras son muy poderosas y, a fuerza bruta, ha servido para solucionar muchos problemas en corto tiempo. Por medio del Análisis numérico ha sido posible desarrollar técnicas para solucionar gráficamente ecuaciones diferenciales y se puede uno comprar una calculadora científica muy poderosa por 10 euros. El microbús espacial encuentra a la estación Soyuz antes de que se acaben los refrigerios gracias a las computadoras que pueden resolver el problema de los n cuerpos para lapsos cortos de tiempo valores pequeños de n.

Esto y otros éxitos de diseño han elevado las expectativas de las aplicaciones de las mate a problemas científicos; desgraciadamente, y aun suponiendo que las ecuaciones físicas del clima fueran correctas, ni las computadoras ni los matemáticos pueden predecir el clima en el corto o largo plazo porque los procesos son más complejos que lo que las computadoras pueden hacer.

Y yo que aún no acabo de pagar la anterior
Claro, constantemente se producen nuevas y más rápidas computadoras, y las barreras se van derrumbando y algún día se podrán resolver los sistemas en muy corto tiempo.

En segundo lugar, no se puede recolectar suficientes datos para determinar las condiciones iniciales o finales del modelo; tercero, las ecuaciones diferenciales propuestas para modelar el clima (el crecimiento de la población o muchos otros fenómenos sociales) tienen soluciones inestables y, por lo tanto, un pequeño error en los datos produce enormes desviaciones en la solución. Los hechiceros vudú post-modernos le llaman el efecto mariposa porque suena mejor que "la inestabilidad de un sistema de ecuaciones diferenciales de grado n".

Precisamente por esta característica de los modelos matemáticos del clima que es muy difícil calcular, con cualquier grado de confianza, el resultado de un sistema de 24 ecuaciones diferenciales. Sin embargo, eso es exactamente lo que los profetas apocalipticos están haciendo. Hay más de 30 modelos predictivos de clima en el mundo, sin contar la intuición de las locutoras decorativas de la TV local (para mí es más confiable el tamaño de la falda como predictor: si es corta va a hacer calor, y si es larga va a hacer frío)

Concluyendo: uno, no se puede decir que las profecías del calentamiento global sean correctas; dos, la toma de decisiones macroeconómicas basada en pseudo-ciencia no tiene bases matemáticas racionales y, tres, los científicos arropados en presupuestos y donativos de las fábricas de refrigeradores no han explicado bien esto.

Más vale que los delegados a la cumbre climatológica de Can Cún este año lleven, aparte de las aides-de-camp (edecanes) de costumbre, un buen zar de las mate, para poder decir:

-"Momento, Mai, no lo dudo, tampoco lo creo, déjame ver tus ecuaciones".

Va de Retro
Si este mai regresara a su primera reencarnación, cuando era ingeniero de control automático, diría que la atmósfera es un sistema cerrado con retroalimentación negativa, es decir, que se corrige sola. No hay problema, con organizar fines de semana largos la gente saldrá de las grandes ciudades, el aire se limpiará, los cielos regresarán al azul esplendoroso y las nubes volverán a parecer borregos recién bañados. Asunto arreglado.

el mai