¿DE QUÉ COLOR SON LOS SUEÑOS?

Tal vez la pregunta correcta sería: ¿de qué están hechos los sueños?

En principio, los sueños están hechos de recuerdos que andan sueltos por ahí, en la mente; son como recortes de la realidad que se van acumulando en cajones poco frecuentados del escritorio. Un día, o mejor dicho: una noche, el organizador-barrendero del inconciente se los encuentra y se pone a ordenarlos por tamaño, por antigüedad, por color o simplemente por la forma del recorte.

Entonces, ya que están ordenados, según el intendente, los cose uno junto al otro y nos los pasa por la parte del cerebro que recopila y evoca las imágenes; a veces les agrega sonido, y muy rara vez les pone sabores u olores. Y soñamos. 

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La vida según Spielberg
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En los sueños más realistas somos personajes de una trama muy coherente, que tiene mucho sentido; donde los personajes forman parte de nuestra vida cotidiana actual o pasada, que se ven muy reales y que actúan conforme a un guión que se parece a algo que acabamos de vivir o que quisiéramos haber vivido de otra manera.

A veces soñamos como espectadores mudos de los acontecimientos; sentimos el impulso de actuar, pero no podemos; nos frustra la ineptitud de los personajes, les gritamos y no escuchan; les decimos y no entienden. Despertamos agitados y hasta cansados.

En otros sueños, el intendente pone los recortes que le sobraron de sus limpiezas anteriores y nos los avienta a la cara todos revueltos; es entonces cuando aparece la reina Isabel de Castilla, con cara de la Gordillo, en la caja de un banco medieval, exigiéndonos la mensualidad del yate que usamos para descubrir la estación Marte del tren suburbano. Bueno, esas son mis pesadillas cuando cometo excesos con la comida.

El caso es que soñamos para revisar el contenido de los cajones olvidados de la mente; que conectamos los recortes encontrados con pedazos de la realidad reciente; que la mente hace un esfuerzo por darle coherencia a los pedazos, y que casi nunca lo logra.

Otras veces soñamos con lo que deseamos, con lo que nos hace falta, con lo que nos gustaría que fuera de otra manera, o hasta con quimeras inalcanzables. Hay quien dice que por eso la vida es un sueño, porque la pasamos pensando en lo que no tenemos; aunque otra manera de verlo es decir que los planes son sueños con fechas; es decir, jamás podríamos formular un plan eficaz si primero no tuviéramos una idea clara de lo que queremos.

En una revista científica de esta semana salió un artículo mencionando que las personas más jóvenes sueñan a colores, mientras que los viejos soñamos en blanco y negro; este fenómeno se lo atribuye al tipo de televisión que los entretuvo en su infancia: en blanco y negro a los mayores de 55 años y a todo color a los venteañeros. 

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Los sueños según Hollywood
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No se si tenga algo que ver que yo ni tele tuviera, o si antes de dormir fumaba palmeras viendo pasar las nubes por el cielo, el caso es que yo siempre he soñado a todo color, incluyendo algunos matices que no existen en la realidad; que sueño en pantalla iMax, en 3D, en alta definición y con sonido 5.1 Sens-a-round con Dolby digital. 

Mi hipótesis de trabajo es que la lectura nos obliga a formar imágenes mentales; que este ejercicio de construcción las coloca ordenadamente en gabinetes bien clasificados, que los recuerdos se acumulan a las imágenes reales o sintéticas, que los recuerdos incluyen sonidos, olores y texturas y que se puede soñar a voluntad con quien uno quiera, lo que uno quiera y cuantas veces quiera.

¿Que no? platíquenme lo que sueñen la próxima vez que coman un plato de frijoles con veneno, cinco chuletas de cordero y diez gordas de chicharrón machacado, para que vean si no sueñan que La Virgen les habla.

Por eso los guajolotes cuando duermen, sueñan en pavoreales.

el mai