ES QUE ME DA WEB

¿Cuál mai no ha oído esta queja al asignar la tarea o algún trabajo escolar?

¡Ninguno!.

Pero, ¿te has preguntado porqué hay tanta resistencia al trabajo? Creo que a todos nos a atacado este fantasma alguna vez y, sin embargo, tal parece que ahora es epidémico de la Generación Google; además, ¿porqué ese ataque de la Web es tan intensivo en México y no tanto en otros países? 

Una hipótesis, que no llega ni a teoría aspiracional, es la siguiente:

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La hipótesis del castigo
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-ios, en su  infinita sabiduría, creó al hombre, le dió una mujer y los dotó de un paraíso en donde todo estaba sujeto a ellos; sólo les prohibió algo, "aquellito" que todo mundo sabe, y que la biblia nos dice que era comer del fruto del árbol del bien y del mal. Ecología aparte, el hombre - que eso quiere decir la palabra "Adán" y su pareja, le entraron al fruto con mexicana alegría hasta que el creador los cachó en plena movida.

Después de cruzar algunas palabras, de no descartar ninguna hipótesis y de haber hecho caer todo el peso de la ley sobre los culpables, o sea, la tierra, la serpiente, la jefa y el presunto implicado, -ios maldijo a la tierra y condenó al hombre diciendo "... con fatiga sacarás de la tierra el alimento" (Génesis 3:17, para quien no lo crea, no lo dude y piense checarlo)

De ahí, hasta nuestros días, el trabajo es visto como una maldición, el pan se come con el sudor de la frente y los hijos nacen cargando el pecado original, o sea, el pecado que les da origen; al menos esa era la visión de la iglesia medieval. 

Esta es una versión muy simplista; habría que complementarla diciendo que el trabajo arduo y el sacrificio personal es el camino para redimirnos... y sobrevivir. Es por esto que cuando obtenemos algo con facilidad no lo sabemos apreciar: porque no nos costó, no nos satisface.

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La otra manera de ver el trabajo
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Sin embargo, hay otra visión: la del movimiento reformista de la Iglesia en el siglo XVI que quiso resolver los problemas en que había caído la iglesia. Lutero, Zuinglio, Calvino y Enrique VIII hicieron las primeras iglesias cismáticas del cristianismo renacentista y, una más y otras menos, enarbolaron una interpretación diferente de muchos temas del cristianismo, pero uno en particular nos interesa para la gacetilla: su visión acerca del trabajo humano.

Para las iglesias reformistas la máxima autoridad no era el Papa en Roma, sino la biblia, y ésta dice "... ¿ves a ese hombre dedicado a su negocio? él estará adelante de los reyes" (Proverbios 20:29, pero tienen que leerla en Inglés, no en Español, porque en este idioma la palabra "business" ha sido esterilizada para consumo católico) y la interpretan diciendo que el trabajo es una actividad humana que le da gloria a -ios, y que el hombre que trabaja, se para frente a su creador adelante de los reyes, es decir, quien trabaja ocupa un lugar más preponderante que quien no trabaja, aunque sea noble o de clase "superior".

Esta manera de ver el trabajo nos lleva a que, quien más trabaja, más gloria le da a -ios y mejor lugar ocupa frente a él y, de paso, es más próspero delante de sus congéneres; la manera de trabajar está sujeta a reglas muy estrictas de honradez, equidad y apego a reglas, al punto que los banqueros más confiables y discretos del mundo moderno están en Zurich, zona protestante descendiente de Zuinglio, Ginebra, también protestantes descendientes de Calvino, Amberes, hijos de Moisés y parientes de Lutero, y Londres, tataranietos de Enrique VIII.

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La mística no es una monja
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Los pueblos más orgullosos en su trabajo están en Holanda y Alemania, que son afines a Lutero y, en general, los cultos derivados de la reforma tienen una visión diferente del trabajo, no como una maldición, sino como un orgullo y un signo de su carácter.

Esto no quiere decir que la mística del trabajo sólo provenga de las creencias confesionales, no, pero algo tiene que ver, puesto que hay otras naciones, principalmente orientales, que también tienen profundo respeto por el trabajo honorable; por ejemplo, en Japón, se compite para demostrar quién trabaja más y mejor, y hay artesanos tradicionales cuya competencia ha sido declarada monumento nacional. Igualilto que quienes hacen las guitarras de Paracho.

Y este es el punto de la gacetilla: los mais tenemos la tarea de sembrar la mística del trabajo, no como maldición divina, sino como símbolo de carácter y orgullo de clase. Los discípulos aprenden más de nosotros cuando les presentamos nuestra imagen como profesionistas exitosos, amantes de nuestra disciplina y apasionados con nuestras metas, que de ninguna otra manera, exceptuando lo que aprenden por curiosidad.

El amor al trabajo no tiene nada que ver con el culto de ninguna religión, sino con la satisfación del deber cumplido.

El mai.

No dejen de apuntar su evaluación en las teclas de unos renglones más abajo.