ALQUIMIA DE LA INSPIRACIÓN ACADÉMICA

Hace algunos años, leyendo las evaluaciones de los alumnos de la materia de... bueno, no importa, me encontré con la frase: "No entiendo por qué le pone tanto entusiasmo a cada clase; se cansa uno namás de verlo".

La frase me persiguió mucho días y sus noches; finalmente, como este mai no recibía los comentarios de los alumnos a tiempo de corregir nada, me tuve que responder solo: uno le echa ganas porque en algún momento, a uno de ell@s le caerá la moneda que echará a andar el mecanismo de su mente y cambiará su vida. El problema es que uno no sabe cuándo, ni a cuál discípulo le cambiará la vida.

Con esta idea he abrazado la vocación de mai a partir de mi tercera reencarnación (voy en la quinta) y la he continuado en esta gacetilla, que no tiene muchos lectores, pero sí muy fieles. He tratado de sembrar en las mentes jóvenes algunos principios, ya pasados de moda en la actualidad.

Respeto, compasión, integridad.
Creo que mucho de la manera de ser del profesionista de hoy se debe a experiencias coyunturales en el aula; lo se porque yo experimenté una de esas experiencias, y porque he visto la chispa del cambio en los ojos de algun@s de mis alumn@s a través de los años; no todas las revelaciones se han dado en el aula, ha veces han sido en la oficina, en los pasillos o en la cafetería. Pero lo he visto y me ha pasado no una, sino muchas veces.

Se puede encontrar información acerca de ese tipo epifanías en cualquier biblioteca o sitio web, sin embargo, quisiera marcar el segundo aniversario de esta gacetilla compartiendo contigo un episodio en particular durante una clase de Psicología Educativa, parte del programa de la Especialidad en Docencia.

Un sábado por la madrugada
Para cierta sesión había que leer este trabajo sobre la Disonancia Cognitiva de Festinger y Carlsmith; cuando el Mai preguntó, un sábado a las 07:00 AM, (¡imagínate!), si alguien tenía alguna pregunta sobre la lectura, le contesté con mucho desprecio qué  !"$%&;/() era ese estudio de las mentiras de a dólar y  de a $20 ¡¡??

Yo siempre he sido bastante tímido y callado en clase, pero el día, la hora y la desvelada leyendo el plomo ese, conspiraron en mi contra y la boca me traicionó -cosa rara, por cierto. Mi frustración era evidente; mi mente dotada de dos cuartisferios cerebrales izquierdos siempre se ha resistido a comprender este tipo de textos y, en esta ocasión, el tipo (o sea el Mai) me oyó.

Cuando el Mai levantó la ceja y me clavó una mirada de 220 Volts, supe que mi destino estaba sellado: jamás me graduaría en la especialidad, y me dijo entonces, con frialdad de suegra ofendida: "Los estudios de Festinger y Carlsmith son clásicos de la Psicología Social"

El Mai no gritaba, ni gesticulaba con desesperación; de hecho, esbozaba una leve sonrisa franca y sincera que me desarmó de toda hostilidad. Su sonrisa no era de burla ni desprecio, sino más bien comunicaba su comprensión de mi pragmatismo. Con el mismo gesto volteó a ver al resto de mis compañer@s; al ver las caras de estupefacción somnolienta, con gran paciencia, nos explicó el experimento.

¿Mentirías por 53 000 dólares?
Si tú eres una persona que aborrece la mentira, imagina que alguien te ofrece que hagas un trabajo aburrido y que, al terminar, le digas a la gente que te pareció muy interesante. La mitad de las personas sometidas al experimento de Festinger y Carlsmith recibieron un dólar y a las otras recibieron $20.(en los 50's eso era como 500 verdes de hoy)

Al terminar, los sujetos fueron evaluados para ver qué tan divertido les había resultado el experimento, y la sorpresa fue que, quienes recibieron un dólar, dijeron haberse divertido más que quienes recibieron $20, y la explicación es que la gente se siente mal, o sea: sienten una disonancia o discordancia cognitiva, cuando sus acciones son inconsistentes con sus creencias (¿leiste la gacetilla anterior? ahí se inicia este tema) y, entonces, para disminuir la discordancia, cambia sus creencias (porque no puede cambiar sus acciones). Es como la fábula de la zorra y las uvas que, por no poderlas alcanzar, la zorra decide que las uvas estaban verdes.

El punto no es la teoría tal o cual, que puedes leer en la referencia dada más arriba, sino la reacción del Mai ante la pregunta agresiva y grosera del abajo firmante; el tipo no puso cara de paciencia sacrificada, ni pensó "cómo voy a sacar a este cretino de su abyecta ignorancia", sino que respondió con algo genuino, humano, sencillo, comprensible, y pleno de integridad profesonal.

En ese momento, ese Mai me enseñó más que la Disonancia Cognitiva:
a) el respeto por el alumno y sus preguntas,
b) el valor intelectual de la investigación práctica,
c) cómo enseñarle, efectivamente, a quien no tiene la menor idea, o a quien no quiere ser enseñado

En conclusión
Esta historia la he compartido con muchos discípulos de mi tercera reencarnación y con algunos Mais de la cuarta; ahora, en la quinta, la comparto contigo: Mai, madre o padre de familia.

Jamás volví a ver a dicho personaje; probablemente ni se acuerda de mi o de lo que hizo aquella mañana particular de sábado a las 07:00 AM porque esa era su manera normal de actuar, lo que sí es cierto, es que el cambio más importante en mi manera de responderle al alumno insolente sucedió en un instante que él no pudo haber previsto.

Por eso es que le echo tantas ganas a mi clase: porque nunca se sabe cuándo va a cambiarle la vida a alguien, para bien o para mal... o aunque sea, para mantenerlos despiertos.

el mai.

No olvides picarle a "comentarios" para dejar tu mensaje o leer lo que otros han dicho.