EL RESORTE DEL TRAMPOLÍN


No, no me voy a referir a la arena traída del mediterráneo para soportar el tiradero de bikinis en las riberas del Sena, ni tampoco voy a hablar de las ollas de sopa azteca que se han instalado por estas fechas en la Ciudad de los Palacios para remojar a nuestro lumpenproletariat. No.

En el distante pasado de la especie humana hubo un ancestro común de los grandes simios y del ser humano; aquel antepasado tenía 24 pares de cromosomas en el núcleo de cada una de sus células, como hasta la fecha los tienen el chimpancé, el bonobo, el gorila y el orangután.

Sin embargo, el ser humano sólo tiene 23 pares de cromosomas porque en alguna conjunción para fecundar un óvulo, hace millones de años, se fundieron el cromosoma dos con el tres y así nació una nueva especie: la humana.

A partir de entonces la evolución ha ido separando el desarrollo de ambos órdenes biológicos en todos los ámbitos: el físico, el intelectual y el ético. Lo físico es obvio, lo ético es harina de otro costal y lo intelectual puede ser interesante.

El desarrollo de nuestra especie, que partió de un hito marcado hace millones de años, ha sido lenta en un principio y vertiginosa en los últimos 10 000. Lucy (Australopithecus Aferensis) caminó, hace 3.2 millones de años por lo que hoy es Etiopía, ella iba erguida sobre sus pies pero sus facciones aún eran las de un simio: su cráneo era pequeño, y su mandíbula era prominente.

Otras tres especies derivadas de ésta precedieron o acompañaron al género Homus en su desarrollo: el Paranthropus Aehiopicus, el P. Boisei y el P. Robustus. Éste coexistió con el P. Humus durante un millón de años en lo que hoy es Sudáfrica. 

Hablamos de millones de años como si relatáramos algo que pasó la semana anterior; sin embargo, el proceso de evolución o desarrollo del género humano fue muy lento y su estudio es muy especulativo e incompleto.

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Hasta hace 10 000 años
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El origen del género sapiens puede estar en las tinieblas de los tiempos más remotos, pero los resultados de su evolución son visibles, por ejemplo, en la clara distinción entre los diversos colores de piel. La selección de un gene mejor adaptado a las condiciones climatológicas ha dado origen a diferentes tonos, simplemente porque en los climas ecuatoriales se requiere mayor protección contra la luz ultravioleta y en los climas templados o fríos se requiere mayor absorción de ellos para poder procesar la vitamina D, indispensable para el fortalecimiento de los huesos.

El género humano sigue evolucionando para reflejar las cambiantes condiciones de vida: desde los hábitos del sueño, de trabajo o de la comida y bebida, hasta la resistencia al virus del SIDA o al de la gripe. Las condiciones ultra-asépticas de la vida actual, nos hace vulnerables al ataque de casi cualquier bacteria o virus. El abuso de los antibióticos fortalece a las bacterias que los sobreviven y nos hace cada vez más débiles para resistirlas sin cañonazos de antibióticos sintéticos.

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Las primeras huellas
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Hace poco tiempo el Profesor Jack Harris, encabezando un equipo de investigadores, reportó haber encontrado huellas fosilizadas de humanos y animales de varios tipos en lo que fue el lecho arenoso de un río en Kenia.

Aquellas huellas dejadas sobre el lecho de un río ancestral fueron las de un ser que caminaba como caminamos hoy, pero cuya capacidad craneana era muy inferior a la del homo sapiens de hoy. Eso es una señal de que nuestra especie no sólo está evolucionando en lo físico, sino también en lo intelectual.

La diferencia es que lo físico se está transmitiendo por medio de genes, y lo intelectual por medio de memes.

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¡Sopas! ¿Y eso qué es?
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Supongamos que un día, un homo sapiens se cansó de cargar sobre su lomo el producto de su cacería y decidió inventar la rueda para hacerse un carromato. Cuando lo terminó se paseó muy ufano frente a sus vecinos y éstos captaron la idea y el concepto de "rueda igual a menos trabajo". 

Ciertamente que lo importante para la supervivencia del día con día era la carga que iba encima del carromato, pero a largo plazo, lo más importante era el concepto de "rueda" que podía ser imitado, reproducido, transmitido, mejorado y aplicado a otras tareas. Eso es la evolución cultural a través de memes: mejorar por medio de las ideas.

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El trampolín
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Cualquier persona en su sano juicio, quisiera verse inmortalizado a través de la vida de sus hijos, es un simple instinto de conservación de la especie que está implantado en los genes. Quisiéramos dar todo por ellos, nos ufanamos de sus triunfos y de sus alcances, y nos dolemos de sus problemas como si fueran nuestros.

Los padres (y madres, claro) quisiéramos que nuestros hijos no tuvieran que recorrer las mismas curvas de aprendizaje que nosotros recorrimos o que no se tropezaran en las mismas piedras que nos hicieron caer y, por ello, les tratamos de transmitir nuestra experiencia por medio de los dichosos memes.

El desarrollo de la especie fue muy lento al principio porque las comunidades eran muy pequeñas, una sola familia o un pequeño clan probablemente; conforme el ser humano fue aprendiendo a hacer fuego, a fabricar herramientas y a formular astucias, su descendencia y sus congéneres no tuvieron que volver a inventar nada, bastaba copiarlo y así nació el progreso acelerado: partiendo de un lote de conocimientos comunes que llamanos cultura. ¿Te imaginas cómo sería tener que inventar un idioma con cada generación?

En nuestros días, la transmisión de la cultura tecnológica ya no es por imitación, al menos, no en las áreas más civilizadas, sino por aprendizaje de conocimientos encapsulados en medios de comunicación. Hoy en día queremos poner a disposición de nuestros hijos no nada más la cultura que ocupa nuestra mente, sino la que ocupa la mente toda la especie humana.

Ese es el trampolín cultural; es como si pusiéramos a los hijos parados sobre una tabla que descansara en nuestros hombros para que alcanzaran los mejores frutos del árbol de la cultura.

Y el resorte que dispara al trampolín y con ello eleva al hijo hasta nuevas alturas... ese eres tú: el mai.

La evolución de la especie no ha terminado, de hecho se está acelerando. Lo que hoy saben y hacen nuestros hijos es mucho más que lo que nosotros sabíamos y hacíamos a su edad; era otro mundo, cierto, pero también son otros hijos, porque lo que ellos ven, y verán, jamás fue imaginado por nuestros padres o nuestros abuelos.

 ¿O me vas decir que tú le ganas a tus hijos en el XBox o en el Wii?

el mai agradece a HVL su contribución a esta gacetilla.

REFERENCIAS
 La idea provino de este artículo:
Boyd, Robert S., Modern Life's pressures may be hastening human evolution, McClatchy Newspapers Apr 8, 2009.

Esta es la copia del artículo original que describe las evidencias de un cráneo homínido de al menos 2.9 millones de años de antigüedad.

http://www.nature.com/nature/ancestor/pdf/242447.pdf

Aquí se encuentra la referencia del vídeo del Dr. Jack Harris describiendo el descubrimiento de las huellas fósiles de 1.5 millones de años de antigüedad.

http://ur.rutgers.edu/video/medrel/koobifora.wmv

Y aquí hay un regaño muy original a los antropólogos y sociólogos por no ocuparse de los mecanismos de la transmisión cultural.

L. y F. Cavalli-Sforza, Qui som. Història de la diversitat humana. Ed. Enciclopèdia. catalana, Barcelona, 1994, p.244.

 Y ya para saciar las ansias de investigación, este libro trata de manera muy sencilla el asunto del genoma humano:

Ridley, Matt., Genoma: La autobiografía de una especie en 23 capítulos. Punto de lectura, 1999, reimpreso en castellano en abril de 2006