OBRA EN CONSTRUCCIÓN: DISCULPE LAS MOLESTIAS

No hay ciudad del mundo que no construya algo en beneficio de sus ciudadanos. Ni Roma se escapó de las demandas de sus habitantes, quienes en varios idiomas, a gritos, graffitis y manifestaciones exigían obras de drenaje, agua corriente, pan y circo.

Todo lo que esté en construcción causa molestias, pero el beneficio de la obra terminada supera las molestias de la obra, o se nos olvidan.

Antes de nacer, el cerebro crece a razón de 240 000 neuronas nuevas por minuto, y establece 1.8 millones de conexiones por segundo; la mitad de esas células y conexiones se irán desconectando y morirán por falta de estímulo.

Al momento de nacer, el infante experimenta durante una década un crecimiento y desarrollo muy rápidos. La pérdida de neuronas y conexiones depende de las experiencias que ese infante tenga al alcance. Así, un huerco que escuche dos idiomas diferentes en su edad más temprana, hablará ambos de manera impecable; y otro que esté expuesto a gran variedad de estímulos, conservará y hasta ampliará la cantidad de neuronas y el número de conexiones disponibles.

El factor más importante en el desarrollo del lenguaje infantil es cuánto se le habla, la complejidad del vocabulario y de qué tan bien se logra enfocar la atención del(a) niño (a). 


La mente humana al momento del nacimiento no es una obra terminada; a los seis años el cerebro ya está desarrollado al 95%  de su tamaño adulto, aunque tardará hasta los ocho o nueve años en alcanzar su tamaño y formación definitiva.

En ese momento, el niño comienza a aplicar la lógica, deposita su confianza, y comienza a entender sus propios procesos y maneras de pensar, entiende y disfruta la diferencia entre la fantasía y la realidad; hasta puede crear sus propias fantasías. La materia gris alcanza su máximo al rededor de los 11 años en las niñas, y a los 14 en los niños; en ese momento... entra la pubertad, cambia el cerebro y todo empieza de nuevo.

No es de extrañar que el adolescente sea egoísta, descuidado, irracional, rebelde e irritable. Todas las neuronas están en su lugar, pero el alambrado interno no, ese es todavía una obra en construcción.

Algunos psicólogos (con disculpas para los que no) acostumbran explicar esas características tan desagradables como producto del torrente de hormonas propias de cada género, sin embargo, estudios recientes han revelado cambios estructurales en el cerebro de los adolescentes y hasta en los ya entrados en los veintes.

Un estudio longitudinal de más de 400 niño(a)s, a quienes se les practicó estudios dinámicos (Scanning) cada dos años conforme iban creciendo, ha revelado diversas etapas de poda en la corteza cerebral, a ritmo de 1% cada año de la adolescencia hasta los primeros veintes.

Dicha poda elimina las conexiones que no sean usadas y que fueron hechas por el crecimiento acelerado durante la infancia temprana. La poda comienza en las áreas sensoriales y motoras básicas, sigue con las del lenguaje y la orientación espacial y termina con las zonas involucradas en los procesos superiores y las funciones ejecutivas.

Las últimas en madurar son las partes encargadas del control de impulsos, formulación de juicios, y toma de decisiones. Esta zona también controla y procesa la información proveniente de la amígdala, lo cual explica la conducta tan errática de algunos adolescentes.

Conforme se pierde materia gris, el cerebro gana materia blanca, ese tejido adiposo que rodea a las neuronas y que ayuda a transmitir más rápidamente los impulsos eléctricos,  estabilizando las conexiones neurales que sobrevivieron a la poda.

Estos cambios son buenas y malas noticias; en esta etapa la mente es infantilmente flexible, así que podemos aprender como esponjas (¿quién no ha estudiado 20 min antes de un examen y lo ha aprobado, sólo para olvidarlo todo antes de salir del recinto de prueba?), La mala es que no hay control de impulsos, y esto nos lleva a las conductas de alto riesgo que todos hemos practicado, pero de las que ya no nos acordamos.

Los estudios de imagen cerebral sugieren que los circuitos de motivación y recompensa en el cerebro adolescente lo hacen vulnerable a las drogas; si se agrega la falta de juicio y el desprecio a las consecuencias de largo plazo, ya tenemos otra víctima.

Conforme los adolescentes se precipitan hacia la vida adulta y la independencia, ya llevan consigo el potencial para hacer de su cerebro una máquina invencible, pero hay que cultivarla, aunque ellos no quieran.

Ese realambrado del cerebro no es el producto de una receta genética, como lo fue el primero; el resultado de la segunda configuración depende de los padres, de la calle y de la escuela. 

Si los padres abdican de su responsabilidad, la calle y la escuela tomarán su lugar: el joven será formado más por su medio, que por su familia; si la escuela es un negocio, o el mai se ve sólo como un empleado, el joven será un producto de las modas, las mañas y la sabiduría callejera o televisiva.

Pero si el mai logra captar la curiosidad, el hambre de aprender, y la sed de hacer en el joven, el realambrado final será un ser superior, no uno de tantas estadísticas de problemas juveniles.

No se si esto se logre con libros, películas, experimentos, investigaciones, visitas de campo u ojos pegados a una pantalla, lo que sí se es que todos necesitamos de un mai que nos mantenga en el cauce y haga que la poda cerebral sea productiva.

el mai

REFERENCIAS

In vivo evidence for post-adolescent brain maturation in frontal and striatal regions

Dynamic mapping of human cortical development during childhood through early adulthood

En esta referencia se encuentran cuatro vídeos con la actividad de maduración desde los 4 hasta los 21 años.
Dynamic mapping of human cortical development during childhood through early adulthood