TECNOLOGÍA DEVASTADORA


La tecnología que derrumba empresas.

Hace poco más de diez años, un oscuro mai de la U de Harvard, Clayton Christensen, salió a la luz y a la fama con su libro: "El dilema del innovador". En él, el autor plantea el problema de la empresa que debe reconocer cuándo una tecnología incipiente va a producir un enorme cambio en el mercado de su producto.

Esto puede ser algo favorable si la empresa es la dueña de esa tecnología, o puede ser fatal, si no controla esa innovación.

La mayor parte de las escuelas de administración, por no decir "todas", enseñan a sus alumnos que hay que invertir en los productos de mayor demanda para maximizar el ingreso y los beneficios; suena lógico, ¿no?

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"Cómprelo porque es nuevo"
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En mercadotecnia, publicidad y diseño es anatema no pronunciar la palabra innovación o sus derivados.

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Sí, pero no
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Resulta que las innovaciones tecnológicas que han producido las revoluciones comerciales más dramáticas, han provenido de productos cuya demanda inicial era muy baja, y lo era porque su costo inicial era muy alto; esto, a su vez, se debía a que la producción inicial era muy limitada; un círculo vicioso, obviamente.

En otras ocasiones el producto innovador era algo muy modesto, hasta proveniente de otra industria muy distante; invisible para las grandes empresas, pero como los virus: devastador si se le descuida.

Este es el dilema de la empresa: de todas las nuevas tecnologías que aparecen a diario, ¿cuál es la que va a revolucionar mi negocio a corto o a largo plazo? y esto no necesariamente dentro de un mismo sector; hay descubrimientos y desarrollos de una industria, que arrasan con un producto de otra industria diferente.

Por ejemplo, durante casi un siglo, Kodak dominó el mercado de la fotografía familiar, comercial, profesional y científica con sus cámaras, lentes, accesorios, películas, papeles, químicos, literatura y sistemas propios de distribución. Entra por la puerta lateral el desarrollo de los circuitos fotosensibles y las memorias digitales y logran punto menos que destruir a la Kodak y a la Polaroid en menos de diez años.

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El otro lado de la moneda
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Por otro lado: la tecnología de sostenimiento es algo que todos conocemos y hasta defendemos en el aula: son pequeños cambios que van mejorando al producto o al servicio. Esta mejora ha cambiado al CD, lo ha hecho más rápido, capaz, versátil y robusto; lo ha evolucionado hacia el DVD y éste hacia el Blue Ray, pero todo es lo mismo: una oblea de plástico sensible que gira para ser leída por un rayo de luz.

¡Ah! pero entra en escena el iPod y la posibilidad de bajar de internet la música a precios muy bajos (muy altos si se mira el costo de la transferencia digital) y retiembla en su centro la tierra de las disqueras y de las fabricantes de equipos de sonido con CD. Hasta los piratas del sonido y el vídeo están amenazados por los protocolos MP3 y similares.

En 1967, cuando se interconectaron por primera vez cuatro computadoras de diferente marca, sistema operativo y lenguaje, ¿quién se habría imaginado lo que hoy es internet?; más aun, ¿quién hubiera pensado que se había iniciado el declive de las enciclopedias, las agencias de viajes, las librerías, los periódicos y los bancos (como recintos palaciegos poblados de cajeros, ejecutivos de cuenta y playas de estacionamiento)?

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¡En abonos chiquitititos!
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Hoy en día, cualquier tienda de aspiradoras se convierte en banco; basta que tenga un cajero automático y un presupuesto de publicidad. ¿Por eso estarán en crisis los sistemas bancarios?

El sistema educativo no está inmune. Muchos pensamos que nos hemos apropiado del conocimiento cuando compramos un libro, lo leemos, lo pintarrajeamos, le hacemos orejas de perro y lo olvidamos en un librero: así somos dueños de una fuente palpable de conocimientos.

Sin embargo, la generación Wii no lo ve así; para ellos, todos los conocimientos están más frescos y más concisos en la red, y basta abrir el grifo de Google o de la Wikipedia para obtener un torrente enorme de información. Lo único que hay que saber hacer es saber cortar y pegar, ¡ah! y enviar anexos de e-mail.

Esto no es una amenaza para industria editorial, ella ya está muerta, sólo que no lo sabe; es una amenaza para el sistema educativo rígido y de baja calidad. Es una amenaza para el mai impuntual, para el que no prepara una clase interesante y para el que no respeta al discípulo.

Pronto el joven podrá estudiar las materias que quiera en la universidad que quiera, a la hora que pueda y durante el tiempo que desee; presentará exámenes en el país que le convenga y terminará una carrera en la especialidad que él o ella se hayan diseñado a su gusto.

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En la U de Santo Domingo sale barato
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Y eso, siempre y cuando quieran estudiar y certificarse en algo; porque si lo desean, podrán diseñar el diploma que quieran y lo podrán imprimir en su propia impresora sin haber cursado nunca nada.

Obviamente, los títulos, diplomas y certificados no servirán más que para forrar el arenero del gato. La industria -cualquiera- seguirá necesitando gente competente; ¿qué papel jugará el mai en esto?

Surgirá un nuevo mai que pueda guiar al discípulo por los vericuetos de la red, que tenga la autoridad moral para ganarse su confianza al empujarlo hacia las necesidades de la empresa, de la sociedad y del país, y la habilidad para convencerlo de lo que ignora.

Se requieren dos cucharadas de aprendizaje significativo y una buena dosis de constructivismo. Los podremos enseñar a volar, pero no podremos seguirles el vuelo.

el mai.

REFERENCIAS

Christensen, C., Bower, J., "Disruptive Technologies, catching the wave", Harvard Business Review, Jan-Feb. 1995.

íbidem: "The innovators dilema", Harvard Business School Press, Harper Business, 2000.

Christensen, C., Raynor, M., "The innovator's Solution" Harvard Business School Press, 2003.

La siguiente liga contiene una conferencia de Thomas Friedman con un tema muy afín al concepto central de esta gacetilla; hay que dedicarle 48 minutos, pero les garantizo que les va a sacudir los memes y les va a craquelar los constructos.