OTRA DE GURUS: ACKOFF


Es difícil imaginarse un peor título para un libro que: "Introducción a La Investigación de Operaciones"; sin embargo, el Mai Russ Ackoff se lo aplicó a un mamotreto que escribió en complicidad con otro mai: Sasieni, en 1959, y su libro pronto se convirtió en la simiente de una nueva manera de buscar la optimización de un negocio.

La Investigación de Operaciones es una oscura rama de la ingeniería y la administración, que aplica las matemáticas más rupestres a los problemas más complejos de la estrategia militar, la mercadotenia, el merchandising, la logística, los inventarios, la manufactura secuencial, los seguros del transporte, la construcción, las bodas y cuanta actividad humana requiera que varias cosas sucedan para completar a tiempo y al menor costo posible un resultado.

Ackoff escribió 30 libros más antes de que se le acabara la fuerza de la mano izquierda. Con su primer libro inició su carrera como uno de los hechiceros de la administración más influyente del siglo XX. Sus ideas sobre el pensamiento sistémico han sido de vital importancia durante las épocas de crisis económica, no tanto en las de bonanza, porque cuando sobran los recursos está uno tan ocupado gastando, que es difícil preocuparse por la eficiencia.

La crisis actual es el resultado de una serie de fallas catastróficas en el sistema financiero, pero también en los sistemas económico y político. Esta manera de analizar el todo es lo que hizo de Ackoff el evangelista en jefe del pensamiento sistémico.

Todo está conectado con todo
Esto significa que si un deportista pretende romper un récord de velocidad, no podrá lograrlo si trae un piedrita en el zapato, no por lo que pesa, sino por lo que jode. Los adictos a la teoría del caos dicen que si una mariposa aletea en el Amazonas, se desata una tormenta de de nieve en Suiza; bueno, eso es tal vez un poco exagerado, pero captas la idea.

Hasta que el concepto se le ocurrió a este mai, la idea generalmente aceptada era que las disciplinas de estudio o de gobierno estaban separadas en compartimentos; el mai de mate no se habla con la mai de biología; la secretaría de educación no tiene nada que ver con la de salubridad. Esa era una visión "atómica" no en el sentido de energía nuclear, sino en el sentido de que, para solucionar un problema complejo, había que simplificarlo, dividiéndolo en sus partes.


El gran mago de la física Richard Feyman, Premio Nobel de Física 1965, decía que "... Todo es física" para indicar que la física es la ciencia fundamental que explica la química, la biología, la realidad que nos rodea y, algún día, explicará la vida. Andaba cerca de esto cuando dijo: "La física es como el sexo: seguro tiene una utilidad práctica, pero no es por eso que lo hacemos" El tío era francamente deslumbrante.

Otro mai llamado Albert Einstein, se le ocurrió la puntada de decir que "... no se puede solucionar un problema usando la misma manera de pensar que se aplicó para crearlo" Y esto es una piedra en la que se tropieza uno a cada rato: el ser humano tiende a no salirse de su zona de confort, aunque esa zona esté inundada de problemas; seguimos dividiendo los problemas en partes, sin poder distinguir las causas de los síntomas.

Hablan las runas
El pensamiento sistémico de Ackoff está claramente descrito en su libro "Redesigning the Futuro: A Systems Approach to Societal Problems" de 1974: hay que enfocarse en el desempeño total de un sistema sin dividirlo en sub-sistemas, ni medirlo como la suma de pequeños resultados individuales suponiendo que la suma de éstos dará un resultado total satisfactorio.

La única disciplina que de manera natural desarrolla sus funciones como un sistema es la Arquitectura (y la Ingeniería en general), porque el proceso de diseño se inicia contestando a la pregunta: "¿Qué clase de edificio (o de máquina) hay que hacer?" en vez de: "Tengo estas partes, ¿que se puede hacer con ellas?"

Esta falla es muy notoria en los negocios cuando la empresa se concentra en crecer, más que en desarrollarse, o en hacerse más grande, y no en ser mejor. Se nota cuando el volumen de ventas es más importante que proveer los recursos (utilidades) para satisfacer sus necesidades internas (instalaciones, equipo, productividad), las de sus empleados (capacitación, remuneración, seguridad) y las de sus clientes (calidad, servicio, confiabilidad, valor). De nuevo, todo está conectado con todo: la institución crece porque su gente crece y, con ella, crecen las instalaciones, los clientes, los ingresos, la fama... todo

La empresa no es muy diferente a una persona que sigue desarrollándose muchos años después de que dejó de crecer; ¿por qué no podemos ver el desarrollo de la sociedad de esta manera?

En parte, los mais tenemos la culpa porque no hemos podido convencer a nuestros discípulos de que lo importante no es pasar, sino saber; que su educación no termina cuando salen de la escuela porque la evaluación escolar sólo premia el hecho de estar en lo correcto y saber resolver exámenes, pero no estimula el aprendizaje derivado de los errores (Esta idea del aprendizaje basado en nuestros errores es muy original y muy poco difundida).

De ahí que las empresas sean desconfiadas y cautelosas, y que el empleado evite los errores o los oculte cuando los comete. Según Ackoff, los tres mejores arquitectos de los EEUU, Henry Hobson Richardson, Louis Sullivan, y Frank Lloyd Wright, jamás tomaron un curso universitario de Arquitectura. No faltará quien se pregunte ¿y quién les firmó los planos?.

Y esto, ¿para qué sirve?

Nuestros discípulos se lo preguntan diario. Los mais necesitamos encontrar urgentemente la manera de inculcar el pensamiento sistémico en nuestros discípulos, que se den cuenta que el micro-mosaico de un tema forma parte de la cúpula de una catedral, para que, cuando lleguen a ser quienes tomen las decisiones importantes o quienes formulen las políticas generales, lo hagan viendo el total del asunto, y no sólo lo más inmediato o el beneficio de lo fragmentario.

En la empresa vemos consagrada en la contabilidad, la visión de que hay que evitar los errores cometidos, mas nunca se registra la omisión de actos que debieron haber sido ejecutados y no lo fueron, con la posible excepción del pago de impuestos y obligaciones. El resultado es una organización cautelosa y una cultura aversa al riesgo y a la innovación. Más de un prócer del refrito literario recomienda no componer lo que no está descompuesto y no hacer olas para no bambolear la chalupa, pero esto puede llegar a ser fatal.

La crisis financiera del 2007 al 2009 es un ejemplo del peligro de ver los mosaicos chicos y no ver el mural completo; cuando uno ve los detalles financieros de una empresa, sin ver la estructura general del sistema, es fácil dejarse llevar por las cifras de utilidades sin darse cuenta de que las cuentas por cobrar son incobrables... hasta que todo el castillo de naipes se desmorona cuando nadie paga nada.

Las cosas no son diferentes en el salón de clase: la matrícula baja porque el discípulo no recibe el producto que compra, aunque sea barato. Regalar calificaciones no aumenta su satisfacción en el largo plazo; cuando un mai regala una nota, el discípulo no está adquiriendo el conocimiento y éste le será necesario para su futuro desempeño y, si no lo tiene, no podrá prosperar en el mercado laboral.

Lo que no mata, fortalece
El sistema de la supervivencia funciona así: cuando la liquidez de un mercado se seca, las empresas robustas (y los profesionistas capaces) son quienes sobreviven y hasta salen, por sí mismos, fortalecidos de la crisis. Concretamente: las adversidades nos fortalecen porque nos obligan a ejercitar los músculos de la mente y del carácter, golpe a golpe, día con día, una y otra vez.

Por esa razón la economía informal es tan tenaz: porque gran parte de sus operaciones son ejecutadas en efectivo y, así, el micro-empreasario sólo comprará lo que pueda pagar y sólo venderá lo que pueda cobrar. También por eso la economía informal es más sólida que la estructura de la economía formal: porque no depende de la disponibilidad regulada del crédito, sino sólo del efectivo en manos del gran total de pequeños empresarios (aunque sean informales) que arriesgan su capital en mano para poner frijoles en la mesa diaria de su casa. El microempresario es fuerte porque todos los días ejercita sus competencias comerciales y administrativas.

Ackoff era un optimista contagioso; él pensaba que los sistemas funcionaban a pesar de sus grandes reguladores porque estaban movidos por fuerzas fuera de su alcance y hasta de su conocimento.

el mai