SI NO ME ACUERDO DÓNDE LO PUSE, NO EXISTE

Un aforismo clásico de la educación es aquél que dice que no se puede aprender a nadar (o a andar en bicicleta) por correspondencia, pero, como todos los apotegmas, esto sólo es cierto dentro de sus límites.

Si bien es claro que para llegar a ser un nadador o un cleto competente, hay que tirarse al agua o pedalear mucho, esto no quiere decir que sea la única manera de aprender los fundamentos de algo porque, a final de cuentas, ¿qué es el aprendizaje, cuánto se puede aprender y cómo funciona?

Para aprender objetos tangibles, primero hay que capturarlos con los sentidos, no obstante, hay otros objetos que deben ser descubiertos con el puro razonamiento, como el magnetismo, la física teórica y otras ciencias básicas. Muchas ideas tardan años en poder ser demostradas o aplicadas, como es el caso del Último Teorema de Fermat o la Conjetura (o Paradoja) de Riemann.

Uno de esos conceptos es el funcionamiento de la memoria; la conocemos por sus efectos y sus defectos; la usamos para evocar episodios de ayer o de la infancia; y abusamos de ella recordando mil detalles inútiles pero olvidando a qué íbamos al baño.

La memoria es la materia prima de los pensamientos; es el mecanismo que permite evocar datos y ponerlos en un plano donde el razonamiento los pueda relacionar para armar un nuevo concepto, como el resultado de una cuenta, una frase coherente o una imagen plástica.

Para ejecutar cualquier tarea, ya sea nombrar un objeto por medio de una palabra o formular una compleja estrategia de negocios, hay que recurrir a la memoria. Sin embargo, a pesar de ser una actividad universal y en constante operación, su funcionamiento es, a veces indomable y poco conocido.

Es un hecho demostrado que la formación de recuerdos implica la conexión entre neuronas. En algunos casos la conexión se logra mediante la repetición prolongada de un acto físico, como la mecanografía al tacto o la ejecución de un instrumento musical (incluida la voz); y en otros se logra con la repetición de un acto intelectual o a través de un episodio traumático como un accidente o el ceremonial de un episodio importante.

El caso es que la "buena" memoria es una conexión entre neuronas; mientras más fuerte sea ésta, más duradero será un recuerdo y más fácilmente podrá ser recuperado desde varios punto iniciales (como recordar cuándo es el cumpleaños de una persona, o evocar los cumpleaños de todos los amigosque cumplen en mayo).

Kelsey Martin y su equipo de la UCLA, estuvieron estudiando el sistema nervioso, realtivamente simple, de unos moluscos, llamados Aplysia Dactylomela, que parecen caracoles marinos, pero sin la cáscara. El trabajo consistió en observar cómo aparecían ciertas proteínas en las uniones sinápticas conforme se iban formando los recuerdos. Aquí está la sinopsis.

Pero, ¿dónde está la memoria?
En los mamíferos, la memoria de corto plazo está en la parte central interna de la base del cerebro llamada la circunvolución del parahipocampo.

Miller y Sweatt de la U de Alabama, demostraron en ratones que, durante una hora después de un evento memorable (como que una ratonera le aplastara el cráneo al ratón de junto), había cambios importantes en la química del ADN de las neuronas (de los sobrevivientes, claro); luego probaron que la repetición de los episodios podían modificar permanentemente la estructura química del ADN.

Cuando el cerebro presta especial atención, la información en la memoria de corto plazo es desplazada hacia el córtex del cerebro para formar registros de largo plazo; en ese viaje, la información pasa por una zona llamada Amígdala (que no creo que sea la que le extirpan a uno cuando se enferma de las anginas), en donde el recuerdo es etiquetado con varias "agarraderas" para el almacenaje permanente y recuperación selectiva.

Una de esas agarraderas es la dopamina, que identifica al recuerdo con una etiqueta placentera y, con eso, logra una mayor permanencia de la información. De la misma manera, un mal recuerdo y hasta la anticipación de una mala experiencia bloquea los sensores de dopamina y, así, resulta que un recuerdo se puede evocar o bloquear si se relaciona con una emoción.

Es posible que "doparse" provenga de "dopamina", pero yo creo que es al revés.

La Dra. Sheena Josselyn de la U de Toronto, y su equipo, encontraron que podían borrar recuerdos asociados con el miedo, mediante la anulación de ciertos mensajeros químicos de neuronas en la Amígdala. Ver detalles aquí.

Falta mucho para poder tomar fotos de los recuerdos de una persona y ponerlos en Facebook, pero queda claro que la memoria es un proceso que puede ser estimulado o inhibido por factores externos controlables.

Puesto que la memoria está asociada con el aprendizaje, no sólo de datos, sino de procedimientos, y es también requerida para generar nuevos constructos, es necesario conectar estos descubrimientos a las técnicas didácticas cotidianas.

No se trata de poner una ratonera gigante en el salón de clase para estimular la memoria de los sobrevivientes, no; hay métodos menos invasivos para promover el aprendizaje; he aquí algunos:

Se dice que una hora después de una conferencia magistral con vocecilla de duende, apenas se puede recordar el 5% de lo que se haya escuchado. Una lectura pausada de un texto claro y bien ilustrado, con buena luz, sentado cómodamente y tomando notas, aumenta la retención a 10%.

Una buena presentación, cón láminas sencillas, bien ilustradas, ligeras, ingeniosas y un buen conferencista, logran una retención de 20%. Échale un ojo al estilo de Steve Jobs.

Si la enseñanza incluye demostraciones prácticas, la retención sube al 30% y, si el discípulo participa activamente en trabajos en grupo, discute, defiende y gana discusiones, recordará hasta el 50% de lo que haya argumentado, y casi nada de lo que los demás dijeron, de ahí la importancia de "participar activamente".

La mejor manera de aprender, es tener que enseñar
La práctica de los conocimientos, dependiendo de la frecuencia con la que se repitan, permite recordar desde un 75% hasta 100% de los conceptos, y el 90% de un tema se aprende cuando se enseña a otras personas o si se aplican los conocimientos inmediatamente después de que son adquiridos.

No es raro que el estudiante prefiera preguntar a sus compañeros porque "les entiende mejor" que al mai.

Ya en la práctica, se puede decir que la gente olvida lo que oye, recuerda lo que ve, aprende lo que hace, y jamás olvida lo que siente; de ahí que la pasión del Mai sea un factor tan importante; porque si el discípulo no siente una emoción positiva en tu cátedra, su cerebro no le agregará dopamina al concepto y en diez minutos habrá olvidado cuál es la capital de Slovenia (Liubliana: "la bien amada", por cierto)

Aunque no se pueda aprender Swahili por correspondencia, hasta abrir el sobre de una carta debe ser una experiencia anticipada, agradable y prometedora de una sorpresa; como tu cátedra.

el mai