PEDAGOGÍA DEL ERROR

No, este no es un artículo crítico acerca de todos lo errores cometidos por las autoridades a cargo de la educación (ya que esta es una publicación de menos de 1200 palabras); aquí se trata de defender ciertos errores que cometemos en el transcurso de nuestra vida y las ventajas que un Mai puede extraer de ellos.


Para demostrar la cantidad de errores que nos rodean, basta decir que el concepto de error está representado por más de 40 vocablos en lengua castellana y otros tantos en Català.


Por su significado
Algunos se refieren a las fallas del pensamiento, como confusión, desacierto, disparate, equívoco, falsedad, fallo, falla, inadvertencia, inexactitud, irracionalidad, tontería (y otras peores), yerro...


Otros ubican las fallas del lenguaje como: batida, colada, coladura, dislate, errata, gazapo, lapsus, pifia, y otras más coloridas.


Cuando nos referimos a errores de acción o de proceder tenemos: defecto, desviación, desatino, desliz, descuido, distorsión, equivocación, extravío, patinazo, patinada, pérdida, regada, resbalón, tropiezo, pifia(segunda acepción), plancha, ...


La cuarta categoría se refiere al error voluntario; son palabras que describen la mala intención al cometerlo o de obligar a que otros lo cometan, especialmente si las consecuencias favorecen a quien lo induce: argucia, ardid, cochupo, componenda, encubrimiento, engaño, falacia, ficción, fingimiento, fraude, hipocresía, invención, mentira, manipulación, simulación, tergiversación, tongo, transa, truco.


Seguramente que tú podrás agregar algunas palabras más.


Por su orientación
El error también tiene direcciones; algunos pueden tener efectos destructivos, distorsionantes, y otros pueden ser estímulos de procesos constructivos. Son éstos los que nos interesa cultivar en la educación y aquéllos los que hay que evitar.


El proceso científico es una aplicación constructiva de los errores, por ejemplo, al comprobar la falsedad de una hipótesis, el tener un error menos, nos acercamos a la verdad.


El enfoque didáctico del error consiste en considerarlo como algo constructivo y hasta creativo dentro de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Esto lo vemos en el aula cuando se sigue el procedimiento científico para la investigación y el descubrimiento. No importa que un concepto haya sido descubierto y comprobado hace mucho tiempo, lo que importa es que el discípulo lo re-descubra hoy por sí mismo.


En la educación
Se dice que “echando a perder se aprende”, y casi todas las disciplinas del saber humano incluyen prácticas y ensayos en condiciones seguras; por ejemplo, mediante simuladores.


En la práctica docente esto se traduce en actividades de prueba y error, de búsqueda y descubrimiento, de hipótesis y experimentación, siempre bien diseñadas y supervisadas, eliminando los resultados impredecibles o peligrosos. Aprender haciendo es uno de los mejores métodos educativos a cualquier edad.


El análisis de las causas de un error es otra manera de aprovecharlo en el aula; esto puede llevar, más allá del ámbito científico, a la comprensión de fenómenos sociales, al cambio de actitudes, y a la propuesta de soluciones.


Una ventaja, pocas veces aprovechada, es que el sujeto, a través del análisis de sus errores, se pueda dar cuenta clara de los métodos de comprensión que mejor le funcionan, dando paso a la metacognición: a saber cómo aprende.


Dicha reflexión sobre las causas y efectos fallidos es una parte muy importante de la evaluación académica, pero para que surta efectos útiles son necesarias dos acciones: primero, que el Mai invierta tiempo y talento en revisar las tareas y exámenes para hacer una evaluación detallada y positiva (no basta una raya roja en la diagonal de una hoja).


El descubrimiento, señalamiento y comentario individualizado constituye una buena realimentación de los fallos del discípulo, y ésto da origen a la segunda parte: el sujeto debe darse cuenta clara dónde está el error, por qué lo cometió , cuál es la respuesta correcta y qué debe de hacer para no volver a fallar.


Hablar de un modelo educativo basado en el error puede sonar raro y ser rechazado de inicio, pero, veamos cómo la manera de enfocar y de juzgar el error cambia el concepto.


Comparando pedagogías
Si al modelo existente le llamáramos pedagogía del éxito (PX), sonaría muy bien y hasta habría libros de auto-superación en las cajas de los restaurantes de comida rápida; hagamos unas comparaciones:


En la PX el error es una desviación de la norma, que pone de manifiesto una conducta inadaptada; es un elemento regresivo y perjudicial del aprendizaje, y es de carácter sancionable. 


En la pedagogía del error (PE) éste es un desajuste entre lo esperado y lo obtenido; es un elemento constructivo e innovador. En la PE, los errores son necesarios para hacer evidente la actividad y el aprendizaje, ya que sólo quienes no actúan, no cometen errores. Esto requiere aceptación y análisis del error.


Es claro que la vida profesional es poco tolerante del error, y que la educación debe ir reduciendo los márgenes de falla mediante procesos cada vez más seguros y certeros. En el caso ideal, nada debería de estar fuera de especificaciones, y todos los actos y decisiones humanas deberían ser perfectas... pero.


Aquí está la gran diferencia: para que el profesionista cometa sólo aquellos errores que sean debidos a la inexperiencia en un nuevo proceso, es necesario que su educación haya incluido suficientes prácticas de lo fundamental, como para que el sujeto sepa aprender y superar sus nuevos errores para poder prevenirlos.


El papel del Mai en este momento se reduce al de un facilitador y, posiblemente, al de un estimulante de ideas; si el discípulo descubre su propio error, se da una palma en la frente y exclama que es muy bruto, la misión descubridora del error se habrá cumplido; si, por el contrario, se escuchan gemidos, pretextos y acusaciones a culpables ajenos, el error volverá a suceder porque mientras haya excusas, no habrá responsables.


La relatividad del error
En los negocios, como juegos de suma cero, esto es muy evidente porque muchos errores ajenos, especialmente los que no son resueltos por sus autores, pueden ser convertidos en ganancias propias; lo que para unos es una amenaza, para otros es una oportunidad. Aquí es donde entra la creatividad; el error, por sí mismo, no favorece a nadie; antes de poderlo convertir en oportunidad, hay que ponerse el sombrero de la creatividad para encontrar soluciones, paliativos y vacunas contra él.


La sabiduría popular ha consagrado el optimismo en frases como: “míralo por el lado bueno”, “no hay mal que por bien no venga” o “todo tiene solución, menos la muerte”. Todos los idiomas tienen frases equivalentes o parecidas a éstas porque está en la naturaleza humana sobreponerse al error, aunque aprender de la experiencia y aplicarse a las soluciones no siempre es fácil.


Uno de los conceptos más bellos del estoicismo es que no importa cuántas veces cae uno, sino cuántas se levanta, porque uno no está derrotado hasta que se queda en el suelo. La especie humana siempre ha encontrado la manera de progresar a pesar de todo: glaciaciones, erupciones, inundaciones, sequía, hambruna, políticos y otros desastres, pero no sobreviven todos los afectados, sólo los que se levanten y afronten sus retos.


¡Claro que nadie experimenta en cabeza ajena!... pero sabio es aquél que deja que víbora pique al de junto”.


El mai