¿POR QUÉ CREEMOS LO INCREÍBLE?

Este mai predica que que la gente prefiere creer una mentira popular, que una verdad impopular, pero no ha dicho por qué.


Para empezar, vamos a buscar una palabra que describa la tendencia, no sólo humana, sino de muchas otras especies, de buscar y asignar significado a imágenes, sonidos o secuencias de lo que sea.

El estímulo inicial que se repite, se llama Patrón, y puede ser una secuencia de símbolos, una serie de sonidos o la repetición de eventos naturales en determinada cadencia, que nos inducen a producir una interpretación mental del estímulo y a actuar en consecuencia.

Una palabra que se acerca a la descripcción de este fenómeno puede ser sugestividad, y la podemos re-definir como la cualidad de un patrón de estímulos, en orden o no, que produce una conducta en un ser.

Todo mundo recuerda los experimentos y la teoría de Burrhus Frederic Skinner acerca del condicionamiento operante, más conocida como "conductismo". En pocas palabras, lo que la teoría sostiene es que la conducta de respuesta de un individuo puede ser modificada mediante la presencia o ausencia del estímulo que reciba; es decir, si picándole a una palanquita roja el pichón obtiene unos granos de comida, en cuanto se dé cuenta del patrón picar-comer, el ave seguirá votando por la palanquita roja indefinidamente, hasta que se le olvide cómo salir a buscar comida con su trabajo; el pichón habrá sido reclutado por el socialismo.

Así nacen las supersticiones
El problema es ¿qué pasa cuando se le acaba al socialismo el dinero ajeno?, perdón, ¿qué pasa cuando el patrón de estímulos es caprichoso? Si el granito de comida sale unas veces cuando el pichón le pica a la palanca roja y otras veces cuando le pica a la negra, la paloma tratará de construir patrones con otros eventos que sucedan antes, o al momento, de obtener el premio; tal vez dará dos vueltas a la derecha, una a la izquierda y picará dos veces la negra y una la roja; así es como se forman las supersiciones: cuando el sujeto no se siente dueño de su destino y le atribuye propiedades mágicas a los objetos, a la posición de los astros  o al estado de ánimo de sus dioses.


Esto explica en parte porqué la gente tiende a creer en amuletos, fetiches, costumbres mágicas, chamanes, brujos, hechiceros y complós políticos. Es lo fácil, lo que está de moda; porque investigar cuesta trabajo.

Por otra parte, si el experimento es verdaderamente aleatorio, el pichón perderá su palomera razón; jamás encontrará el patrón que lo alimenta, y ni por casualidad encontrará la manera de comer más allá de la subsistencia.

Aun si el patrón es fiel recompensador del voto palomero por la palanquita roja, el pichón podrá comer, pero olvidará cómo volar y salir a buscar su comida, ¿para qué?, si no lo necesita; defenderá agresivamente el subsidio hasta el punto de la dependencia mortal.

Quien lo dude, asómese a cualquier plaza pública del mundo donde se acostumbre dar de comer a las palomas, y verá que hasta le sacan los ojos a quien se atreva a presentarse sin una bolsa de maiz para repartir.

Aun hay algo más para explicar la credulidad humana. Supón que eres uno de nuestros ancestros hace tres millones de años en las planicies de África; de pronto oyes un leve ruido atrás de ti; puedes suponer que es la brisa sobre el pasto y no hacer nada, o puedes decidir que es un tigre dientes de sable buscando botana y echarte a correr a todo lo que das.

Si corriste y resulta que era el viento, no pasó nada, sólo cambiaste de lugar y cometiste un error tipo I: falso positivo. Si por el contrario, no hiciste nada y era un tigre, cometiste un error tipo II: falso negativo, y eres el almuerzo del tigre.

Considerando ambas posibilidades, nuestros ancestros, los que evidentemente sobrevivieron, se volvieron cautelosos y al menor ruido salieron corriendo, cometiendo un error tipo I, pero conservaron la vida... y la especie.

¿Cómo se toman decisiones en condiciones de incertidumbre? -evaluando el costo de cada una y seleccionando la que sale más barata, y así es como caemos en la credulidad: porque parece que es más económico creer lo que todo mundo cree, aunque sea mentira, que ponerse a investigar y asegurar la verdad.

Después de millones de años de evolución, y supervivencia basada en errores tipo I, el cerebro humano ha desarrolado su propio sistema de detección de patrones confusos, al punto de que, ante una imagen ambigua, cada quien ve lo que se le pega su rechocolatera gana, por ejemplo:

en la misma imagen podemos ver un caballo o una rana y, además, una vez aceptada una de las dos imágenes, podemos verla sin esfuerzo en cualquier posición que se ponga el original.

A esto se le llama "cebado cognitivo", son ideas preconcebidas que se encuentra uno a la menor provocación; algo muy frecuente en personas supersticiosas o que generalizan situaciones aunque estén totalmente desconectadas entres sí.

Por ejemplo, hay personas que no les gusta sentarse en determinado lugar del aula o de un vehículo, porque les recuerda una experiencia adversa; otros usan una prenda de ropa "porque les trae buena suerte"

Mientras más se domina un conocimento o un acto, más segura es una persona, y menos cree en supersticiones y aquí es donde entra la labor del Mai:

Primero, hay que aceptar que uno puede o no creer en las teorías de Skinner, pero si el alumno está inseguro de que sus calificaciones dependen exclusivamente de él, actuará buscando buenos resultados por todos los medios a su alcance, menos estudiando para el examen.

Aunque el Mai (padre, jefe, gerente, líder) no actúe para provocar el condicionamiento operante, inconscientemente puede estar provocándolo si su conducta es errática e impredecible para el sujeto; el síndrome de Rambo (llegar al aula (oficina, taller, planta) pateando puertas, de mal humor, vengativo, prepotente) causa mucho daño porque el sujeto cae en confusión, se distrae, trata de congraciarse con el caudillo, como nuestros antepasados con sus dioses: con sacrificios, regalos y protocolos ceremoniales.

Segundo: ante un conocimiento confuso, los patrones de orientación, las órdenes del líder deben ser claras, precisas, sin ambigüedades, y poco a poco, los discípulos irán aprendiendo a leer el pensamiento en la mirada de su líder.

Y tercero: pensar cuesta trabajo, pero es la única manera de conocer la verdad; mientras una persona se deje llevar por la corriente principal, podrá tener seguridad, pero jamás será libre. No lo dudes, no lo creas; investígalo.

el mai

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