¡NO SOMOS GADGETS!

¿En qué momento la sabiduría de la mayoría cede su lugar a lo salvaje de las masas?

En 1990 Jaron Lanier era uno de los pioneros de la PC que anunciaba las maravillas que serían alcanzadas cuando la Internet pudiera hacer que los músicos, los artistas, los científicos y los ingenieros de todo el mundo se comunicaran instantáneamente para compartir su trabajo. Hoy en día Lanier lo está pensando de nuevo.

Lanier es un músico y un científico en punta de la computación; por ejemplo, él fue quien popularizó el término "Realidad Virtual". Sin embargo, él se pregunta ahora si la estructura y la ideología de la red están criando una dinámica de grupos incontrolable y una serie de colaboraciones mediocres.

Me explico: es indudable la maravilla que es escribir un mensaje (un e-Mail o un SMS) y que sea recibido por el destinatario en unos pocos segundos en cualquier parte del mundo, pero pregunto: ¿cuántos mensajes recibes que hayan sido escritos por alguien que te quiera relatar algo concreto y personal de vuestra mutua relación, y cuántos son rebotes de chistes anónimos, presentaciones cursis, cadenas para ayudar a niños desahuciados, y conspiraciones del gobierno de Transylvania?

Facebook acaba de anunciar que ha llegado a tener 500 millones de suscriptores que se dicen entre sí muchas cosas cada diez minutos: que si fulanita me miró, que si llueve en mi barrio; que si la mosca voló en reversa y que si ando en Londres y huele a queso; todo eso es maravillososo, la comunicación social y el mole de olla, pero, ¿no se estarán desperdiciando recursos y, de paso, forrando de billetes los bolsillos de los proveedores, enterando a la Tía Proctolina de que mi Bro se ligó a una fulana en el puerto de Kiel y amaneció en Gibraltar en paños menores ajenos?

Estamos ante un caso de pensamiento colectivo, como en los panales, donde todo mundo piensa y actúa en lo mismo; es como un caso de Maoísmo digital, donde se glorifica el colectivo, lo gratuito de la red, y donde se sacrifica el mensaje personal y la responsabilidad individual.

En la red uno se maneja de manera anónima; se puede responder un blog, una encuesta, participar en un chat, en un foro o denostar a un autor desde la penumbra del anonimato, pero esto no ha aumentado la calidad de las participaciones al eliminar la censura o el miedo a las represalias; sólo ha aumentado los insultos de quien critica e insulta sin temor a tener que dar la cara.

Claro que hay ejemplos de excelente colaboración positiva y generosa, como la Wikipedia, pero también los mantras de "fuente abierta" y "la información es libre" han producido males como los virus, en sus diferentes variedades, los hackers de diverso pelaje y la piratería de cualquier bandera.

Con esta idea de la apertura, se supone que los autores, periodistas, artistas y Mais deben trabajar gratis, a cambio sólo de la publicidad, tambien gratuita, que reciben cuando la colmena los escucha. Es decir: según Google, la cultura es sólo publicidad.

Esto es lo mismo que vivir en la edad media: somos un montón de campesinos digitales, esclavos de los señores de la nube, adictos al entretenimiento gratuito e infinito. Y lo peor es que no hay salida; estamos ante un caso clásico de Encierro Voluntario, como el teclado QWERTY, el formato de video Betamax y el sistema operativo Windows.

En el fondo sabemos que hay vida después de Windows, que hay productos alternos para muchas otras cosas, pero parece que nadie quiere cambiar porque piensa que no puede. En efecto, sentimos que estamos encerrados voluntariamente en nuestras propias decisiones; mas no es así, los punteros de la tecnología siempre están presionando al cambio. En el largo plazo, el consumidor acepta el cambio si la tecnología que se le presenta es mejor que la que tiene.

Stan Liebowitz y Stephen Margolis hicieron un estudio muy serio sobre esto y concluyeron que los consumidores tuvieron buenas razones para preferir el teclado Qwerty por encima del Dvorak y el formato VHS sobre el Beta; cualquier cambio se dará cuando una nueva tecnología sea verdaderamente diferente y superior a la existente.

El Dr. Liebowitz predicaba en el campo de la Información es Libre; él decía que el fotocopiado de libros realmente favorecía a los autores porque hacía que su trabajo llegara a más gente; incluso llegó a sostener que la tecnología de copia de cintas de sonido y de vídeo ofrecía grandes beneficios a los consumidores sin causar daño alguno a los estudios cinematográficos o a las cadenas de televisión.

Para cuando Napster y otros sitios web se fueron popularizando, el Dr. Liebowitz ya había cambiado de opinión y predijo que la industria de la música se vería seriamente dañada porque las copias digitales eran prácticamente perfectas y era muy fácil y barato distribuirlas; actualmente él está apoyando el litigio de Viacom contra Google por publicar y distribuir sus vídeos gratuitamente en YouTube.

Tratar de cobrar por canciones u otros contenidos digitales a veces resulta una causa perdida; se dice que no hay candado ni coche que no puedan ser abiertos por un cerrajero, y lo mismo le pasa a casi cualquier archivo digital en relación a los hackers, sin embargo, no andamos por ahí abriendo coches y violando candados, entonces ¿por qué andamos fusilando textos para la tarea del Mai, o bajando música y vídeos piratas?

La respuesta es: porque si nos pescan abriendo un coche o con los cubiertos de plata de la vecina en los bolsillos, nos trincan un rato a tomar baños de sombra, pero si el Mai nos pesca presentando la tarea sacada del rincon del vago.com no pasa nada con el argumento de que la información es gratuita y la tecnología es mejor y ya está pagada.

Y lo peor no es eso, no, lo peor es que en la mente de muchos jóvenes se está formando la conciencia colectiva, sí, esa de la colmena con la que inicié esta nota, de que no es necesario aprender nada porque todo ya está en algún lugar de la red, y es gratis. ¿Para qué estudiar o aprender algo? No estudiar es mejor que estudiar, ¿no?.

Mientras más gente haya que piense así, más irreversible será la degradación de los sistemas educativos, peor será la capacidad intelectual de los egresados universitarios y menos valdrá el trabajo del mai (con minúsculas) ¿o tú estarías leyendo esto si te costara un dólar a la semana?

Esto sólo tiene reversa si el consumidor-discípulo percibe más valor en lo que recibe de su Mai, que en lo que recibe de la red, de lo contrario, ¿quién será el guapo que se plante frente a una muchedumbre de otentontes exigiendo el pase al siguiente grado, sólo porque ya pagaron la colegiatura? o porque no la pagaron, pero tienen derecho a la educación gratuita.

El mai

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