¡Por fin!
Las fiestas de fin de año y principios del que sigue.
Aguinaldos, despedidas, comilonas, beberecuas, abrazos, buenos deseos, mejores propósitos y publicidad intensiva. El Mail del Mai no ha sido insensible a esto y se desvía de sus temas indispensables para tratar lo superfluo de manera extensa, así que, prepárate a leer durante 15 minutos.
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Te compré un perfumito
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De entre los regalos más frecuentemente obsequiados en esta época, se destacan los perfumes, o su equivalente masculino: los desodorantes y las lociones "para después de rasurar", porque un hombre que se precie de serlo, jamás se pondrá perfume; primero muerto de varios días, que "perfumado".
Y sin embargo, la industria de los perjúmenes se desvive por encontrar los aromas políticamente correctos para el hombre, aquellos que logran que un ejemplar, pleno de virilidad diga: "pues a mi me gusta...tal marca".
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Soy totalmente Liverpool
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Craig Roberts de la Universidad de Liverpool (de dónde, si no de ahí) y los expertos de Unilever han encontrado durante una investigación varios hallazgos: primero, que uno se siente bien cuando huele bien y, luego, que eso desarrolla cierta confianza y cierta desenvoltura que las damas encuentran muy atractiva.
El experimento será publicado en detalle en un próximo número de International Journal of Cosmetic Science. He aquí una sinopsis de cómo se demostró la hipótesis anterior:
La mitad de los voluntarios recibieron un aerosol con una fragancia comercial mezclada con agentes activos bactericidas, la otra mitad recibió los aerosoles sin agentes activos ni aroma. Los sujetos sabían lo que se estaban poniendo, porque podían olerlo, pero los observadores no sabían qué se había aplicado cada persona.
El verdadero propósito del experimento no fue revelado a los sujetos; el equipo del Dr. Roberts aplicó una serie de pruebas psicológicas sobre ambos grupos; no hubo mayor sorpresa al encontrar que los sujetos que se aplicaron el aroma se condujeron con mayor confianza en sí mismos.
Lo sorprendente fue que un grupo de mujeres que vieron vídeos cortos de los sujetos, pero que no pudieron oler la fragancia ni saber quién usaba qué, seleccionaron como más atractivos a quienes estaban usando desodorante. Ellas mismas no pudieron distinguir nada en ellos cuando se les presentó fotografías fijas, no vídeos, de los mismos sujetos.
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Lo feo no es ser pobre, sino parecerlo
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Esto es importante (para los fabricantes de masculinidad embotellada) porque así resulta que no es el olor del perfume lo que hace atractivo al hombre, sino el efecto psicológico que el uso de un aroma ejerce sobre la persona que lo usa.
Hay tres hipótesis principales acerca del uso del perfume: una es que la gente lo usa para ocultar el olor corporal que tanto se ha criticado en la tele; la segunda es que los aromas imitan las feromonas humanas (si es que existen), y la tercera es que el perfume realza el aroma natural, anunciando a los cuatro vientos que quien se lo pone es guapo y está disponible.
Es posible que las tres sean ciertas; la primera es seguro que sí, y la de las feromonas o la de los aromas naturales están por verse porque no se ha demostrado ninguna actividad cerebral o cambio en la conducta en mujeres expuestas a la androstadienona, un derivado de la testosterona al que se le atribuye el título de feromona masculina.
Lo que sí está comprobado es que el olor propio de una persona es un mensajero o una etiqueta, por ejemplo, una madre puede reconocer el olor de su bebé y viceversa, los hermanos se reconocen entre sí.
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Polos opuestos se atraen
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Lo más interesante fue descubierto al descifrar el genoma humano: hay una región de éste que se llama Complejo de Histocompatibilidad (CHC), que contiene buena parte del código del sistema de inmunidad, y resulta que uno de los criterios más importantes en la selección de una pareja entre los mamíferos, humanos incluidos, es que el CHC de la pareja sea diferente del propio.
La mezcla de CHC hace al sistema de inmunidad más eficiente, y la naturaleza nos ha provisto de un olfato que nos permite detectar las substancias cuyas concentraciones varían con las diferencias en el CHC de quien las produce.
Y de aquí se derivan los gustos por los diferentes tipos de aromas. Por un lado, preferimos usar los aromas que se parecen a nuestra propia esencia porque así la exaltamos y nos anunciamos y, por otra parte, en nuestra pareja nos gustan los perfumes que subrayan su propio aroma o "su personalidad", diría un publicista.
Esto explica porqué usamos una marca durante largo tiempo, nos cuesta trabajo cambiar y, cuando lo hacemos, el nuevo aroma se parece al anterior. También explica que la mercadotecnia de las perfumerías cambia los envases, los lemas, y l@s modelos, pero no cambia el contenido de los frascos.
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Chanel No 5 siempre será Chanel No 5
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Por eso regalar un perfume es algo delicadísimo, es un acto que representa un conocimiento profundo, delicado, de la persona obsequiada, porque si escogemos lo que nos gusta, corremos el riesgo de regalar algo que refuerza nuestro aroma, siendo que lo que deberíamos de regalar es lo que refuerza su aroma.
De esta manera, lo mejor que nos puede pasar es que nos regalen una locioncita absolutamente odiosa porque eso significa que nuestra pareja la compró a su gusto y que somos perfectamente compatibles.
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el mai