EN BUSCA DE LA FELICIDAD


La economía se está yendo al carajo, el planeta se está friendo, la guerra ha llegado a la esquina de donde yo vivo y ahora resulta que hasta respirar es contagioso, pues, aunque usted no lo crea, la gente es hoy más feliz que hace 25 años. El secreto es una combinación de prosperidad económica relativa, democratización y libertad social.

Cada tantos años, Ron Inglehart lleva a cabo una encuesta mundial en 25 países. World Values Survey (WVS) entrevista a 1 400 personas en cada país para preguntarles qué tan felices son. Hace dos meses  se revisó los datos de los últimos 25 años y se encontró que la felicidad ha aumentado en 45 países desde 1981.

Este resultado cuestiona estudios previos que indicaron que el nivel de felicidad no aumenta con la economía; algo que llevó a la conclusión de que el dinero no compra la felicidad; sin embargo, estos estudios fueron hechos en países que ya eran ricos . El análisis de WVS demuestra que el progreso económico sólo aumenta notablemente la felicidad en países cuyo PIB per cápita es menor de U$12 000 al año.

Del estudio anterior (2003) a éste (2008) los 10 países más felices que no han cambiado mucho son Colombia, Dinamarca, Nigeria y Puerto Rico; se han colado en la estadística: Ukrania, Eslovenia, Brasil y la India. No es ninguna sorpresa que los países con mayor volatilildad como Zimbabwe o Georgia se han caído al fondo de los 10 últimos.

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Sólo la libertad individual trae felicidad
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Lo que el progreso democrático y la estabilidad económica tienen en común es la libertad personal que acarrean. Esto explica porqué tantas personas en Europa oriental son más felices ahora, a pesar de que la transición de una economía socialista a una economía libre los ha empobrecido. Según Roberto Foa de la U de Harvard, la notable  excepción es Bielorusia porque fue el país que menor reforma política tuvo. También China aparece reduciendo su felicidad a pesar de su explosión económica; lo cual se puede deber a que sólo hay datos desde 1990, lo cual no refleja el largo plazo ni su estado de felicidad anterior.

Sin embargo, los componentes del bienestar a largo plazo son más complicados de lo que parecen a primera vista. El "marcador subjetivo de bienestar" en la India, que relaciona la felicidad con la satisfacción material, ha ido disminuyendo desde 1980. Se reporta que, a pesar de que hay más gente que se considera feliz, hay menos gente que se dice estar satisfecha con su nivel de vida. ¿Será éste el primer signo de la Pleonexia de que se hablaba hace algunas gacetillas; ese vacío que se ha vuelto una plaga en los países occidentales?

Los países latino americanos frecuentemente salen en las tablas de los más felices aunque no sean los más ricos. Los investigadores piensan que esto se debe en parte a los valores familiares y al orgullo individual. Según el WVS, el mayor aumento en los "muy felices" se dio en México; Foa cree que esto se debe a la profunda transformación socio política. La gente cree que hay más oportunidades de trabajo, de viaje y de expresión individual, también perciben un aumento en la protección de los derechos de la mujer.

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La felicidad anda en todas partes
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Latinoamérica también es un ejemplo de cómo se puede alterar fácilmente sus satisfacciones. Peter Kuppens de la U Católica de Leuven en Bélgica investigó a 10000 estudiantes universitarios en 46 países para determinar la frecuencia con la que sintieron emociones positivas como el orgullo y el amor, o negativas como la tristeza y el enojo y cómo les afectaba su satisfacción con la vida.

En general, las emociones positivas afectan mucho más la satisfacción que las negativas. Las nacionalidades individualistas occidentales son particularmente susceptibles a las emociones negativas . Las culturas orientales, con una mística milenaria proclive al estoicismo, son más insensibles a las desgracias y valoran mucho más sus bendiciones.


De cualquier manera, para ser feliz una hora basta dormir una siesta, para ser feliz un día hay que ir a un día de campo; para ser feliz una semana hay que irse de vacaciones; para ser feliz un mes hay que casarse; para ser feliz un año hay que sacarse la lotería pero con nueve cifras de menos; y para ser feliz toda la vida... ¡ah! para eso basta amar lo que se hace y eso... no se compra en la tienda de la esquina, hay que cultivarlo día a día.

Y aquí entra la labor de los padres y la del mai: el amor al trabajo se imita desde el primer día en el que el discípulo se dio cuenta de que alguien disfrutaba de su trabajo y que, además le pagaban por hacerlo. Un claro ejemplo son los deportes, cualquiera; cuando el umpire en el base ball inicia un partido dice: "¡Play Ball! no dice "work ball" y lo mismo pasa en todos los deportes y en todos los idiomas: los deportes se juegan, no se trabajan; los profesionales son jugadores, no trabajadores; uno va al juego, no al trabajo; y ¿acaso no disfrutamos en grande a esos jugadores que salen y se divierten haciendo lo suyo?

Ahí está nuestra tarea, Mai, hay que salir a la cancha sonriendo para los paparazi y alegrando a las tribunas, con ganas, pues...

el mai