APRENDER A MENTIR


Todos hemos disfrutado de una buena historieta y nos hemos reído de un mal chiste. Todos sabemos que son mentiras y, sin embargo, no las rechazamos, sino que hasta las dispersamos en la red.


---------------------------
El último de Pepito
---------------------------
¿Por qué no consideramos deshonesta a una persona que nos cuenta un buen chasacarrillo? o, en caso extremo: ¿qué es una mentira?

Nancy Darling, de Penn State U ha hecho una encuesta disfrazada (o sea que les mintió) entre jóvenes menores de 21 años y ha encontrado algunos datos interesantes.

El 98% de los entrevistados reportó haber mentido a sus padres en 12 de los 36 asuntos que les fueron presentados. En algunos temas, el 100% aceptaron haber mentido al menos una vez durante el año anterior, por ejemplo, sobre en qué gastan su dinero, o sobre el inicio de un noviazgo, la película que realmente fueron a ver, o con quién fueron a verla o qué hicieron en lo oscurito.

Otras mentiras frecuentemente reportadas fueron el uso o abuso de alcohol y drogas, quiénes son sus amigos o amigas, especialmente si los padres no aprueban esas amistades.

--------------------------------------------------
por eso, yo me porto casi siempre, casi bien
--------------------------------------------------
El experimento fue extendido y validado para poblaciones específicas como alumnos de escuelas públicas, estudiantes destacados, deportistas, habitantes de otros países, practicantes de varias religiones y el resultado fue el mismo.

Por décadas, los padres han citado la "honestidad" como el valor más deseable en sus hijos. Otros valores como la confianza, el sentido común o la puntualidad ni siquiera salen cerca. 

--------------------------
La ley del embudo
--------------------------
Por otro lado, al investigar a los jóvenes, el 98 % de éstos consideran que la honestidad es indispensable en sus relaciones personales y, dependiendo de la edad, entre el 96 y el 98% consideran que mentir (les) está mal.

¿como este 98% se convierte en el 98% que ha mentido?

--------------------------------------------------
Hasta para mentir hay que ser listo
--------------------------------------------------
Según la Dra. Victoria Talwar de McGill U en Montreal, la mentira está relacionada con la inteligencia infantil. Aunque pensemos que la veracidad es un valor superior, resulta que mentir es una habilidad más avanzada porque un niño que va a mentir, primero debe reconocer la verdad, mentalmente tiene que concebir una realidad alterna y luego tiene que tener la habilidad verbal para convencer a alguien de esa nueva realidad.

En pocas palabras: para mentir se requieren habilidades cognitivas y sociales más avanzadas que para simplemente decir la verdad. Por eso se dice que los borrachos no mienten, pero esa... es otra gacetilla.

----------------
El riesgo
----------------
La primera mentira de un niño marca un hito en su desarrollo y aquí los padres se encuentran en la encrucijada de premiar el desarrollo de la inteligencia del huerquillo o en tratar de corregirlo porque está en riesgo de volverse político.

Al llegar a los cuatro años, casi todos los niños han experimentado con  la mentira para evitar un castigo, y por eso mienten siempre que exista la posibilidad de éste. Los padres suponemos que son muy chicos para saber lo que es una mentira o que mentir es incorrecto; se supone que cuando crezcan podrán hacer esas distinciones.

-------------------------------------
Pero no es así, es al revés
-------------------------------------
Los niños que aprenden a distinguir la fina línea que separa una mentira (mala) de una (buena) historieta, usan este conocimiento en su beneficio, y se inclinan a mentir ante cualquier oportunidad: un niño de 4 años miente una vez cada dos horas y uno de seis lo hace cada hora y media, de acuerdo con la investigación de la Dra. Talwar.

Para cuando el infante alcanza la edad escolar, las razones para mentir se hacen más complejas. Evadir el castigo sigue siendo la razón primaria, y ahora aparece la mentira como medio para expresar el poder y la sensación de estar al mando mediante la manipulación de sus amigos a través de la burla para imponerse o para engañar a sus padres.

Al entrar a la primaria, el infante miente como parte de su equipo de supervivencia, para ventilar su frustración o para obtener atención. En los estudios longitudinales se demuestra que muchos de los mentirosos frecuentes de seis años, lo han superado a los siete; quienes no rebasen esta etapa y sigan mintiendo con frecuencia, ya se habrán enviciado.

Para esta edad, el sujeto ya sabe cuándo los demás saben que está mintiendo y, enfrentado con la posibilidad del doble castigo: uno por el acto que origina el primer castigo y otro por la mentira que lo encubre, no disminuye sus mentiras, sino que aprende a mentir cada vez mejor.

----------------------------
"Dile que no estoy"
----------------------------
Ahora entra la influencia social; el chavo comienza a interpretar su entorno y ahora aprende que los adultos también mienten, tal vez hasta con más descaro, porque ambas partes reconocen la mentira, la aceptan y no la critican, sino que hasta la celebran.

Considera el caso del niño que recibe de regalo un par de calcetines grises en lugar de un juguete; las buenas costumbres lo obligan a sonreir y a agradecer efusivamente a la Tía Edwiges por tan esperado regalo, cuando en realidad quisiera patearle la espinilla por avara. Los padres se felicitan por la buena educación social que le han dado a su hijo, siendo que lo que están celebrando es su habilidad para mentir.

----------------------------
Esa cana no es mía
----------------------------
Los adultos mentimos en una de cada cinco interacciones sociales; esto es una vez al día. Algunas son las llamadas mentirillas blancas como el aplauso generalizado al compañero que trajo unos muffins que horneó su esposa para la oficina, aunque los malditos panes están como para apedrear granaderos en manifestación pacífica.

Al promover que el niño diga mentirillas blancas o que las tolere en boca de otros, hace que los jóvenes se acostumbren a la falta de ingenuidad (o sea: a no ser genuinos, a ser falsos), la falta de sinceridad se vuelve ropa del diario. Así, aprendemos que la honestidad causa problemas y la deshonestidad los evita o los transfiere a otros.

Y sin embargo, la cultura ha sido transmitida por siglos mediante sagas, historias épicas y cuentos mágicos contados al rededor de una fogata o frente a un televisor.

Por fin, ¿en qué quedamos?

el mai.