LA PEDAGOGÍA DE LOS PRIVILEGIADOS


El año pasado y éste han sido miserables para las escuelas de posgrado en negocios de prestigio mundial. Las críticas han sido devastadoras para los egresados que hablan un dialecto incomprensible; muchos catedráticos (esa es una categoría de mais que no es pie a tierra y que nunca ha manchado su plumaje en el pantano de la industria) han aceptado parte de la culpa por la catástrofe financiera mundial y más de un rector ha escrito borradores para la reforma educativa.

¿Y para qué; qué se ha logrado? 
Muy poco. Algunas escuelas de renombre han introducido algunos cursos nuevos sobre responsabilidad corporativa , ética profesional y códigos de conducta. Harvard introdujo un juramento voluntario que contiene promesas "para el bienestar social", entre otros buenos propósitos, y que la mitad de sus recientes egresados se ha comprometido a cumplir.

Poco se ha logrado y poco cambiará en el corto plazo; el negocio de la educación seguirá siendo el negocio de siempre porque... es buen negocio.

Mentes brillantes.
No se necesita pensar de que los egresados de posgrados en negocios son jinetes del apocalipsis para dase cuenta de que algo anda mal en nuestros aprendizajes. Muchas personas en el ojo del huracán financiero son brillantes exalumnos de prestigiadas universidades: desde Dick Fuld de Lehman Brothers, (el mago de la venta en corto) hasta John Thain de Merrill Lynch, pasando por Andy Hornby de HBOS, quien se graduó en HBS en primer lugar de su generación y que estuvo a punto de quebrar dos bancos al mismo tiempo, eso es eficacia, porque uno no era el suyo.

Una universidad no puede presumir de ser forjadora de líderes y lavarse las manos de su participación en el desastre financiero nacional y mundial. Los exalumnos de cuanta institución de prestigio hay, hemos aplicado diligentemente lo que ahí nos enseñaron para generar riqueza, y también para producir el desastre económico actual.


El punto no es si las universidades deben cambiar, sino cómo y hacia dónde. Hoy en día se escuchan muchas quejas y se ven pocas acciones. La gestión avanzada de empresas tiene que ser rediseñada desde cero; no se puede seguir viviendo en la ilusión de que la administración es un conjunto de conocimentos aplicados a la satisfacción de la codicia, porque crear riqueza no es lo mismo que crear bienestar.

Lo feo no es ser pobre, sino parecerlo
No hay duda de que un título de MBA viste mucho y capacita más. Un estudio de Nick Bloom de Stanford y de Van Reenen de la Escuela de Negocios de Londres, concluye que las empresas que aplican los conocimientos enseñados en los postgrados de negocios, son las que mejor superan a sus competidores en los indicadores de productividad, crecimiento y rentabilidad.

Por eso las empresas de los países en desarrollo, principalmente China, están tan interesadas en contratar MBAs, para subirse cuanto antes al tren de la administración científica; y no es que esto sea malo, sino que la competencia ciega hace olvidar otras responsabiliades que acompañan al puesto ejecutivo.

El reto es que las escuelas de negocios deberían poner más énfasis en la ética profesional, en la responsabiliad social corporativa, en la adminstración responsable de conceptos como sustentabilidad, integración, nacionalismo o limpieza, mas no como materias de un currículo, sino como tatuajes en la conciencia de sus alumnos.

Y tú, ¿tienes el valor, o te vale?
Un artículo reciente de Rusty Wright sobre la deshonestidad académica, revela que hasta el 80% de los estudiantes ha hecho alguna clase de trampa en sus estudios y que el 53% no lo considera una falta de ética.

El problema, sin embargo, no es que el 80% haya hecho trampa, sino que el 53% piensa que la otra mitad son los tontos.

Lo importante no es pasar, sino saber.
En la vida real no basta saber de antemano las respuestas de un examen, el profesionista tiene que curar al paciente, construir puentes que no se caigan, obtener justicia para las víctimas y ganar dinero honestamente.

Dime de qué presumes, y te diré de qué careces.
Pero no seamos inocentes, la escuela no produce ángeles a partir de seres humanos, a pesar de lo que Ken Lay, el productor del desastre de ENRON, predicaba.

La ética, y los valores asociados con ella, no se aprenden en un posgrado; se aprenden en casa, con el ejemplo y en la infancia; lo que sí puede pasar es que la presión social - aquel 53% que piensa que no es una falta de ética- logre borrar en un episodio, lo que se aprenda a medias o de pura palabra.

Dos y media propuestas concretas
Una: incluir en el currículo de grado el estudio, y en el de posgrado el análisis, de la historia de la economía hasta convencernos de que el crecimiento desenfrenado siempre va seguido del desastre; por ejemplo, desde 1970 ha habido 124 crisis mundiales, casi todas centradas en malos manejos bancarios, incluyendo expropiaciones infructuosas; los avisos de advertencia de los colapsos bancarios, el endeudamiento soberano, el suicidio personal con tarjetas de crédito y la hipoteca de los nietos.

Dos: aplicar métodos de enseñanza-aprendizaje basados en problemas, en el descubrimiento personal de los varios caminos, que desarrollen el escepticismo (no creo nada), el cinismo (no lo dudo) y la curiosidad (voy a investigar).

Media: evitar mais teóricos, de esos que leen y escriben sobre la cura de moda y la fórmula infalible para la vida eterna de la empresa, pero que no han pasado por la fragua y el yunque de la responsabilidad real


Mai, así como la playa está hecha de granitos de arena, así tus discípulos van formando su carácter; habla, reflexiona y discute diariamente con tus discípulos el aspecto ético de los conocimientos que impartas. Hasta la segunda ley de la termodinámica tiene facetas de buena práctica profesional.


el mai, (MBA UdlA).