EL TALENTO NO TIENE PACIENCIA, NI LEALTAD


Se ha invertido mucho tiempo y demasiados litros de tinta hablando de las dificultades de la educación actual, sobre todo de las que se derivan de la falta de interés del discípulo y de cómo el Mai (con mayúsculas, o sea, tú) puede captar su atención e interés.
En esta gacetilla vamos a ver el otro lado de la moneda, no la que está volando distraída por el aire de la escuela, sino la que ya ha caído en las manos de la empresa que contrata a nuestro exalumno(a) talentoso(a).


El concepto de Talento se ha aplicado comúnmente a deportistas, bailarines, pintores, músicos, poetas, escritores y otras profesiones de la expresión plástica; según esto, una persona talentosa combina una habilidad artística con un deseo incontenible por usarla y con una creatividad inagotable para ensancharla; generalmente también es ferozmente competitiva.

En ese entendido, era raro escuchar que un contador, un químico o un médico fueran talentosos, salvo, tal vez, en la mafia, en la industria de la perfumería o en la cirugía plástica, respectivamente.

Entran los gurús
En 2001 esto empezó a cambiar con la publicación de un artículo de la firma de consultores McKinsey llamado The war of Talentque se atrajo la atención de las empresas sobre esa cualidad de las personas que los hace ser ejecutantes seguros y exitosos, apoyando con ventaja a sus empresas en diversos campos, desde el diseño, hasta la estrategia financiera.

Así se comenzó a oír en salas de consejo, pasillos y elevadores nuevas frases pegajosas: Necesitamos cultivar el talento; ¿dónde vamos a encontrar el talento para nuestro crecimiento?; Fulanito tiene talento, y otras frases igual de talentosas (perdón, no me pude aguantar la ironía: tengo dotes).

Para entonces, ya existía el concepto de Recursos Humanos, para nombrar a la mano de obra; se estaba gestando el Capital Humano para indicar que la gente se unía a la maquinaria con sus manos o con su ingenio para hacer productos, pero, como había personas que contribuían más que otras al agregado de valor de la empresa, a esas personas se les llamó... Talento.


En la era del conocimiento

Detrás de esto yace la idea de que se puede crear más y más valor si la empresa acumula o produce tecnología teniendo más Trabajadores del Conocimiento; esto implica una revaluación de la gente bien preparada y devalúa a la que apenas logra pasar con los mínimos académicos. Esto no es totalmente cierto, pero así le apuesta la industria en sus contrataciones y esto ha creado una escasez, claro... de talento.

Un famoso alto jerarca de empresa reportaba que no sólo no tenía suficiente talento en sus empresas, sino que no lo tenía ni en su Departamento de Recursos Humanos para encontrarlo y contratarlo.


Se junta el hambre con las ganas de comer
En épocas de auge económico, la escasez de personal competente (que sabe, sabe hacer y lo hace correctamente) produjo un cambio de actitud en el reclutamiento; la idea era de que lo que no se podía encontrar o no se podía pagar, había que contratarlo, entrenarlo y conservarlo para recuperar la inversión hecha en su capacitación.

Se creía que había tiempo porque el desarrollo aún no era vertiginoso; que los profesionistas entraban a trabajar buscando empleo de por vida, pasarían por varias etapas de aprendizaje y muchos escalafones de ascenso y, al final, la perseverancia se vería premiada por pensiones más o menos decorosas.

La gente vota con los pies: caminando hacia su mejor opción
Sin embargo el talento no tiene paciencia y, si las empresas no son fieles, la gente más competente, menos. Muchas empresas se han visto entrenando gente y perdiéndola luego ante sus competidores que, por no haber tenido el costo de capacitación, pueden comprar el talento ya hecho.

Se compra talento
En la actualidad muchas empresas se empeñan en reclutar a personal capaz; invierten en diseñar sus sitios de internet de manera que presentan a la empresa como un lugar atractivo para trabajar; muchas ofrecen prestaciones muy diferentes a las acostumbradas, como gimnasios, lavanderías o guarderías, y remuneran selectivamente a sus talentos, sin considerar ninguna política de sueldos.

Algunas han alterado el concepto clásico de remuneración sabiendo que la gente más competente también es la más apta y la mejor informada; por lo tanto, busca empresas éticas, responsables, flexibles, prometedoras y retadoras, más que simples Sweat Shops.


Por lo de siempre: hacemos mejor lo que nos gusta hacer
La gente talentosa quiere trabajar en lugares donde se sienta cómoda haciendo lo que le gusta porque, una vez que supera el umbral de sus necesidades económicas mínimas, sus necesidades intelectuales son enormes y, una de ellas, aunque parezca increíble,es la necesidad de seguir aprendiendo a gran velocidad.

Mai: si tienes discípulos con talento incipiente, te invito a que leas el libro Developing Talent in Young People de Benjamin Bloom; no es un libro nuevo ni de ideas revolucionarias, pero la especie humana tampoco ha evolucionado mucho en 25 años y muchas veces nuestra labor es de lija, más que de escultura.

el mai