SI EL CAMINO PARECE FÁCIL, SEGURO ANDAS PERDIDO


En los temas de la administración, la educación y la autoayuda hay pocos autores verdaderamente originales o que propongan puntos de vista radicalmente opuestos a los ya existentes.

Es común que un Best Seller nazca de una idea refrita y que, de ahí en adelante, el autor produzca sólo variantes del mismo guiso.

La receta para cocinar uno de estos libros es muy sencilla: tome una idea de un libro ajeno, preferiblemente algo escrito hace más de 20 años; agregue otra idea de alguna disciplina paralela; amáselas con problemas de la vida contemporánea; condimente con ejemplos reales o imaginarios y sírvala en presentación de un listado como: "diez maneras de convencer al pelo de que no se caiga".

Esta opinión me amaneció hace más de dos décadas, cuando leí, por obligación, el libro "En busca de la Excelencia" de Peters y Waterman , que ya entonces era un éxito de gran taquilla. Era la época de bonanza de "los grupos", el crecimiento acelerado y el ¨hay que estar al día¨.

En este libro, los autores descubrían los secretos de las empresas que (ellos juzgaban) más exitosas; por una parte, no era ningún secreto el que una empresa fuera creativa, o que sus directivos dijeran que tenían conciencia social; todos los hallazgos ya habían sido relatados por otros autores, algunos ¡50 años antes!


Por otra parte, cinco años después de la publicación, un tercio de las empresas puestas como ejemplo y pardigma, ya estaban muertas, pero los autores ya habían sido canonizados en las escuelas de posgrado. Su palabra se volvió ley.

En la misma época surgió otro evangelista del refrito: Steven Covey, con su afamado "7 hábitos de la gente de éxito" que, hasta la fecha, le sigue rindiendo pingües rendimientos; Amazon reporta 27 802 derivados de aquél libro; algunos hasta parecen de broma: "los 7 hábitos de un matrimonio altamente efectivo" -con audífonos- ¡Sopas! Los audífonos han de ser para ponerle sordina a la voz del cónyuge.

Este autor ha sublimado el recurso de "los 3 esto", "los 4 lo otro", "Los 7 de más allá" así que, reconociendo que él es millonario y yo no, me he convertido a su religión (porque antes yo era era alcohólico, acostólico y re-mono) y ahora doy a conocer:

Las tres cosas que más me purgan de Steven Covey y otros charlatanes (Cha-raaaan)

1. El uso de palabras oscuras para nombrar conceptos antiguos, obvios y muy gastados; por ejemplo, "desviación del paradigma" para decir que la manera de hacer los negocios ha cambiado; que antes, un cliente se sentía afortunado de poder comprar algo de un fabricante y ahora el fabricante se siente afortunado de que alguien entre a la tienda.

A propósito de esta idea deslumbrante, Gary Hamel, uno de gurús más iluminados, escribe en el Wall Street Journal:

"Por primera vez, desde el advenimiento de la revolución industrial, la única manera de construir una empresa apta para el futuro, es hacerla apta para el ser humano"
Y no digo que no sea cierto; ¿a quién se le ocurriría construir una empresa que no fuera apta para el ser humano? sino que, usando palabras rebuscadas, dice lo mismo que William Ouchi dijo en 1981 como parte de la Teoría Z de adminsitración de personal.

Elton Mayo y Mary Parker Follet dijeron lo mismo 60 años antes que Ouchi y el experimento Hawthorn lo comprobó sin lugar a dudas entre 1924 y 1932. La magia de lo obvio refrito y las palabras rebuscadas no conoce límites.

Dos. Poner como ejemplo a empresas que, ante el verdadero reto de la libre competencia, corren a pedir subsidios; por ejemplo, la división Saturno de la General Motors (que acaba de cerrar); o que, siendo las joyas de la familia, son las primeras en ser vendidas: Ford está vendiendo Volvo a los chinos; Daimler se deshizo de Chrysler en el patio de los italianos, los bancos, otrora ejemplos de solidez, están vendiendo sus activos "tóxicos" a diestra y siniestra; en suma, lo que hoy es un ejemplo en un libro de texto, mañana es un caso de administración forense. (Ya empecé a inventar palabras raras).

Andrew Henderson de la U de Texas ha estudiado la lista de excelencias y concluye, por métodos estadísticos rigurosos, que cualquiera de las empresas citadas por estos gurús podría haber alcanzado su éxito simplemente por suerte.

La afirmación de que tal o cual acción o cualidad del jefe en turno es la causa directa del éxito tiene una falla fundamental: no se conoce la "línea base", es decir, no se sabe qué hubiera pasado si esa persona no hubiera intervenido, como de hecho no interviene, en otras empresas con igual o mayor éxito.

Tres. Dar recetas simplistas, promulgar principios universales, emitir dogmas; fallar en las promesas... y luego venderle al cliente nuevas herramientas para que ponga en práctica el remedio del remedio. Muchas de esas recetas sólo son una pequeña parte de un proceso mucho más complejo que no puede ser simplificado a un par de consejos obvios como "conserve a su cliente" o "cuide el punto de inflexión".

Tomemos, por ejemplo, la moda del CRM "Customer Relationship Management" Según ésta, el cliente es el centro del proceso y la empresa debe escucharlo y amoldarse a sus dictados, ¿cierto? ¡falso!


Si Henry Ford hubiera escuchado a sus clientes, hubiera inventado una mejor carroza y un mejor caballo, no una manera de hacer un automóvil barato; lo mismo se puede decir de la llanta radial, la corriente eléctrica alterna y cientos de otros inventos que no nacieron de las demandas del cliente, sino de la curiosidad, la inventiva y el empuje de un pionero.

Mientras, las empresas de consultoría y software se están forrando los bolsillos vendiendo paquetes de CRM para analizar de diez maneras iguales, quién compró, qué, dónde, cuándo y cuánto le duró. Es como manejar un coche hacia adelante, pero viendo el espejo retrovisor para ver qué pasó.

Todo esto nos trae al hábito más irritante de los gurús: el que sus propias fallas sirven para vendernos más de sus productos. Si la adminstración pudiera reducirse a unas cuantas frases pegajosas, nadie tendría problemas y los gurús no existirían; pero existen y, por lo tanto, las cosas no son tan simples como nos las pintan.

La angustia de un gerente, a veces derivada de su incompetencia, lo hace comprar un curso o un libro para medio tapar sus lagunas; cuando termina de leer o de escuchar, y lo aplica, resulta que la receta no funciona plenamente y, entonces, compra otro, y otro, y otro más, porque la gente prefiere creer una mentira popular, que una verdad impopular y la esperanza siempre triunfa sobre la experiencia

Mai (con mayúscula) te tengo malas noticias, por favor, transmítelas a tus discípulos: no hay soluciones fáciles; hay que leer, estudiar, aprender, reflexionar, sintetizar nuevas ideas, ponerlas en marcha, evaluarlas, trazar nuevos caminos, coregir, tratar, luchar, batallar y volver a empezar cuantas veces sea necesario. Esto lo escribió W. Edwards Deming hace 60 años y le funcionó muy bien a Japón después de dos bombazos.

Si el camino te parece fácil, es porque ya te agarraron de bajada.

el mai