LA RAZÓN DE LA ACCIÓN

Saber, hacer, ser.
Conocimientos, habilidades, actitudes.
Palabras que definen a una persona competente: alguien que tiene conocimientos fundamentales, necesarios o avanzados; que los pone en juego al trabajar con eficacia y eficiencia y que, además, actúa dentro de un código de conducta humanista, responsable y generosa.

Pero, ¿dónde radican esos verbos: se heredan o se prenden? ¿cómo se cultivan? Respuestas las hay, y muchas; casi no hay discurso en el ambiente de la educación que no incluya la palabra "competente" o "competencia"; hay libros, revistas, páginas web, trinos, gacetillas, volantes y panfletos, grados y postgrados al respecto. Hay tanta información... que acaba uno confuso.

Un punto de vista muy à la son-zo, es preguntarse por qué unos logran hacer cosas que desafían todo lo racionalmente posible, mientras otros nos quedamos explicando por qué no se puede hacerlo. Digamos, por ejemplo, por qué Apple, año tras año, desde los 70s y hasta la semana pasada, han logrado poner productos en el mercado que, en el fondo, son iguales -aunque algunos fueron rotundos fracasos-, pero diferentes a los que ya existen y muy codiciados, especialmente por quienes NO los tienen. Ve este artículo.

Apple tiene los mismos recursos que todos los demás: acceso a los mismos ingenieros, diseñadores, publicistas, mercadólogos, abogados, productoras de música y vídeo, revistas, periódicos e internet; entonces ¿porqué parece que es diferente?

¿Por qué en la misma familia o en el mismo grupo escolar unos vástagos son de una manera y otros... no tanto? Los hermanos Wright sólo tenían un taller de bicicletas y, sin embargo, lograron iniciar la industra aeronáutica por delante de otras empresas con muchos más recursos. ¿Por qué Lincoln y Juárez llegaron a presidentes, o por qué C. Slim es más rico que -ios? ¿Por qué Gandhi, un flaco desvencijado, venció al Imperio Británico?

Cualquiera dirá, y se le llenarán las muelas de sabiduría, que por el liderazgo de las personas detrás del éxito político, técnico, social o económico. Y tienen razón, pero eso no explica el Porqué, sino el cómo.

Qué, cómo, por qué
Todo mundo, cualquier empresa u organización, sabe lo que hace; quien vende fruta fresca en la esquina de mi casa lo sabe; él sabe que vende fruta, la sabe comprar, le sabe poner un precio que paga sus costos y gastos; que absorbe sus pérdidas y que deja una ganancia después de vendérsela a decenas de clientes que le son fieles.

En mayor o menor grado, todo mundo sabe lo que hace, la persona, el pequeño negocio o la gran empresa. Sin embargo, no todo mundo sabe cómo lo hace o cómo hacerlo mejor que el de junto, por eso la calidad de los actos, los productos y los servicios de cada entidad es diferente; por eso el consumidor prefiere un producto, una tienda, un mecánico, una marca, o un centro comercial... pero eso no acaba de explicar las preferencias por productos o servicios homogéneos por encima del precio. Ver a M. Porter y las ventajas competitivas.

La hipótesis que plantea esta gacetilla explica que, independientemente de los genes que uno herede, se puede acceder a cualquier conocimiento por medio de la educación y, aunque todo mundo saben el qué, y algunas saben el cómo,  pocas personas saben el porqué hacen lo que hacen y lo aprovechan o, al menos, lo saben comunicar. El porqué es el motor de la vida; el éxito o la felicidad dependen de tener una razón para levantarse temprano e ir a trabajar, para sonreirle al cliente cretino, o para invertir una neurona extra en el diseño de una máquina.

Decía D. Carlos Llano C. (QEPD) que el orden en el que coloquemos los verbos en una frase que describa nuestras intenciones, nos define como seres humanos. Porque no es lo mismo decir: "Quisiera  ganar dinero para ser alguien" que: "quisiera ser ingeniero para ganar dinero"

Mensajes subliminales
En publicidad pasa lo mismo: un producto se va definiendo en la mente del consumidor conforme se van desarrollando los verbos del mensaje. La publicidad de Apple no dice "Nosotros hacemos computadoras blancas, con software muy amigable y eficiente; ¿quiere comprar una?".

Su mensaje es: "Somos el reto a las grandes empresas, pensamos diferente y enfrentamos el status quo diseñando productos audaces, poderosos, fáciles de usar, caros y que distinguen a quien los usa; ¿quiere uno?" (al momento del cierre de esta edición, Apple ha vendido en 28 días, en los EU, más un millón de iPads al doble de precio de aparatos equivalentes. Checa el dato aquí y aquí).

La gente compra (cree, vota, aprende) cuando se incorpora al porqué de una acción. Si el mai o el Mai no convencen con sus razones a los discípulos, no hay venta; habrá memorización, tarea, evaluaciones, notas, pero no habrá aprendizaje.

Lo mismo pasa con la disciplina familiar, en el aula, el taller o la oficina: manda el que puede, pero obedece el que quiere, y esa volundad para actuar nace de saber la razón de la acción e incorporarse a la intención. Sólo el líder (o la función interna de liderazgo personal) puede saber las razones para actuar; el primer deber del líder es comunicarlas claramente, de forma que traspasen las barreras del qué y del cómo, y que se asienten en el por qué hay que hacerlo (y no es admisible decir "porque yo digo").

Estas barreras no son psicológicas, sino biológicas. Si se hace un corte transversal del cerebro, se puede correlacionar con el círculo de la ilustración al principio de la gacetilla.

La parte externa, el neocórtex corresponde al "qué" del asunto. Es la parte racional y analítica del homo sapiens. Maneja el pensamiento lógico y el lenguaje. Es la parte que entiende, aprende, almacena, repite, y compara la información.

Las partes internas componen el cerebro límbico, que son responsables de nuestros sentimientos, como la confianza y la lealtad; de la conducta y de la toma decisiones, pero no tiene capacidad de lenguaje; en otras palabras: cuando nos comunicamos de afuera hacia adentro, la gente capta primero la información, como características, beneficios, hechos y cifras, mas no se producen conductas.

La parte que toma decisiones no habla
Cuando nos comunicamos de adentro hacia afuera y hablamos primero con la parte del cerebro que controla la conducta, quien nos escuche racionalizará lo que le digamos con la información tangible que tenga. Esto es lo que sucede cuando uno toma decisiones "sin saber por qué"; en realidad la decisión fue tomada por la parte límbica, como una corazonada; pero no lo puede explicar. Lo mismo pasa cuando un vendedor nos abruma con datos irrrefutables e información incontrovertible: lo rechazamos porque simplemente no encaja y no lo podemos explicar.

En la práctica docente esto significa que hay que llegar al conocimiento a través del convencimiento, sobre todo en las sesiones de enseñanza expositivas, y aún en las de descubrimiento, hay que expresar las razones y los objetivos con claridad y de antemano.

Así como nadie sigue al profeta que no predica con el ejemplo, y nadie le compra a quien no consume su propio producto; el Mai tiene que tener una fuerte razón para ser Mai, de otra manera estará diseminando información, mas no conocimientos y, a ver quién le cree.

el mai