ES IMPOSIBLE NO LEER Y ESCRIBIR

El propósito y la ambición de cualquier padre o madre de familia es que sus hijos se preparen para la vida y que lleguen a ser mejores que él(la). Esto se logra, típicamente, enviándolos a la escuela durante algunos años y, con suerte, algunos de esos vástagos le tomarán gusto a saber, a saber hacer, y a hacerlo bien.

Dentro de los miles de conocimientos, habilidades y actitudes que se considera importante saber, el más difundido es saber leer y escribir. Nada, bueno, casi nada se puede aprender si no se dispone primero de estas habilidades.

Ni siquiera las matemáticas, en su dominio abstracto y fundamental de las ciencias, pueden ser expresadas o manipuladas sin recurrir a la habilidad de saber leer y escribir. Los problemas matemáticos, por complejos que sean, primero tienen que ser planteados con palabras, y luego pueden ser puestos en términos simbólicos para ser resueltos.

La música podría ser una excepción a lo dicho, pero en realidad lo único que cambia es el código: las notas reemplazan a las letras y, para poder interpretar correctamente el mensaje del autor, también hay que saber leer la partitura.

Así, ningún conocimiento puede ser capturado, comprendido, asimilado ni utilizado, si no se domina la lectura de comprensión; es decir, no basta poder repetir los sonidos que representa un símbolo o dibujar el símbolo que captura un sonido, es necesario saber qué significan ambos en relación a los demás símbolos que lo rodean.

¿Y ahí qué dice, mamá?
Lo curioso es ver cómo los infantes, desde temprana edad, se interesan espontáneamente por decodificar los símbolos de la escritura; será, tal vez, porque ven cómo sus p(m)adres pueden obtener información o repetir sonidos a partir de esos símbolos o, ¿será que el ser humano ha incorporado a su código genético la necesidad de expresarse por medio de símbolos?

La presión cultural es la fuerza que empuja hacia el progreso a todas las culturas en diferentes épocas y en todas partes. Hay indicios de que la especie humana se hace las mismas preguntas y, aunque formula diferentes conjeturas, obedece a los mismos impulsos de expresión; por ejemplo, el ser humano siempre acaba por preguntarse cuál ha sido su origen y a formular una teoría cosmógónica para explicarlo; a convertir el ruido en música, a adornarse el cuerpo con objetos estéticos, a hablar o a pintar las paredes del vecino con grafiti.

Hace 30 000 ó 40 000 años, los seres humanos comenzaron a mostrar claros indicios de un afán por comunicarse entre sí; espontáneamente empezaron a pensar en términos abstractos y a crear arte sobre las paredes de sus cuevas. Esto se puede observar en decenas de sitios por toda Europa, como en Chauvet, Francia.

Durante décadas las pinturas rupestres fueron un gran atractivo por la belleza de su expresión plástica; tal vez por la misma razón fueron pasadas por alto otras imágenes laterales, aparentemente sin un significado realista concreto, hasta que Jean Clottes, exdirector de investigación del sitio, se comenzó a preguntar el porqué y para qué de ellos.

La escritura pictográfica apareció mucho más tarde, hace apenas unos    5 000 años y muchos científicos ignoraron los insignificantes antecedentes en las paredes de la edad de piedra hasta que Genevieve von Petzinger, bajo la dirección de April Nowell, de la U de Victoria (BC, Canadá) se planteó una tesis de Maestría para recopilar y comparar los signos encontrados en 146 sitios en Francia, abarcando 25 000 años de prehistoria.

La Mai von Petzinger descubrió que 26 signos del mismo estilo se repetían una y otra vez por todas la cuevas. Algunos signos son muy básicos, son apenas una línea o un círculo, pero indudablemente significaban algo y lo mismo para cualquiera que los "leyera".

Algunos símbolos parecían representar parte de otra figura, como los colmillos de un mamut sin el cuerpo. Esto (sinécdoque) es muy común en los lenguajes pictográficos y hasta en nuestro lenguaje hablado contemporáneo, como cuando decimos "el Mai" en lugar de "el respetable señor maestro profesor".

Esto demuestra que nuestros ancestros podían representar ideas simbólicamente en lugar de realísticamente, luego en conjuntos abstractos y finalmente en los signos individuales de los lenguajes escritos de hoy.

Otro hallazgo fue la agrupación de signos simples para formar conceptos más complejos, es decir, palabras o acciones, así un signo parecido a la "V" seguido de otro como "1" podía ser decodificado como "la cacería de antílopes" porque la V representaba al antílope y el 1 se parece a una lanza.

Hay otros signos que se repiten en diversos sitios como pensar que son coincidencias; hay corazones, riñones, escaleras, espirales, puntos, rayas, rayos, y manos en positivo y en negativo... muchas manos; y aquí viene lo extraordinario: varios de estos símbolos han sido encontrados en África, el Medio Oriente, América y Australia.

Tal hallazgo no puede ser coincidencia, especialmente si se considera que muchos signos ya estaban establecidos simultáneamente más o menos en la misma época: hace 30 000 años, y hay otros hallazgos más sorprendentes: en las cuevas de Blombos en Sudáfrica, se encontraron pedazos de Hematita, un óxido de hierro usado para fabricar pigmento rojo, con grabados que datan de hace        75 000 años.

En el refugio de Skhul en Israel, se encontraron cuentas elaboradas que podrían ser ornamentos personales, y que son evidencia de la habilidad de pensamiento simbólico y estético, hechos hace     100 000 años.

Según vonPeltzinger, los signos podrían haber sido llevados por las tribus emigrantes de África hacia el norte, pero esto no explica cómo varios de ellos aparecieron en épocas casi simultáneas en Australia o en América. Davidson, quien los ha estudiado en Australia, no cree que tengan un origen común y sostiene que el fenómeno de la representación simbólica apareció independientemente por todo el globo hace unos 40 000 años.

Él sostiene que la evolución de la especie experimentó un cambio cognitivo que puso en sus manos el arte y el pensamiento abstracto. Sin embargo, el ser humano moderno tiene unos 200 000 años de existencia; por lo tanto, no es extraño que haya evolucionado hacia el pensamiento abstracto y que lo haya plasmado en las paredes de la cocina desde antes de las fechas señaladas; después de todo, la erosión se pudo haber encargado de borrar sus grafitis, si no es que la Jefa lo obligó a borrar sus obras de arte.

Especulaciones aparte, otra idea radical es que, al plasmar símbolos en la pared, se está almacenando información permanentemente y ésta puede ser transmitida y compartida por las generaciones venideras. Esta visión de un futuro trascendente es importante porque señala dos cosas:

Una es que la evolución de la especie nos ha hecho buscar el conocimiento, de manera natural, en la interpretación de símbolos, y eso es leer y escribir.


La otra es que la profesión de Mai, con mayúsculas, o sea tú, es más antigua que la que se dice ser la más antigua y que está mejor pagada.

No sabemos el significado de los signos, pero sí sabemos que eran un medio de comunicación; a lo mejor eran un simple aviso a otras tribus para indicar que ese era su territorio, algo que aún explica el porqué de los grafitis modernos; o tal vez era una especie de anuncio para presumir de la habilidad cazadora de un clan o el virtuosismo de un artista particular.

Esta idea está reforzada por Suzzanne Villeneuve de la UBC, Canada, al demostrar que las mejores obras estéticas de los mejores artistas están en lugares donde había mayores asentamientos, y las obras de menor calidad están en cuevas menores de lugares poco poblados; lo que, además, comprueba, que todos somos iguales, pero que hay unos más iguales que otros.

el mai